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El engaño de Ícaro

Uno de los libros que con más agrado he leído esta semana ha sido este de Seth Godin, en donde el título incluye una pregunta provocadora “¿Hasta dónde quieres volar?”, y trata precisamente sobre la autoconciencia de las ataduras y el software mental equivocado que no nos permite ser quienes potencialmente somos.

Uno de los libros que con más agrado he leído esta semana ha sido este de Seth Godin, en donde el título incluye una pregunta provocadora “¿Hasta dónde quieres volar?”, y trata precisamente sobre la autoconciencia de las ataduras y el software mental equivocado que no nos permite ser quienes potencialmente somos.

La idea central de esa obra es la que yo llamo “domesticación” de los trabajos actuales, que bajo una falsa sensación de seguridad económica y una ciega obediencia a los rituales organizacionales, hacen que te conviertas en un perfecto autómata; alguien que por esa mínima comodidad quincenal de un depósito a su cuenta, condena y asesina todo su potencial creativo que podría llevarlo a niveles insospechados de auto-realización, incluyendo, beneficios económicos extraordinarios.

El libro plantea la necesidad de desarrollar un enfoque artístico al dilema del propio desarrollo personal y plantea el reto de abrir los ojos ante un espejismo que tiene atrapados a millones de seres humanos, legítimos robots administrativos, quienes soportan condiciones organizacionales en trabajos que son legítimos “gulags” sin haber enfrentado el reto enorme y único de abandonar ese gastado modelo, planteándose una idea que pueda convertirse en negocio viable, demostrando tus verdaderas capacidades y talentos que aún no has descubierto.

Las propuestas las he encontrado especialmente útiles por ser para mí remembranzas auto-biográficas, transportándome donde por muchos años laboré, en un rígido ambiente corporativo, en donde una “sabia mano” asignaba las responsabilidades, delimitaba infaliblemente los linderos máximos de tus capacidades, señalando con augusta y caprichosa majestad quiénes eran los elegidos por esos supuestos y conjeturales méritos, que al final de cuenta, esa aceptación existencial no era más que esa cobarde concesión que un asalariado le rinde como tributo al miedo del desempleo, o bien, a esa conjetura apocalíptica de un fracaso personal, pero que en realidad son parte de los programas mentales que uno adopta por evasión a contestarse difíciles preguntas existenciales.

Su mensaje no va dirigido solo a aquellos que perciben un salario de supervivientes, sino sobre todo, a quienes disfrutan de una razonablemente alta remuneración, pues es allí cuando más fuerte se presenta la sujeción al estatus quo, en donde estos beneficios implican una obediencia ciega con grave anulación individual, que en silencio provocan angustia cuando se analiza el futuro bajo ese modelo sacralizado y hace que “aceptemos la agotadora banalidad de la monotonía, de la sumisión, de quedarnos sentados en nuestro cubículo o de tragarnos el orgullo en una reunión. A esto lo llamamos trabajar, y nos han dicho que nos aguantemos, porque es nuestro empleo”. Es simplemente la maldición de la zona de comodidad.

Godin apunta a que los individuos de mayor éxito son aquellos que se han probado a sí mismos que pueden ser exitosos fuera de esa burbuja protectora, para que salgas a medirte y emprender una idea productiva. Aquellos que abandonan el comportamiento de cuadrilla, de multitud, de tropa, por supuesto que enfrentarán formidables desafíos, pero tendrán indudablemente una vida interesante, ya que el fracaso verdadero no existe, sino que pudieran ser solo etapas sucesivas de aprendizaje para alcanzar el éxito, ya que es como el autor lo menciona, el triunfo es un proceso y no un suceso.

Hazte hoy y ahora en tu oficina esas preguntas difíciles sobre tu propio futuro laboral; cuál es tu nivel de satisfacción actual, hacia dónde vas, cuál será tu respuesta cuando alguien te pregunte —no sobre el éxito o el fracaso como individuo— sino, si tuviste o no el valor de probarte y vencerte a ti mismo, de llegar finalmente a ser, quien realmente podías ser.

(*) Consultor en Seguridad Industrial. [email protected]

Economía

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COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    Interesante punto de vista.

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