La carencia de una autoestima propia o positiva puede llevar a una persona a hacer uso del chantaje emocional.
Esto para obtener seguridad y control, pues al carecer de un autoconcepto estable y aplomado recurre a estrategias “gananciosas” y así tener a su víctima bajo su control.
Esto no es más que una manipulación a cualquier precio hacia otra persona que bien puede ser de padres a hijos o entre parejas, amistades o compañeros de trabajo.
El manipulador o chantajista emocional sabe reconocer el afecto o necesidad que existe hacia él, aprovechándose de ello para obtener beneficios de toda índole, no importando de crear cargos de conciencia o de culpa para lograr ocultar sus debilidades, incapacitado de poder sostener una relación ajena a chantajes.
Los padres con frecuencia manipulan la afectividad con expresiones como, “me vas a encontrar muerta” o “Dios te va a castigar”, creando así un circulo interminable de dependencia, mutilando o cercenando la posibilidad de madurez o crecimiento emocional, ya que la efectividad de los chantajistas provoca invalidez, inseguridad e inestabilidad.
De igual forma pasa entre las parejas, que mal interpretando lo que es amor con depender como dice en su magistral libro, Walter Rizo, en Amar o depender.
Debe darse cuenta que se es presa de un chantajista y es necesario de ayuda profesional para poder enfrentar este vínculo destructivo y salir airoso de
una relación de sometimiento.
Cuidar nuestra forma de relacionarnos es vital para la sobrevivencia, ya que si estamos sujetos a relaciones tóxicas perdemos la máxima de las libertades humanas, como es decidir a vivir sin temores, y sin culpas.
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