El arbitrario encarcelamiento del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, ha vuelto a poner los focos de la atención internacional sobre Venezuela, y son más y más las voces que se alzan en la comunidad internacional expresando su preocupación por la explosiva situación interna de ese país.
Para subrayar el agravamiento de la situación en ese país basta apreciar lo siguiente: hace pocas semanas, la noticia provino del intento de los expresidentes Pastrana y Piñera, de Colombia y Chile respectivamente, que intentaron visitar al dirigente opositor al régimen del presidente Maduro, Leopoldo López, quien lleva más de un año encarcelado. Entonces, resultó relativamente fácil al gobierno chavista descalificar el hecho ante su audiencia nacional e internacional con el argumento de que ambos expresidentes son, en el espectro cada vez más borroso que distingue entre derecha e izquierda, de derecha. Pues ahora, a propósito del encarcelamiento de Ledezma, también han expresado su preocupación, entre otros, los gobiernos de Brasil y Chile, encabezados por las presidentas Rousseff y Bachelet que forman parte estelar, en el mismo espectro ideológico, de la cartelera de izquierda.
Poco después de haber conocido a Leopoldo López, en reunión que sostuvimos a finales de 2013 en Costa Rica, escribí en este periódico un artículo analizando la propuesta de solución a la crisis que él y el sector político al cual pertenece habían presentado: la elección a una Asamblea constituyente, lo cual está previsto en la Constitución Bolivariana impulsada por el fundador del régimen, Hugo Chávez. Recuerdo la pasión con la cual insistía Leopoldo al argumentar que esa propuesta, a diferencia de otras salidas legales en las cuales habría vencedores y vencidos, recogería los intereses de chavistas y no chavistas, pues en la Asamblea Constituyente serían elegidos representantes de ambos sectores y la nueva constitución, por tanto, recogería consensos en los cuales todos podrían verse reflejados (a diferencia, por ejemplo, de la destitución de Maduro por el órgano legislativo, que sería otra salida constitucional).
Que la calle, a raíz de la violación de una estudiante en el Estado de Táchira, y sobre el trasfondo de una creciente polarización política y crisis económica que ya casi adquiere carácter humanitario, se haya desbordado, y que Leopoldo López, Antonio Ledezma y la dirigente María Corina Machado, uniéndose a las protestas hayan hecho el llamamiento a “una salida” a la crisis, pero en los términos constitucionales que he señalado, resultaba inevitable. La reacción del gobierno de Maduro fue encarcelar a López y otros dirigentes.
Algo semejante ha ocurrido recientemente. Hace poco más de dos semanas, y con la firma de Leopoldo, desde la cárcel, y de Ledezma y María Corina, se emitió una proclama llamando a “un acuerdo nacional para una transición pacífica” en Venezuela. No han llamado a las armas, ni a la violencia de cualquier tipo. Han, sencillamente, propuesto: a) una agenda política-institucional dirigida a restituir las libertades conculcadas, la soberanía, la paz social y el Estado de Derecho; b) una agenda para atender la emergencia social y asegurar la atención eficaz a los sectores más vulnerables; y c) una agenda enfocada en estabilizar la economía, recuperar el ingreso familiar y generar confianza en el país entre los inversores, tanto nacionales como extranjeros.
Cualquiera puede preguntarse: ¿cuál es el delito en esa propuesta?
La reacción de Maduro fue encarcelar a Ledezma (ya a María Corina Machado la habían despojado de su curul parlamentaria), y de paso hablar, por enésima vez, de un intento de golpe de Estado y de magnicidio (alguien ha hecho la cuenta y dice que en 15 años de régimen chavista son cuarenta las veces que se han denunciado intentos de golpe de Estado).
Que el gobierno de Ortega, que forma parte de la misma cultura política de Maduro, se haya solidarizado con el gobierno de Venezuela frente al supuesto intento de golpe de Estado, y sea de las poquísimas voces que se han hecho eco de la denuncia, se entiende, pero no contesta a la pregunta: ¿Cuál ha sido el delito de Leopoldo López y Antonio Ledezma?
El autor es excandidato a la Vicepresidencia de la República.