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El Capi Prío

El 24 enero de 1927 un niño de 12 años miraba desde el balcón de su hermosa casa esquinera cómo entraban marchando a ritmo de su banda de guerra las tropas americanas que acababan de bajarse del tren que les había traído a León desde Corinto.

El 24 enero de 1927 un niño de 12 años miraba desde el balcón de su hermosa casa esquinera cómo entraban marchando a ritmo de su banda de guerra las tropas americanas que acababan de bajarse del tren que les había traído a León desde Corinto.

Entonaban elegantemente marchas y pasando enfrente de su mirada oía Hand Across The Sea .

Era el mismo balcón donde Darío había respirado el olor a madroños cerca del cuarto donde soñó algunos de su versos.

“Había que ver que orden, que ritmo y pulcritud. Sonaba The Stars and Stripes Forever cuando entraron a la plaza enfrente de Catedral. Ese día por la tarde mi padre pudo abrir su establecimiento cerrado por varias semanas de terror. Al día siguiente la gente circuló en las calles alborozadas de alegría, el resto de los comercios abrieron y ya en el mercado habían innumerables cosas para comer. Desaparecieron los asaltos, los chabacanos y vagos. Nicaragua era otra”.

El Capi Prío a sus noventa y pico de años narraba con su mente clara y su característica firmeza, una de sus cientos de historias que desde niño le venía oyendo pues crecí en esa casa de mi bisabuelos.

Eran historias que inspiraron a novelistas e historiadores y crearon múltiples libros y artículos periodistas. Historias que iban desde las tristes guerras civiles que tenían como ejemplo al hermoso espejo del alto de la casa con su hoyo testigo de un tiro de la revolución de 1912 disimulado por un ramillete de flores, pasando por los vales que Darío nunca abonó, las conversaciones con Castañeda antes, durante y después de sus crímenes, los gritos de la guardia cuando asesinaron a los estudiantes, los llantos de los presos cuando mataron a Somoza al pasar desfilando a la plaza, hasta las últimas noticias que a diario le llevaban desde la banca maldita que justo enfrente de su casa por la noche al son de su música se reunía para comentar del honor de las personas de León entero.

Esta experiencia de sus años mozos me la contó sentado en un taburete en su última casa, la que le habían cambalacheado después que el desgobierno sandinista descaradamente se robó la que junto con el resto de sus hermanos le heredara su padre en la esquina noroccidental frente al parque central —la Casa Prío— para hacer un adefesio que refleja la baja moral de sus asaltantes.

Y no es que apoyara la vergüenza de ser invadidos por gentes extrañas, era que le dolía que nosotros con nuestras sinvergüenzadas y egoísmos permitiéramos que un ejército foráneo nos viniera a poner el orden que no podíamos ponernos nosotros mismos. “A Sandino lo hicimos y lo matamos. A Carlos Fonseca también. A los Somoza ni se diga y ya verás a otros iguales con diferentes nombres haciendo lo mismo y quizás cosas peores”, me decía ese mismo día con sabias y proféticas palabras.

Existen personajes que llenan nuestra mente de admiración.

Capi le decían por capitán, título que se ganó por hacer sonar las marchas de guerra que inmortalizaron a John Philip Souza quien en realidad era capitán de La Marina de los EUA. “Mala costumbre de apodar con títulos que uno no tiene”, me contestó después de preguntarle por qué le llamaban así. Marchas que todos al pasar por la Casa Prío escuchábamos noche tras noche, música que acompañaba de valses de Strauss, sinfonías de Beethoven, valses de José de la Cruz Mena sin faltarle la Marcha de Radetzky que hacía sonar varias veces en el mes de julio haciéndole honor a Johann Strauss celebrando la famosa batalla de Custoza.

Entrar a su establecimiento y tomarse una cerveza, comerse un enmantecado o un relámpago eran delicias que se quedaban atrás si nos encontrábamos con el Capi y teníamos una breve conversación con él.

Algunos dicen que hoy ven su espíritu llorando en su esquina. El rincón que no solo a él y su familia le saquearon, sino el rincón que le despojaron a León y a Nicaragua entera los que usurpan de nuevo la dignidad de un pueblo y se burlan de su historia.

El autor es médico y Cirujano

Columna del día Capi Prío archivo

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COMENTARIOS

  1. El analista
    Hace 9 años

    Que me gusta que a las cosas las llamen por su nombre. Ladrones, asaltantes, sinvergüenzas, etc.

  2. el gueguense
    Hace 9 años

    La Casa Prio quedó totalmente destruida por los bombardeos de la guardia nacional durante la insurección final en junio-julio 1979. Luego del triunfo de la Revolución la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, por iniciativa de Sergio Ramirez, considerando lo que representaba el Capi Prio un hijo dilecto, le construyeron una casa en compensación por el terreno.

  3. Hace 9 años

    Cuando era un chavalito de 8 años vivia en Costa Rica. Recuerdo que los par
    ques por las noches se llenaban de gente que asistian a los conciertos de
    diferentes bandas de musica.Desde 1972 vivo en USA,los parques son grandes y no importa la hora que sea, siempre estan llenos. Y tocan musica diversos
    conjuntos. Solo estan vacios cuando los frios son bajo cero o hay tormentas
    de nieve. En Nicaragua no ocurre eso, siempre estan descuidados y en abandon
    no, ademas de solitarios. CAMBIEN.

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