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Enfrentando el cambio

Transcurría aún el verano de 2011 y nos habían llevado a ese seminario en un otrora aristócrata club capitalino, en donde supuestamente nos brindarían formación para enfrentar una brutal realidad: la empresa había sido rematada al mejor postor y su personal vendido en calidad de saldos de inventario o chatarra de baja calidad.

Transcurría aún el verano de 2011 y nos habían llevado a ese seminario en un otrora aristócrata club capitalino, en donde supuestamente nos brindarían formación para enfrentar una brutal realidad: la empresa había sido rematada al mejor postor y su personal vendido en calidad de saldos de inventario o chatarra de baja calidad.

La plataforma empresarial que había sido hasta ese entonces, simplemente desaparecía, dejando colgados de la brocha a quienes lealmente habían efectuado carrera por décadas. Era necesario —según los ingenieros empresariales— fortalecer nuestras competencias para enfrentar una realidad inconmovible.

Los instructores eran una pareja muy disímil. Una dama, quien fácilmente frisaba 75 años, pero que al sonido acompasado y planificado de pausas en la presentación, ejecutaba antiguos pasos de baile, que más bien eran movimientos erráticos, pero aderezados con una gran sonrisa de refinada odontología.

El otro instructor era un joven, no mayor de 25 años, y según la dama que incansablemente lo promocionaba, todo un portento en el coaching empresarial.

La sesión empezó extravagantemente, con la aparente creencia de los instructores que quienes habían sido convocados era párvulos o infantes de jardín; siendo que en la audiencia habían varias gerencias, y como si fuera poco, participaba también el ejecutivo mayor de la organización —a quien no le afectaba la venta de la compañía— pero que en una loable muestra de misericordia para con nosotros los condenados, concurría como un empleado más.

Se avanzó en el material, el cual constaba de un entramado de convencionalismos baratos y de psicología “pop”, gráficos que no aterrizaban en un punto específico, pero que como munición convencional había que disparar, sin tino o precisión alguna. Se notaba que habían recibido instrucciones —o hicieron interpretaciones— muy pobres sobre lo que era apropiado para el grupo.

Se llegó a un momento en que se hizo un silencio —obviamente calculado por los instructores— en el cual el joven portento —como en éxtasis— empezó a presentar imágenes de un águila, y por medio de ellas narraba que cuando el falconiforme llega a una avanzada edad, perdía su energía, se le caían sus garras y su pico, retirándose a un elevado risco a pasar ese largo y final trance, en el cual, sin explicar si había acumulado o no comida para tal fin, transcurría esperando su muerte.

No obstante, al pasar el tiempo —según el joven instructor— cuando ya su fin parece llegar irremediablemente, el ave rapaz nota que empiezan a salirle nuevas garras, creciéndole también un nuevo pico, vigoroso, robusto; y de pronto, empieza a sentir los impulsos y ánimos de una juventud ida, y como si fuera poco, en unos días, el ave ya rejuvenecida, se decide a volar otra vez, volviendo a ser la reina del aire, con bríos y energías que nunca había pensado volvería a tener.

Alguien —al parecer muy acucioso— le preguntó al instructor: “¿Podríamos hacer una pausa para verificar en Google si esa historia es verdadera?”

El joven portento le respondió: “No. No es verdadera. ¿Pero no me diga que la historia acaso no es bonita?”

Lo que aconteció a continuación fue bastante engorroso. La tomadura de pelo y la falta a la verdad fue recibida severamente por la audiencia, al ser una legítima ofensa a la inteligencia. Nadie continuó participando y más bien demostraban su molestia y desinterés ante tanta improvisación.

Usted debe respetar a su audiencia. Debe saber que la edad y la experiencia son grados en la vida. Entender que no puede andar inventando inexactitudes y haciendo pirotecnias verbales para ejemplificar moralejas baratas. Prepárese minuciosamente. Investigue. Esfuércese en ser creíble. Sea un verdadero profesional.

(*) Consultor en Seguridad Industrial.

[email protected]

Economía Competitividad Empresarial archivo

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