[doap_box title=”Plano personal” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]Silvio José Báez actualmente es obispo auxiliar de Managua, tiene 56 años y se dedica a cuidar de su madre, quien se encuentra enferma.
Le gusta caminar y ejercitarse en sus tiempos libres. Pero acepta que le queda poco tiempo fuera de la vida de obispo.
Le gusta que le llamen por sus dos nombres. “Al pobre San José lo dejan por fuera”, explica. Estudió la licenciatura en Sagrada Escritura y doctorado en Teología Bíblica en Roma.[/doap_box]
Monseñor Silvio José Báez ha sido una de las voces más críticas contra el gobierno de Daniel Ortega desde el año 2009 y su autoridad es respetada incluso por los simpatizantes del Gobierno. Por ejemplo, el 22 de junio del 2013, durante el movimiento conocido como OcupaINSS, monseñor Báez se detuvo frente a una multitud de simpatizantes sandinistas que intentaban callarlo con la frase “Queremos la paz”. La voz de Báez se escuchó entre el tumulto parafraseando a Juan Pablo II y respondiendo a las turbas con la exclamación: ¡La primera que quiere la paz es la Iglesia!
Pero después de esos eventos monseñor Báez ha estado más callado. Es poco usual verlo criticando el actuar del Gobierno, al menos no como lo hacía en otros tiempos. Él dice que “hay un tiempo para hablar y otro para callar” y cree que las relaciones de la Iglesia con el Gobierno actualmente son “respetuosas”.
En esta entrevista además habla de lo que ocurrió entre la Iglesia y el Gobierno central tras su reunión el 21 de mayo del 2014 y la visión de la Iglesia sobre el proyecto del Canal Interoceánico de Nicaragua.
El año pasado ustedes sacaron una carta pastoral y se reunieron con el Gobierno, ¿después de eso qué cambios hubo en la relación del Gobierno y la Iglesia católica?
Después del encuentro del 21 de mayo se produjeron algunos encuentros ocasionales entre algunos departamentos de la Conferencia Episcopal y el Gobierno. Concretamente recuerdo el aspecto Vida y Familia, donde hubo un pequeño diálogo con el presidente de la Asamblea Legislativa. Pero encuentros significativos no los ha habido. Además que fue un ofrecimiento de parte del Gobierno mantener informada a la Conferencia Episcopal. Pero el 21 de mayo no íbamos con el deseo de recibir información, sino de presentar como pastores la realidad que vive Nicaragua. No era el objetivo obtener respuestas concretas. No se pusieron plazos ni se programaron actividades completas de diálogos sucesivos. No hubo cambios significativos.
¿No dio entonces el Gobierno un paso en función de atender las recomendaciones de esa carta?
Las más importantes, las más decisivas, prácticamente no.
¿Cuáles eran las que más le interesaban?
Nos interesaba todo.
¿Pero cuáles son las más importantes?
Nos interesaba todo. Pero había cosas de tipo estructural que requieren respuestas radicales y cambios profundos en la dinámica del Gobierno.
¿Por ejemplo?
Como por ejemplo, la relación entre la política del Gobierno y el uso del lenguaje, símbolos y fiestas religiosas. O la discriminación por causas políticas a nivel de situación laboral. O de obligación a las personas en participar muchas veces contra su conciencia en algunas concentraciones de tipo político partidario. O la supresión de la cárcel llamada Auxilio Judicial. Se habló también de mejoras en el Sistema Penitenciario, se habló de la libertad de prensa y de respetar la Ley de Acceso a la Información Pública, etc, etc.
En el caso del uso de los símbolos religiosos y el lenguaje, usted dice que no hubo mejoría en eso, pero ¿se flexibilizó la Iglesia en esta petición? Le digo porque yo le pregunté a monseñor Brenes en diciembre pasado y me dijo que mientras eso mantuviera la fe en las personas no lo miraban mal.
Independientemente de que haga bien o mal a la gente, un gobierno no debería utilizar la religión para fines de propaganda ideológica. Habría que constatar si ha hecho bien o mal. El señor cardenal tiene razón en decir que si hace bien pues damos gracias a Dios. Pero no se trata de que haga bien o mal, se trata de que es una cuestión indebida, sobre todo en un gobierno laico y la religión no debe ser usada en una sociedad donde mayoritariamente el pueblo es religioso. No veo por qué para llevar un proyecto a una comunidad haya que invocar el nombre de Dios, invocar una fiesta religiosa o utilizar símbolos explícitamente religiosos.
¿Y eso aumentó o se mantiene?
No te sabría decir. Pero es una cuestión que quedó ahí planteada y de la cual no se ha dialogado ni se tenía que dialogar más porque no se quedó en eso. Yo creo que la Conferencia Episcopal espera que se vaya a mejorar.
¿Como valorarían entonces ustedes esa reunión que tuvieron con el Gobierno?
Todo encuentro y todo diálogo es fructífero. Yo personalmente creo que siempre que hay un intercambio de opiniones respetuoso donde nos escuchamos recíprocamente es positivo.
¿Aun cuando no tuviera mayores efectos?
Aun cuando no los tuviera. Es positivo que se haya dado el encuentro porque lo que se tenía que decir se dijo y lo que se tenía que escuchar se escuchó. Ahora solo la Historia podrá dar razón de los frutos de ese encuentro y ese diálogo.
Hay gente que piensa que la Iglesia católica ya no es tan crítica con el Gobierno a raíz de esa reunión, no como eran a comienzos del 2007, por ejemplo. ¿Es esa una nueva política de la Iglesia con el Gobierno?
La Conferencia Episcopal ha mantenido una línea coherente y basta leer los mensajes de los últimos años para notar que hay una coherencia y una línea evangélica inspirada por la fe a la base de todos los documentos. Yo no diría que hay ningún cambio, sobre todo porque lo que a los obispos nos mueve para afrontar los problemas políticos y sociales del país es una motivación explícitamente religiosa.
Pero usted era una de las voces más críticas en contra del Gobierno y ahora se le ha notado muy callado.
Hay un libro de la Biblia que se llama Eclesiastés que dice que hay un tiempo para hablar y otro para callar. Hay momentos en que la palabra es necesaria y hay otro momento en que la palabra puede ser contraproducente o puede volverse una palabra, cómo te diría, poco eficaz y es mejor no decirla. Hay que saber cuándo hablar y cuándo callar. Sobre todo el pueblo cristiano tiene que tener presente que los obispos no tenemos respuesta para todo y que cuando hablamos es creyendo que el Señor Jesucristo quiere que hablemos. La palabra nuestra no es una palabra ideológica. No es una palabra que se puede poner al mismo nivel de quienes luchan por el poder o defienden sus propios intereses en la sociedad.
Usted tiene mucha actividad en Twitter a pesar de ese silencio y tiene acercamientos incluso con grupos feministas, con quienes no comparten muchas ideas.
Yo en las redes sociales no excluyo a nadie y me coloco como un interlocutor que interactúa horizontalmente con todos, no me coloco ni por encima ni por debajo. Como pastor de la Iglesia no puedo estar no presente en ese inmenso mundo de las redes sociales donde hay una inmensa mayoría de hombres y mujeres y de personas que crean opinión.
¿La relación con los grupos feministas es más personal o como jerarca de la Iglesia. Porque siempre se ve discrepancia en asuntos como el tema del aborto, pero parecen muy cercanos a monseñor Báez?
Las personas no siempre podemos pensar igual en todo. Hay cosas en las que podemos discrepar, otras en las que podemos estar de acuerdo, lo importante es que no se cierren los canales de comunicación y que se mantenga abierto el diálogo con quienes piensan distinto. Así como me mencionás este tipo de grupos, tengo una gran cantidad de jóvenes de las parroquias de América Latina y Europa, interactúo con agencias de noticias de América Latina y Europa.
¿Cómo está su relación con el Gobierno?
Me parece que es una relación respetuosa.
¿Y la suya personalmente? Yo leí una entrevista donde usted se quejaba de ataques de medios del Gobierno.
No falta quien a título personal aparezca de vez en cuando descalificándome u ofendiéndome, pero yo como pastor me he vuelto un personaje público porque doy la cara y me expongo por la gente, no por mí, porque no tengo nada que defender ni busco ningún tipo de privilegio ni ando detrás de ningún cargo eclesiástico ni dinero. Mi único interés es servir en nombre de Dios, al pueblo. Yo trato de hacer vida normal, no le tengo miedo a nada ni me siento en este momento ni perseguido ni atacado.
En el caso del estadio de Masaya ustedes se quejaron porque no se les prestó para una vigilia, ¿qué mensaje interpretaron de esto?
No hemos hecho ninguna queja. Lo único que se ha hecho público es la decisión que se nos comunicó. Para serte sincero el señor cardenal y yo no nos hemos puesto a analizar las causas, no hemos querido.
Nuestra preocupación se ha centrado en adonde vamos a hacer la vigilia. No hemos perdido energías en estar pensando por qué no nos lo prestaron. Quien no lo prestó sabrá por qué no lo hizo y tendrá que dar respuestas a su conciencia y a Dios.
Hay gente que entendió que eso era respuesta del Gobierno por algunas críticas que se hacen.
No nos interesa. No estamos en guerra contra nadie ni queremos tener adversarios ni queremos llevarle la contraria a nadie.
Hasta dónde llega la Iglesia católica cuando quieren hacer una recomendación al Gobierno, ¿cómo establecen el límite? Porque hay gente que cree que ustedes no deben meterse en política.
Es muy claro el límite. Lo decimos claramente en el documento que acaba de sacar la Conferencia Episcopal con motivo de la Cuaresma. En el punto 10 dice: No entramos aquí en toda la problemática de tipo constitucional jurídico ni tecnológico del proyecto. ¿Por qué? Porque no somos abogados ni ingenieros ni geólogos, no entendemos derecho constitucional. Hay un documento que se llama Centésimus Annus de Juan Pablo II que tiene esta frase: La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer. ¿Cuál es el límite? La Iglesia no ofrece soluciones técnicas. No nos vamos a poner a decir cómo es el suelo en el Lago de Nicaragua.
¿Y cuál creen que es la mayor injusticia que se comete conel Canal?
Nosotros decimos que si este proyecto quiere alcanzar el fin que se pretende, debe realizarse con un profundo sentido de responsabilidad. Nosotros llamamos a la conciencia de quienes lo están promoviendo, sin juzgar, pero recordándoles que tienen que ser responsables a la hora de proponer esto. ¿Y responsables ante quién? Ante Dios. Ante su propia conciencia, que es el santuario más íntimo de la persona y responsabilidad también ante los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. ¿Por qué la Iglesia hace esto? Porque todo proyecto siempre está expuesto a que sea mal usado por el ser humano y que quede entenebrecido por los ídolos que atan nuestro corazón, la oscuridad que entenebrece nuestra voluntad por el pecado. Todo lo humano se puede pervertir.
¿A título personal le parece que el Canal debe hacerse?
Con las condiciones que ponemos los obispos en el mensaje de Cuaresma dejamos claro y yo lo apoyo personalmente que como pastores de la Iglesia no me puedo oponer por principio a una obra de progreso, porque para los cristianos nos han enseñado que las obras de progreso en favor de la humanidad dan gloria al creador.
¿Este proyecto ya se ha pervertido?
Nosotros no entramos a juzgar ni las conciencias ni una obra que aparentemente no ha comenzando. Hicieron la inauguración y no hemos visto nada más y hay poquísima información. Y tampoco vamos a entrar a juzgar a las conciencias. ¿Quiénes somos para juzgar las conciencias de quienes promueven el Canal?
Ustedes en el mensaje hablan de la represión, pero hay gente que dice que los campesinos protestan porque los manipulan los partidos políticos.
Independientemente de que haya grupos políticos por detrás, hemos tenido contacto directo con los campesinos y los hemos escuchado y nos parece que sus reivindicaciones son más que justas y se deben escuchar y es lo que decimos en el mensaje de Cuaresma. Creemos que se deben escuchar porque nuestros campesinos son más lúcidos y con una visión de futuro y una inteligencia mucho más grande que la que nos podemos imaginar en la ciudad. Es ridículo decir: ¿cuáles luchas? ¿Dónde ha habido protestas? Hay personas que responden así.
Me llama la atención que el mensaje de Cuaresma no está dirigido al Gobierno en el inicio, donde mencionan a los religiosos y demás personas.
(Risas) Nosotros tenemos un título que es convencional para los documentos. Empezamos nombrando en primer lugar las distintas vocaciones de la Iglesia, sacerdotes, religiosos y religiosas, agentes de pastoral, luego decimos pueblo católico, pero después decimos hermanos en la fe cristiana y dirigimos la carta a nuestros hermanos no católicos, pero que comparten la fe en Jesucristo y luego decimos nicaragüenses y hombres y mujeres de buena voluntad. ¿Qué quiere decir hombres y mujeres de buena voluntad? Personas que estén dispuestos a escuchar, todo el que quiera escuchar. Como no es un documento político no va dirigido al Gobierno. Pero sí va dirigido a todos los hombres y mujeres que sean capaces y tengan la buena voluntad de escuchar una propuesta de verdad.
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