La Autoridad del Agua es la institución creada por ley 620 (Ley general de aguas nacionales), para el manejo y uso sostenido de los recursos hídricos en Nicaragua y, vino a convertirse en el brazo ejecutivo del país, para hacer cumplir todas las disposiciones de la ley y su reglamento, particularmente, en el uso responsable del agua por parte de los usuarios. Asimismo, está encargada de planificar y orientar el desarrollo de los proyectos que puedan utilizar dicho recurso, sin menoscabo de la cantidad y de la calidad del mismo.
Obviamente, en la ley se recogen las disposiciones necesarias para cumplir con el manejo y uso sostenible del agua, regulando satisfactoriamente lo relacionado con: los aspectos institucionales y las normativas técnicas en cuanto a la preservación de la cantidad y la calidad, no obstante, en la misma ley, no existen las disposiciones para la creación y adopción de instrumentos económicos que permitan dotar a la Autoridad del Agua de los recursos económicos suficientes y necesarios, para aplicar la ley en toda su dimensión, y más aún, propiciar el desarrollo del agua, de tal modo, que esta institución, por sí misma, pueda financiar proyectos hídricos que difícilmente serían desarrollados por otras instituciones públicas o privadas.
Los proyectos antes mencionados, tendrían que ver con la recuperación de la cantidad y la calidad del agua como serían: los proyectos de reforestación de cuencas y control de la erosión y de plantas de tratamiento para las aguas residuales, que son descargadas por la agricultura, por un sinnúmero de ciudades y poblados y la industria en general, en donde no exista, de parte de los usuarios, alcaldías y Gobierno central, ninguna acción, infraestructura o proyecto, para conservar la cantidad y la calidad del recurso.
En vista, que la Autoridad del Agua sobrevive de un raquítico presupuesto, anualmente aprobado por la Asamblea Nacional, con el cual apenas se cubren los salarios de unos pocos empleados, que no pueden hacer mucho para cumplir con lo dispuesto en la ley; es urgente e impostergable, una reforma a la ley general de aguas, en el sentido de dotar a dicha institución, de los recursos económicos suficientes, para que con más beligerancia, pueda cumplir con sus obligaciones.
Por lo general, a las direcciones ejecutivas creadas como entes autónomos, de nada les sirve contar con autonomía institucional (obedecen políticas consensuadas por consejos directivos de alto nivel), si no gozan de autonomía económica y financiera, para lo cual sus leyes deben permitir que, mediante instrumentos económicos, se agencien de suficientes recursos para una operación efectiva y eficiente. Se me ocurre citar, como un ejemplo idóneo de imitar, al Fondo de Mantenimiento Vial para Nicaragua (FOMAV), el cual, gracias a una tarifa aprobada en una reforma a su ley creadora, realiza una excelente gestión sobre el mantenimiento de la red vial nacional.
En el caso de la Autoridad del Agua, estos instrumentos podrían ser, entre otros: a) la provisión de mayores recursos del presupuesto nacional, b) permitir tarifas unitarias diferenciadas, por el uso de cada metro cúbico de agua en los diferentes usos, excepto para consumo humano, c) recibir los montos que se le establezcan a las concesiones de las aguas subterráneas y superficiales, d) recepcionar los pagos de multas por sobrepasar los niveles aprobados para el uso del agua, tanto en calidad como en cantidad, e) recibir donaciones y préstamos, etc.
La aplicación de algunos de estos instrumentos económicos, tendría beneficios secundarios como el de volver más racional el uso del agua, ya que los usuarios para reducir la factura, evitarían el derroche innecesario y optarían por la aplicación de eficientes tecnologías, que permitan el ahorro, tanto en cantidad como en calidad.
Por otra parte, el desarrollo de Nicaragua descansa en sus proyectos hidráulicos, pero, usando y manejando el agua de una manera sostenible, sin embargo, paradójicamente, el agua está siendo destruida, gracias a nuestra indeseable cultura de uso y, es tiempo de reflexionar para protegernos de nosotros mismos.
El autor fue gerente nacional en Marena, de un plan de acción nacional para el manejo del agua.