A los mánager, coaches, escuchas y gerentes les gusta ver a un receptor que lanza misiles a la segunda base. Ellos disfrutan ver a un joven bateador de poder en una buena práctica de bateo, enviando lejos la pelota, en especial a la banda contraria. Ellos siempre dicen cosas bonitas sobre un jugador del medio cuadro interior con grandes manos. Pero nada atrae a una multitud de evaluadores como un lanzador joven que lanza rectas centelleantes o lanzamientos giratorios rompientes.
Por eso es que tres lanzadores jóvenes y dinámicos atrajeron tanta atención el miércoles entre los evaluadores que tuvieron la fortuna de verlos en persona y dicha atención se multiplicó a lo largo de la industria.
Primero, está Taijuan Walker, de los Marineros de Seattle, quien todavía no ha permitido una carrera en los entrenamientos primaverales. Es cierto, esa es una hazaña que en realidad no tiene un valor real, pero esto no se trata de un lanzador que de forma aleatoria ha coleccionado entradas de trabajo ante jugadores de Doble A o Triple o veteranos que toman turnos al bate sin sentido. El dominio de Walker es reflejo de su forma física, algo que es lo primero que salta a la vista de algunos de los escuchas que lo ven lanzar y eso se traduce en el tipo de repertorio dominante que demostró el miércoles.
Después está el caso del chico de 21 años Daniel Norris, el zurdo de los Azulejos que es mejor conocido por vivir en su guagua que por su repertorio de picheos, el cual fue lo suficientemente bueno en el 2014 como para terminar con la mayor tasa de ponches por cada nueve entradas entre todos los lanzadores de liga menor.
Y luego aparece Carlos Rodón, de los Medias Blancas, que el miércoles ponchó a nueve bateadores de los Reales en cuatro entradas. Él ha estado trabajando con un nuevo cambio en esta primavera, pero todo el daño ante los Reales lo hizo con un slider engañoso, preparado por una recta que se ubicó en las medianas 90 mph.
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