Corina Machado, la dirigente opositora de Venezuela y exdiputada despojada de su representación parlamentaria por el régimen chavista, denunció que en su país ya se está ejecutando un gran fraude electoral.
La denuncia de Machado se produjo después que fue descalificada para ser candidata en las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional, en diciembre próximo, porque según la Contraloría venezolana, cuando fue diputada no incluyó en la declaración jurada de ingresos los cupones de comida que reciben los parlamentarios. Pero esto según ella es un pretexto absurdo, además de ilegal, porque nunca recibió —ni pidió, por su propia dignidad— los tales cupones de comida.
Sin embargo Corina Machado declaró que seguirá siendo candidata: “Voy a postularme a la Asamblea Nacional y seguiré representando la determinación democrática del pueblo de Venezuela”, declaró enfáticamente.
Machado precisó que en Venezuela ya está en marcha un fraude monumental, al negarle a los ciudadanos el derecho a elegir libremente a sus representantes, al impedir que cientos de miles de estudiantes se inscriban en el registro electoral para ejercer el derecho a votar, al atemorizar a los empleados públicos diciéndoles que el gobierno podrá conocer sus votos, al utilizar los recursos públicos para financiar al partido oficialista, etc.
Esta no es la primera vez que el régimen chavista hace fraude electoral. Para la elección de la actual Asamblea Nacional, en diciembre de 2010, el gobierno modificó las circunscripciones electorales a fin de que el partido de gobierno tuviera más escaños que la oposición, a pesar de recibir menos votos. En esa ocasión la oposición obtuvo 52 por ciento de los votos, pero solo le reconocieron 67 diputados de los 165 que se disputaban. En cambio, al partido oficialista que recibió el 48 por ciento de los sufragios, el Consejo Electoral le asignó 98 diputados.
Para las elecciones de diputados que se celebrarán en diciembre de este año el gobierno planea hacer lo mismo que hizo en 2010. Ya se anunció oficialmente que se volverá a modificar los circuitos electorales y el cálculo del número de escaños a distribuir, con el propósito de asignar más diputaciones donde el partido de gobierno tiene mayoría, y menos en los lugares que son bastiones de la oposición.
Dado el gran desprestigio del gobierno chavista, en una elección justa y limpia la oposición derrotaría ampliamente al partido oficialista. Ya en marzo de este año, la intención de voto por la oposición era, según las encuestas, de casi 60 por ciento, mientras que la del oficialismo llegaba apenas al 22.5 por ciento. A estas alturas la diferencia es mayor, por el agravamiento de la crisis económica que no solo se debe a la caída de los precios del petróleo, sino también a la incapacidad administrativa, la desmedida corrupción gubernamental y la incontrolable violencia criminal.
El nuevo secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha criticado con cuidadoso lenguaje diplomático la inhabilitación de Corina Machado y otros líderes opositores. Y ha ofrecido enviar una misión del organismo hemisférico para observar el proceso electoral que culminará el 6 de diciembre próximo.
Pero eso es muy poca presión a un régimen tan autoritario, arbitrario, fraudulento, inescrupuloso y corrupto como es el de Venezuela.