Ha trascendido en los medios la noticia, confirmada por el propio embajador ruso en Nicaragua, Nikolay Vladimir, que no son aviones de guerra MiG-29 los que Rusia tiene interés de vender al Gobierno de Nicaragua, sino aviones civiles Sukhoi SSJ-100 de 78 a 100 pasajeros y una autonomía de vuelo de 2,950 kilómetros.
Sukhoi ha ofrecido, para comenzar, cinco de estos aviones, cuyo precio unitario de fábrica va de 35.4 y 36.2 millones de dólares, para conformar una línea aérea de bandera nacional. El SSJ-100 es el primer avión comercial que fabrica Rusia después de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
De concretarse el pedido por los cinco aviones SSJ-100, ya sea el Estado de Nicaragua o Alba-Caruna tendría que desembolsar la nada despreciable suma de al menos 175 millones de dólares para aventurarse en las arenas movedizas de uno de los mercados más competitivos del mundo: el mercado de la aviación comercial.
Es más, el mercado de aviones de las cien plazas, como el moderno Sukhoi es particularmente muy competitivo a nivel mundial. Si el comprador fuera un grupo de empresarios privados, que saben medir el riesgo de su dinero, no habría ningún problema, pero si el adquiriente es Estado de Nicaragua, o incluso el grupo privado presidencial Alba-Caruna, caben varias consideraciones.
Si fuera el Estado, luego de las experiencias negativas que ha tenido Nicaragua y otros países centroamericanos con líneas aéreas de bandera nacional, habría que ponderar muy bien esta decisión, que contradice la razón de ser de este gobierno que es “el combate a la pobreza” y pondría en riesgo importantes recursos del Presupuesto General de la República.
No me extrañaría tanto que fuera Alba Caruna, que ya ha comprado, haciendas ganaderas, hoteles, canales de televisión, empresas generadoras de bunker y eólicas, etc., en cuyo caso, la nueva empresa aérea debería de ser totalmente independiente del Estado, una empresa “privada”, como en todos los casos mencionados, tal como lo fue Lanica de los Somoza.
Por lo que no cabría, en este caso, un aval del Estado de Nicaragua, a como no existe, ni se estila otorgar, a ninguna empresa privada en el país para cubrir el riesgo y sus obligaciones financieras.
Dicho lo anterior, habría que examinar el récord del nuevo avión, que tiene como competencia a nivel mundial el Bombardier C Series, de Canadá, el Embraer E Jets, de Brazil, el Antonov AN-158 y el Mitsubishi Regional Jet, de Japón.
Se han fabricado 78 aviones SSJ-100 desde que el primero salió de la fábrica en el 2008. Uno de ellos, el número de serie 95004, sufrió un accidente mortal el 9 de mayo del 2012 durante vuelo de exhibición para potenciales compradores, cuando se estrelló contra el volcán Salak de 2,211 metros de altura, cerca de Jakarta Indonesia, muriendo sus 45 ocupantes.
Aunque este accidente golpea el récord del avión, los investigadores concluyeron el 18 de diciembre del mismo año, que el accidente fue debido a error humano, principalmente porque los pilotos no atendieron seis alarmas de altitud baja y más bien el piloto apagó el sistema de información automática, pensando que estaba fallando, y se dedicó a conversar con un comprador potencial en la cabina de mando, mientras el avión se dirigía hacia la montaña.
Otro avión Sukhoi SSJ-100, el 95007, sufrió un accidente el 21 de julio del 2013 en el Aeropuerto de Keflavik, Islandia, cuando tuvo que hacer un aterrizaje forzoso debido a que el tren de aterrizaje no se desplegó. El avión sufrió daños en uno de sus motores y en su panza, pero por fortuna no hubo víctimas mortales en este accidente.
El nuevo avión es tecnológicamente muy avanzado y ha cumplido con las más rigurosas certificaciones mundiales. Pero la gran pregunta es: ¿es una prioridad y está en capacidad el Estado de Nicaragua de adquirir dichos aviones, para embarcarse en una aventura en uno de los mercados más competitivos del mundo moderno? Obviamente no.
Si este no fuera el caso, ¿quién pondrá los recursos y quién correrá con los riesgos, que no son pocos? Si fuese Wang Jing o Alba- Caruna, bienvenido sea “Alba Air” y que tengan mucho éxito.
El autor es diputado de la bancada PLI y presidente de la Comisión de Turismo.