Esta semana continuarán los actos de protesta de los partidos y movimientos políticos de oposición, y grupos no partidistas de la sociedad civil, en demanda de elecciones libres y limpias. A pesar de que según las encuestas la oposición no podría derrotar a Daniel Ortega, aunque las elecciones fuesen libres y limpias, los grupos opositores insisten en su reclamo y más bien lo están reforzando.
Según las tres encuestas que miden regularmente el pulso de la opinión política en Nicaragua (CID-Gallup, M&R Consultores y Víctor Borge y Asociados), los partidos de oposición no tienen posibilidad de vencer electoralmente al orteguismo. Para mencionar solo la encuesta más reciente, que M&R dio a conocer a mediados del presente mes de julio, en ella se reporta que el partido FSLN tiene un 52.4 por ciento de simpatía popular, mientras que todos los partidos opositores juntos solo son respaldados por un raquítico 9 por ciento y el 38.6 por ciento se declara independiente.
No obstante, ya sea porque no le da crédito a las encuestas o porque tiene una firme convicción democrática y la certeza de que la lucha electoral es la única correcta y válida para pretender la toma del poder, la oposición política y social no deja de luchar en la medida de sus fuerzas para que las elecciones en Nicaragua vuelvan a ser libres, competitivas y limpias.
Muchos se preguntan por qué, Daniel Ortega, teniendo tanto apoyo popular de acuerdo con las encuestas y las enormes manifestaciones de sus partidarios, sin embargo no quiere permitir que haya elecciones libres y limpias; demanda que no solo es de la oposición sino también de la Iglesia católica, las denominaciones cristianas evangélicas y la empresa privada. Si la mayoría de la gente respalda al Gobierno, si Daniel Ortega y su compañera son los personajes más populares del país y por lo tanto cualquiera de los dos ganaría fácilmente las votaciones, sin tener que recurrir a un nuevo fraude electoral, entonces ¿por qué no quieren o sienten miedo a medirse con la oposición en elecciones libres y transparentes?
En realidad, algún temor debe sentir Ortega a perder el poder en unas elecciones libres y limpias, pues ya lo perdió en 1990 después de que casi todas las encuestas vaticinaban que él derrotaría a doña Violeta Barrios de Chamorro por amplia mayoría. Pero el resultado fue al revés. Y posteriormente Ortega perdió otras dos elecciones, en 1996 y 2001, cuando no controlaba el Consejo Supremo Electoral y no podía montar fraudes como los que realizó en los comicios de 2008 y 2011.
Sin embargo, no es solo por miedo a perder las elecciones que Ortega ha convertido al Consejo Supremo Electoral en una máquina de hacer fraudes. Es que por su ideología Ortega tiene fobia a la libertad electoral y a todas las instituciones de la democracia representativa.
Esto lo reconoció con brutal franqueza el mismo Daniel Ortega, cuando compareció ante la Televisión Cubana el 22 de abril de 2009. Ortega se declaró en esa ocasión ferviente partidario del sistema de partido único y de elecciones como las que se hacen en Cuba, donde solo se puede votar por los candidatos del partido comunista.
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