“Tiene libertad de expresión la Iglesia (católica) para decir lo que quiera, pero a lo mejor quienes hablan en nombre de la Iglesia, con todo y que hablan de los pobres, no salen de las catedrales”. Así respondió Bayardo Arce Castaño, asesor presidencial para asuntos económicos, la crítica de la Conferencia Episcopal sobre que el crecimiento económico no llegue a los pobres.
En su mensaje de Cuaresma, el 8 de marzo pasado, los obispos señalaron en el tema económico que “cuando hay personas y grupos que se aferran al poder por ansias de riqueza y no se cuestiona, aunque sea injusta la sociedad, se corrompe y se deshumaniza”.
ARCE REACCIONA MOLESTO CON OBISPOS
Arce reaccionó molesto al ser consultado por LA PRENSA sobre el tema, pero su respuesta fue que los jerarcas de la Iglesia católica deberían ver cómo el Gobierno, a través de los diferentes programas, lleva a la población los beneficios del crecimiento económico de los últimos cinco años.
“Porque quien va a ver aquí los resultados en educación, en salud, en vivienda, en Calles para el Pueblo, en programa techos, en Usura Cero, etcétera, sabe que le está llegando un beneficio al sector pobre”, declaró Arce.
Incluso el asesor presidencial usó el mandato del papa Francisco a sus obispos para devolver la crítica a la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
“El papa Francisco les ha dicho que salgan de ahí porque sabe que tiene muchos obispos en el mundo que no salen de las catedrales ni de los vehículos con aires acondicionados”, refirió Arce.
UPANIC RECHAZA CRÍTICA DE IGLESIA
Los líderes empresariales tampoco comparten del todo lo dicho por la Conferencia Episcopal, pues sostienen que la relación de diálogo con el Gobierno les permite responder a problemas que afectan al sector privado y esto a la vez es en beneficio del desarrollo económico del país.
Michael Healy, presidente de la Unión de Productores Agropecuarios (Upanic), no está de acuerdo con la crítica de la Iglesia, pues defendió que cuando las Cámaras del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) se sientan a discutir con los funcionarios del Gobierno y el mismo presidente inconstitucional Daniel Ortega, ha sido no solo para temas económicos, sino también del respeto a la institucionalidad y el Estado de Derecho.
“No sé las otras Cámaras, pero en Upanic nos preocupamos por trasladar al pequeño agricultor, al ganadero, la tecnología; los nuevos sistemas de producción para que salgan adelante, eso es distribuir los beneficios económicos”, afirmó Healy.
AMCHAM RESPALDA MENSAJE DE LA CEN
Roberto Sansón, presidente de la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (AmCham), está “bastante de acuerdo” con el mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) en que la distribución de la riqueza generada por el crecimiento económico no es equitativa con la población más pobre.
“Creo que el crecimiento económico que tenemos en el país no es suficiente y creo que la distribución de ese crecimiento tampoco está llegando a la clase más necesitada y para eso se tiene que trabajar para defender a la pequeña y mediana empresa, se tiene que desarrollar el campo, hay mucho por hacer”, manifestó.
ZAMORA: HAY ALGUNOS QUE SOLO PIENSAN EN ELLOS
Para César Zamora, gerente país de IC Power, lo señalado en general por la Conferencia Episcopal es válido para la sociedad, no para el actuar del gremio privado.
“Creo que hay empresarios, sin duda alguna, como hay políticos, como hay miembros de la sociedad civil, como hay periodistas que solo están interesados en su proyecto personal, eso existe para toda la sociedad nicaragüense”, expresó Zamora.
Defendió, sin embargo, que eso dista de cómo actúa el sector privado cuando se sienta con el Gobierno a discutir temas de interés económico. “En la gremialidad hay una responsabilidad con el país y la institucionalidad, eso está claro. Creo que desde la gremialidad no se defienden intereses particulares”, indicó.
MENSAJE DE LOS OBISPOS
En el punto 17 del mensaje por la Cuaresma en 2015 la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) hizo la siguiente crítica:
“No es la gente, la organización social, la democracia, las leyes laborales, la educación, las instituciones estatales y los proyectos gubernamentales, etc., quienes deben doblegarse ante el crecimiento económico y la producción de capital, sino al revés. ¡El dinero debe servir y no gobernar! (Evangelii Gaudium, 58). No se debe olvidar que “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el ser humano, la persona en su integridad, pues es él el centro y el fin de toda la vida económica y social” (Caritas in veritate, 25). El crecimiento económico, considerado en sí mismo, liberado de toda ética y de todo compromiso por la justicia y por los pobres, por la institucionalidad democrática y por la paz, no logra por sí mismo mayor inclusión social o equidad en el mundo. Cuando la riqueza se vuelve un dios, cuando hay personas y grupos que se aferran al poder por ansias de riqueza, cuando la situación política se acepta sumisamente y no se cuestiona aunque sea injusta, simplemente porque facilita la economía de mercado y el acumular dinero, cuando «los excluidos siguen esperando» (Evangelii Gaudium, 54), la sociedad se corrompe y se deshumaniza. Entonces, “casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe” (Evangelii Gaudium, 54).