Fuertes corrientes de agua que se deslizan fácilmente por la ausencia de una capa vegetal que las frene, suelos que no las absorben, cauces que no las canalizan, sistemas de drenaje viejos y atorados de basura y sedimentos, son los principales motivos por los que Managua se empoza ante la menor precipitación, o al menos esto es lo que explican expertos que añaden a la fórmula del desastre la desordenada expansión urbanística de la ciudad.
Ya lo advertía hace unos años el secretario general de la comuna capitalina, Fidel Moreno. Según él los sistemas de drenaje de Managua solo aguantan “entre 50 y 60 milímetros de agua”, ante un mayor volumen colapsan, como lo hicieron durante la semana.
Para Ruth Selma Herrera, expresidenta ejecutiva de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal), el problema radica también en que, al crecer la ciudad, se han despalado las zonas menos recomendadas y por tanto “en vez de suelo que absorba el agua, ahora hay pavimento, adoquín, cemento, techos”, dice.
“Ahora, todas las corrientes que vienen de esa zona (Distritos III, IV, V, y zonas como Veracruz y Ticuantepe), no pueden detenerse con las obras que está haciendo la Alcaldía, las mejoras que ellos han hecho resultan insuficientes para esos volúmenes de agua, para esos volúmenes de sedimiento y para esos volúmenes de basura”, explica.
A eso se le suma que los 61 kilómetros de cauces revestidos y 84 kilómetros de cauces no revestidos que serpentean por la cuidad resultan insuficientes para controlar las corrientes.
“Además de mejorar el drenaje pluvial, además de cambiar las tuberías de medio cuerpo por cuerpo completo, es mejorar y construir una nueva red de cauces”, asegura Omar Lola, concejal del Partido Liberal Independiente (PLI).
Lo habían advertido
“Aquí se combinó el colapso del sistema pluvial de la ciudad con el daño ambiental que le hemos hecho a la Subcuenca Tres de Managua y a la zona donde ahorita están generándose las corrientes más fuertes”, asevera Herrera.
Es en ese mismo espacio donde, según ella, hace años estudios japoneses recomendaron “que no podíamos construir y botar los árboles y llenar de pavimento porque ahí se recarga el acuífero de Managua”, subraya.
Fue precisamente allí donde se localizaron las urbanizaciones y asentamientos.
Para el concejal Omar Lola, este asunto tiene su génesis en los permisos que la comuna otorga a los residenciales y en la falta de estudios ambientales previos que demuestren los niveles de afectación desatados al levantar decenas de casas en un sitio X.
“Managua está teniendo demasiado desorden en la construcción de residenciales que están evitando la venida de agua de cauces naturales y ahora las aguas deben coger por otro lugar”, dice.
Es culpa de la basura
Para Lola, la situación de Managua se agrava ante el mal hábito de la población de tirar basura por todos lados. Basura que se enreda en las rejillas de los manjoles, que se atasca en las alcantarillas y que atraviesa la ciudad.
“No está preparada la ciudad de Managua para estos fenómenos naturales que se están dando con el cambio climático, porque ni la infraestructura se ha adecuado ni la población se ha educado, ni hay un control sobre los empresarios que construyen las obras, porque en general son obras de mala calidad”, concluye Herrera.
¿Y ahora?
Pese a los esfuerzos de la Alcaldía de Managua de revestir cauces, de ampliar la capacidad de las alcantarillas o cualquier otro proyecto menor ejecutado hasta ahora, falta mayor inversión para solucionar el problema que aqueja a la capital, opinan expertos.
Para Ruth Selma Herrera, expresidenta ejecutiva de Enacal, realizar obras de infiltración, obras de recarga, obras de retención de agua, reductores de velocidad y construir dentro de los cauces sistemas que absorban el agua son algunas de las posibles alternativas para erradicar el caos en la capital.
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