El recién pasado 1 de marzo se cumplieron nueve años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de Centro América y República Dominicana con Estados Unidos (DR- Cafta por sus siglas en inglés).
Los beneficios de este tratado, para Nicaragua, son notables. Basta mencionar que para febrero del año pasado, cuando el DR-Cafta cumplió ocho años, Nicaragua ya había acumulado un superávit comercial de 7,452.4 millones de dólares, el cual ha seguido creciendo.
El 37 por ciento de las exportaciones de Nicaragua son a Estados Unidos. Del área del DR-Cafta proviene al menos el 90 por ciento de las remesas que recibe el país y el 75 por ciento del turismo. Estados Unidos ha sido el principal inversionista en Nicaragua, en Zonas Francas, sector que a finales del año pasado generaba más de 105,000 empleos que cotizan en el Seguro Social, con el 53 por ciento de mano de obra femenina, en más de 140 empresas ubicadas en unos 35 parques industriales a lo largo y ancho del país.
EE.UU. representa el voto decisivo en los préstamos con condiciones favorables que Nicaragua recibe de las instituciones financieras internacionales, necesarios para mantener la estabilidad fiscal y monetaria y la mejora continua en infraestructura económica.
Es necesario recordar que en noviembre de 2008 Nicaragua perdió la Cuenta Reto del Milenio (CRM), por culpa del fraude electoral en las elecciones municipales. Ese programa benefició a 120 mil personas en 23 municipios de León y Chinandega, creando 14 mil empleos formales, favoreciendo a más de ocho mil productores y pequeños empresarios, mejorando la infraestructura vial y estableciendo 2,845 derechos de propiedad privada, gracias a una donación de 113.5 millones de dólares de un total de 175 millones. La Cuenta Reto del Milenio se iba a replicar en otros departamentos del país, por lo que la pérdida para los pequeños y medianos productores del campo fue mayor a los 63 millones de dólares que se retiraron.
Ahora, lo peor que le podría pasar a Nicaragua, en términos económicos, sería que por otro fraude electoral, el próximo año, se le excluyera del DR-Cafta. Fuera de este tratado, en cuestión de meses el país estaría de regreso al caos económico de los años ochenta.
Eso afectaría a Nicaragua más que la ruina de Venezuela y la extinción de la ayuda que el Gobierno de Ortega recibe de ese país. También, la exclusión del DR-Cafta afectaría más a Nicaragua que la crisis económica en Rusia, que ya comenzó en 2014 y se profundizará en 2015 con una proyectada caída del 5 por ciento en su Producto Interno Bruto. Y perjudicaría más, la salida del DR-Cafta, que la desaceleración económica china, que ya es una realidad, al grado de estimarse que este año el crecimiento de la India será mayor que el de China comunista.
La lucha contra el crimen organizado internacional no debe ser solo para estar bien con Estados Unidos, es una obligación de todo gobierno. La seguridad ciudadana interna no es suficiente. Se necesita también seguridad jurídica económica para atraer las inversiones extranjeras que por falta de ella no vienen a Nicaragua.
Repetir en la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Panamá en abril próximo, el montaje anti Estados Unidos que Daniel Ortega protagonizó en Costa Rica durante la reunión de la Celac, sería un acto aventurero que arriesgaría peligrosamente los intereses de Nicaragua.