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Diversificar protege contra cambios del clima

Mientras los investigadores continúan en la búsqueda de opciones para adaptar las actividades agropecuarias a las nuevas condiciones climáticas, la milenaria práctica conocida como agricultura familiar es una de las alternativas más viables para enfrentar los estragos del cambio climático.

Mientras los investigadores continúan en la búsqueda de opciones para adaptar las actividades agropecuarias a las nuevas condiciones climáticas, la milenaria práctica conocida como agricultura familiar es una de las alternativas más viables para enfrentar los estragos del cambio climático.

Sin embargo, es necesario promover políticas públicas para propiciar a este segmento de agricultores —que produce cerca del ochenta por ciento de los alimentos que se consumen localmente—, asistencia técnica, financiamiento y el acceso a los mercados, para garantizar la seguridad alimentaria de los nicaragüenses.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) define agricultura familiar como el modelo de producción agrícola, forestal, pesquera, pastoril y acuícola, gestionado y operado por una familia y que depende principalmente de la mano de obra familiar, incluyendo tanto a mujeres como a hombres.

Este tipo de agricultura es una de las alternativas para enfrentar el cambio climático porque los agricultores familiares tienen diversificados sus sistemas de producción.

TIENEN DE TODO UN POCO

“En sus fincas encontramos diferentes rubros: los que generan ingresos que pueden ser el cacao, el café o la ganadería, pero también tienen áreas para la producción de granos básicos y las combinan con árboles frutales, musáceas, hortalizas, vegetales y otros productos que permiten enfrentar riesgos alimentarios”, dice Sayra Taleno, del Programa Agroambiental Mesoamericano del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie).

Además, en este segmento productivo es donde se desarrolla la mayoría de las prácticas y tecnologías adaptadas a la variabilidad del clima.

En Nicaragua el peso de agricultura familiar es importante: un diagnóstico realizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) determinó que de las 262,546 explotaciones agropecuarias registradas en el Cuarto Censo Nacional Agropecuario (Cenagro 2011) unas 219,459 funcionan bajo el concepto de agricultura familiar, es decir, el 83.59 por ciento del total.

“Muchos de estos agricultores familiares trabajan en el mercado interno. De hecho en los mercados de Managua pululan miles de agricultores familiares que producen verduras, hortalizas, granos básicos, frutas y otros productos… Se estima que el sector produce por lo menos el ochenta por ciento de los alimentos que se consumen localmente”, detalla Salvador Tapia, consultor del IICA.

Además, este modo de producción no discrimina la exportación. Un ejemplo de ello, según Tapia, es la caficultura que en su mayoría está en manos de agricultores familiares entre los que hay muchos exportadores.

CON MUCHOS OBSTÁCULOS

Pese a su importancia, este sector continúa enfrentando obstáculos para acceder a programas de asistencia técnica, financiamiento y programas gubernamentales que les permitan fortalecer sus sistemas de producción y que les permitan vender sus excedentes de producción, que es su aporte a la seguridad alimentaria.

El diagnóstico realizado por el IICA fue presentado a finales de la semana pasada en el Foro Nacional de Agricultura Familiar. En él también se determinó que en el país existe una estructura para atender a los agricultores familiares a través del Ministerio de Agricultura Familiar Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (Mefcca) y sus programas.

“Podemos decir que el Estado tiene claro qué hacer y cómo hacerlo para promover la agricultura familiar y probablemente lo que tiene es un problema de cómo financiar lo que se tiene que hacer… sobre todo teniendo en cuenta que ya no somos un país prioritario para la ayuda”, dice Francisco J. Pérez, investigador del Instituto Centroamericano para el Desarrollo de Capacidades Humanas (Ixmati).

“Y aunque hay muchos esfuerzos en Nicaragua hay que apostar más a las políticas públicas dirigidas a proteger a este segmento del sector productivo… que es vulnerable a los cambios de mercado y necesita mejorar sus sistemas de producción para que sean rentables social, ambiental y económicamente”, sostiene Taleno.

“Los costos de producción son una limitante para los agricultores familiares, que
muchas veces tienen que abandonar la actividad porque la rentabilidad no es buena y eso es consecuencia de la ausencia de políticas públicas”.
Sayra Taleno, del Programa Agroambiental Mesoamericano del Catie.

PRECIOS TAMBIÉN INFLUYEN

Tapia estima que lo importante es enfocar el esfuerzo país desde el punto de vista de la atención que necesitan estos productores “en términos de inversión, crédito, innovación, tecnología y gobernabilidad para fomentar, potencializar y hacer sostenibles a los agricultores familiares”.

Desde el punto de vista de mercado interno que sean cada día más efectivos, eficientes, productivos y competitivos. Esto sin olvidar que dentro de este sector existe un gran número de agricultores que están organizados en cooperativas o asociaciones, y otro que es de subsistencia. Cada segmento tiene necesidades particulares, recuerda Tapia.

Otro problema estructural del sector, según Pérez, son los precios, ya que “los productores reciben precios muy bajos que les impiden invertir. Por ejemplo, en el 2008 solo para pagar los fertilizantes un productor requería el 84 por ciento de su producción” y esto deriva en problemas de calidad.

Para mejorar sus ingresos una de las pocas opciones que les queda al agricultor familiar es la asociatividad. Crear empresas colectivas que les permitan vender volúmenes más grandes que les permitan negociar mejores precios y a la vez mejorar la calidad de su producción.

“Desgraciadamente las instituciones del sector público agrario no promueven este tipo de diálogo a nivel de país, por eso estamos tratando de fomentar este tipo de información, para dejarla plasmada y entregarla a las autoridades”, dijo Tapia.

MEJORAR CAMINOS

Para los especialistas otro elemento clave para apoyar a la agricultura familiar es el mejoramiento de la infraestructura de los caminos productivos.

“Mientras la infraestructura de caminos siga siendo mala el intermediario seguirá teniendo un rol. Porque el que se mete a sacar las cosechas en los caminos desbaratados es él. Es cierto que paga poquito pero ese es el costo de asumir el riesgo de meterse dónde nadie más se quiere meter para andar de finca en finca recogiendo de puchito en puchito la producción”, dice Francisco J. Pérez, investigador del Instituto Centroamericano para el Desarrollo de Capacidades Humanas (Ixmati).

ARDUA TAREA

Según los especialistas los agricultores familiares necesitan un acompañamiento de al menos diez años para garantizar que avancen paso a paso hasta lograr que sus sistemas de producción alcancen la sostenibilidad social, ambiental y económica que requieren para subsistir. La idea es combinar esfuerzos público-privados para sacarlos adelante y con ello el desarrollo del sector rural del país, dice Francisco J. Pérez, investigador del Instituto Centroamericano para el Desarrollo de Capacidades Humanas (Ixmati).

Boletin Economía cultivos Diversificación archivo

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