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La limpieza, preservación y conservación de la isla de Ometepe se ha convertido en una misión social e institucional, donde cada quien pone su granito de arena contra un enemigo en común: los desechos sólidos que llegan a la isla. Decenas de personas, cada día, se dan a la misión de reciclar, limpiar y preservar el sitio libre de la mayor cantidad de desechos posible. LA PRENSA/ARCHIVO

Cruzada verde en Ometepe

Una legión de héroes silenciosos y laboriosos, de todas las edades y colores, salvan día a día el medioambiente de una invasión de plástico, vidrio y metal. La batalla, dura y dulce a la vez, se desarrolla en un escenario paradisíaco: la isla de Ometepe, con sus 276 kilómetros cuadrados de naturaleza empotrada en medio de un lago de más de 8,624 kilómetros de agua dulce.

Una legión de héroes silenciosos y laboriosos, de todas las edades y colores, salvan día a día el medioambiente de una invasión de plástico, vidrio y metal. La batalla, dura y dulce a la vez, se desarrolla en un escenario paradisíaco: la isla de Ometepe, con sus 276 kilómetros cuadrados de naturaleza empotrada en medio de un lago de más de 8,624 kilómetros de agua dulce. Dos hermanos colosos son testigos mudos de la ardua misión: el volcán Concepción en el municipio de Moyogalpa y el volcán Maderas, en el municipio de Altagracia.

En sus faldas se movilizan centenares de estudiantes, turistas de todo el mundo, mujeres dedicadas a la dura faena del campo, pequeños empresarios de turismo y pobladores de todas las edades, recogiendo los desechos sólidos que ahora, producto del auge del turismo, han llegado a invadir los territorios naturales donde por siempre ha reinado a sus anchas Madre Natura.

LA ISLA ES UNA AULA

“Es una misión dura, con pocos recursos, que la hacemos con el corazón por ver nuestra isla limpia”, dice Karen Paladino, nombre tropicalizado de Karin Allgeier, una alemana de origen que se nacionalizó nicaragüense tras permanecer en el país desde 1984, cuando vino a estas lejanas tierras en una misión de solidaridad social en aquellos álgidos tiempos de guerra.

Paladino o Karen, como la saludan con respeto y alegría en esas callecitas angostas y pedregosas de Balgüe, una comunidad rural de Altagracia, en Ometepe, es la madre y tutora de Educación Medio Ambiental de Ometepe (EMAO), una organización comunitaria que derrocha creatividad y ternura en su campaña de concientización ambientalista en la isla.

La casa de Karen es un tributo al medioambiente: casi todo es natural y humilde, predomina el material de reciclaje en todos sus ámbitos, los animales domésticos corren libres, el aire del bosque se cuela bruto por sus costados sin paredes y el ruido del lago Cocibolca reventando en la costa rocosa, a unos cincuenta metros de la vivienda, es el complemento perfecto de esta joya de la naturaleza.

Karen es consciente de esa armonía y la disfruta: “En esta isla conocí la libertad de la vida. En las ciudades uno es prisionero, aquí la vida es la libertad”, reflexiona ella, mientras cuenta en su español rudo la experiencia de convertirse en misionera ecológica.

EMAO no es una ONG. Ni una entidad con fines de lucro ni una organización formal de libros y directivos. “Son solo siglas que le pusimos a nuestra voluntad de contribuir a la naturaleza de la isla. Solo queríamos darle identidad a nuestro trabajo ambiental”, explica Karen, mientras mastica un pedazo de pan integral en una rústica mesa de madera colocada en el patio de su casa, con vista al lago.

La educación, dice ella, es vital para el cambio. Y según su apreciación, la isla urge de un cambio que debe iniciar ahora y desde las nuevas generaciones. Por eso, de acuerdo con Karen, la idea de EMAO es convertir a toda la isla en una inmensa aula de clases ambientales, donde maestros y alumnos comparten un mismo espacio y una misma misión: preservar la joya natural donde les tocó vivir.

La imponente imagen del volcán Concepción  se percibe al fondo de un basurero de la isla de Ometepe, donde la basura se ha convertido en un problema social. LA PRENSA/CORTESÍA
La imponente imagen del volcán Concepción se percibe al fondo de un basurero de la isla de Ometepe, donde la basura se ha convertido en un problema social.
LA PRENSA/CORTESÍA
EL VALOR DE LA BASURA

“Los adultos ya vienen formados en una cultura difícil de transformar, aunque poco a poco hemos venido viendo que los padres se van involucrando en las actividades ambientales de sus hijos”, cuenta el profesor Martín Otero, del instituto Jaime Marzá.

“Nosotros le decimos a los niños que la basura que botamos se convierte en veneno para el agua y los peces. Les decimos que cuando botamos basura contribuimos al cambio climático y que eso se traduce en enfermedades. Y cuando les hablamos de enfermedades es como si los niños sintieran en carne propia la desgracia de la degradación ambiental, porque después de todo ¿a qué niño le gusta estar enfermo?”, explica Otero, quien nos lleva a un recorrido por el vecindario donde la labor ambiental se refleja en los sacos colgados en los patios, llenos de botellas, recipientes plásticos, vidrio y latas de todo tipo.

Y es que una empresa privada, distribuidora de cervezas, contagiada por el esfuerzo comunal, le puso precio a la basura y convirtió los desechos en monedas: instauró una especie de feria escolar en la que los paquetes escolares, utensilios deportivos y ropas promocionales del medioambiente se pagan con basura no orgánica.

“Por ejemplo, un paquete escolar de cuadernos y lápices puede costar un saco de botellas reciclables. Los padres y los niños se dan a la tarea de recolectar estos desperdicios, lavarlos, clasificarlos y almacenarlos.

Cuando la empresa anuncia el evento, todos recurren a sus reservas de reciclaje para canjearlos por productos para la familia, es como un incentivo en premio a la misión que varias personas venían realizando por su propia motivación”, dice Otero.

Karen, por ejemplo, ha logrado conseguir unos balones de futbol y ha motivado a los estudiantes del colegio primario de San José del Sur a que recojan veinte sacos de botellas a cambio de los balones.

Los estudiantes de los colegios de Ometepe  se han lanzado de lleno a la misión de reutilizar los desechos sólidos para convertirlos en objetos de utilidad en sus escuelas. LA PRENSA/ARCHIVO/CORTESÍA KAREN PALADINO
Los estudiantes de los colegios de Ometepe se han lanzado de lleno a la misión de reutilizar los desechos sólidos para convertirlos en objetos de utilidad en sus escuelas.
LA PRENSA/ARCHIVO/CORTESÍA KAREN PALADINO
MUJERES CON CORAJE

El material recogido de las calles fue llevado a un centro de acopio en Altagracia, donde un grupo de mujeres se ha dado a la tarea, desde 2007, de recorrer los rincones de la isla en busca de desechos para luego venderlos en Managua.

El colectivo se llama Asociación de Mujeres Recicladoras de Altagracia. Eran diez, ahora quedan seis, que siguen en la misma labor: pepenar todo el desecho posible con valor de reciclaje y sacarlo de la isla para Managua, donde se vende y de donde ellas obtienen un ingreso extra para la supervivencia doméstica.

María del Rosario Gutiérrez, una de las líderes de esa asociación, cuenta que la misión ha sido difícil todos estos años por falta de apoyo institucional para proveerles transporte, seguridad laboral y financiamiento para el proyecto.

“Apoyo siempre lo hemos tenido, gracias a Dios, la Alcaldía nos ha apoyado, algunos hoteles también, una gente de la Unión Europea ha dado fondos para mejorar las condiciones del relleno sanitario y pues gracias a Dios ahí vamos, pero sí, no ha sido suficiente, necesitamos más recursos para recoger y trasladar el material, para procesarlo y sacarlo de la isla”, dice Gutiérrez.

La Alcaldía de Moyogalpa, con apoyo de la Unión Europea, logró mejorar los vertederos de Moyogalpa y Altagracia y ahora existen ahí unas galeras donde se trata la materia orgánica, recipientes para lombricultura, para hacer abono orgánico a base de lombrices, pilas cosechadoras de agua y compostera.

El ambiente en la zona de desechos, pese a la triste imagen de ver cerros de basura en un paisaje natural exuberante, es ahora menos denso que en años atrás.

De acuerdo con cifras estimadas de las organizaciones ambientalistas que trabajan en la isla, a Ometepe ingresan al menos diez millones de toneladas de plástico al año.

La mayoría de los envases plásticos terminaban en las calles, cauces y patios. Cuando llovía las corrientes los arrastraban al lago y ahí terminaban, si no antes no eran quemados junto con la basura natural en los patios de casas y escuelas.

Por ello y desde hace diez años, el grupo de Educación de Medio Ambiente de Ometepe, con Karen al frente, seguida por una delegación estudiantes, maestros y vecinos de 28 colegios de la isla, han coordinado con el Ministerio de Educación, las alcaldías de la isla, empresarios turísticos locales y otras organizaciones no gubernamentales, una campaña educativa para comenzar a impartir charlas teórico-prácticas sobre medioambiente en la isla.

Teatro, concursos de narración, murales, pinturas, bancas de desechos, cestos de basura con material reciclable, jornadas deportivas, exposiciones culturales y científicas y cuanto recurso posible sea inventado ahí ha servido para llevar el mensaje verde y levantar las botellas.

Un joven aprendió a hacer bloques de cemento  a partir de botellas de plástico, que luego se usan para construir viviendas sociales para gente de escasos recursos de la isla. LA PRENSA/ARCHIVO
Un joven aprendió a hacer bloques de cemento a partir de botellas de plástico, que luego se usan para construir viviendas sociales para gente de escasos recursos de la isla.
LA PRENSA/ARCHIVO
COSITAS QUE BRILLAN

Del esfuerzo nació un grupo de teatro, Cositas que Brillan, integrado por estudiantes de la isla, quienes incluso han salido de sus territorios a otras partes del país a llevar, además de sus artes teatrales, sus mensajes de amor por la naturaleza.

Y tal entusiasmo ha logrado calar entre muchos turistas: no es raro ver a grupos de cheles descamisados y greñudos metidos de lleno en las acciones de limpieza y obras de solidaridad.

“Algunos hasta vuelven con misiones de caridad y labores ambientales”, dice Karen, quien ha trabajado desde hace más de una década con voluntarios alemanes que llegan a la isla a realizar misiones humanitarias y ambientales.

Algunas de estas iniciativas terminan en obras sociales: un proyecto financiado por Alemania convirtió botellas en bloques de cemento. Las botellas se rellenaron, se ataron con alambres de acero, se metieron en cajas de madera y se rellenaron de cemento.

Con esos bloques se fabricaron viviendas para beneficio de habitantes de escasos recursos. Casi doscientas viviendas, para beneficio de igual cantidad de familias, se hicieron a base de desechos y cemento. Algunos hoteles hicieron bancas a base de botellas y otras familias ampliaron sus viviendas con paredes hechas de botellas, cemento y alambres.

Para esperanza de todos, no solo los adultos se han metido de lleno a la cruzada. Isabel Cristina Maleaños no puede ocultar el orgullo y la emoción cuando cuenta el papel de sus niños en estas acciones.

Sus niños, sus niñas, son estudiantes de preescolar del colegio primario de Balgüe, quienes han aprendido a hacer murales y artesanías con los tapones de las botellas recicladas, que son la parte no comerciable de los desechos.

“Vieras qué alegre ellos cuando andan buscando tapones, se alegran cuando los encuentran y salen corriendo, profesora, profesora, encontré uno”, narra feliz la profesora.

Esos mismos tapones terminan en dibujos y murales coloridos con mensajes y símbolos del medioambiente, animales, árboles, ríos, estrellas, lunas, soles…

“Un día una niña vino triste, pero orgullosa de una acción de su padre. Una gallina murió y ya la iban a botar cuando ella le dijo al papa que los animales muertos no debían botarse, sino enterrarse para evitar las enfermedades. El papá le hizo caso y la enterró, pero ella se puso triste porque la gallinita se murió”, cuenta conmovida la profesora.

Ometepe amenazada

A Ometepe llegan anualmente, en promedio, unos cincuenta mil turistas y con la reactivación de la pista de aterrizaje, ubicada en el municipio de Altagracia, la afluencia aumentaría hasta en un diez por ciento en los próximos años.

Esos cincuenta mil visitantes, más una población local de 45,000 habitantes, consumen hasta diez toneladas anuales de alimentos envasados, bebidas y licores en presentaciones descartables.
Se estima que apenas el 25 por ciento de lo que ingresa a la isla logra ser recuperado y procesado para reciclaje.

El 75 por ciento de la basura orgánica, pese al esfuerzo comunitario, termina en el lago Cocibolca al ser arrastrado por las corrientes naturales de la isla hacia las aguas del Gran Lago.

RESERVA DE LA HUMANIDAD

Ometepe está incluida en la Red Mundial de Reservas de Biosfera, luego de que su nominación fuera aprobada por unanimidad en la XXII Sesión del Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la Unesco.

El  MAB  es un programa que se inició a principios de la década de los setenta para ofrecer un marco para la realización de investigaciones interdisciplinarias y actividades de fortalecimiento de capacidades. Su objetivo es mejorar la relación de las personas con su entorno ambiental.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconoce que la isla de Ometepe “posee abundantes vestigios arqueológicos precolombinos —petroglifos, estatuas y cerámicas— que atestiguan la antigüedad de los asentamientos humanos en su suelo”.

El lago circundante constituye una importante fuente de abastecimiento de agua dulce, además de albergar numerosas especies animales raras subacuáticas, como los peces sierra y los tiburones de agua dulce.
Entre las actividades actuales de su población figura el ecoturismo basado en la participación de las comunidades.

Ometepe tiene presencia de bosque tropical, como bosque seco y bosque húmedo, además de nebliselva. Asimismo posee zonas costeras, también tiene altitudes, sirve de descanso para aves migratorias y cuenta con especies endémicas de flora y fauna.

OMETEPE (5)

“La educación es la base de toda transformación. Sin educación los cambios son más difíciles y el tema ambiental, la preservación del ambiente, de la isla, comienza por la educación a todos los niveles”. Karen Paladino, coordinadora de Educación Medio Ambiental en Ometepe.

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COMENTARIOS

  1. Luis Mendieta González
    Hace 9 años

    Las alcaldías de Altagracia y Moyogalpa deben invertir en camiones de recolección de basura y al mismo tiempo reajustar el cobro por el servicio, principalmente a todos los negocios. Por lo general las alcaldías cobran sumas ridículas por la recolección de basura, de hecho subsidian este servicio. Las municipales de la isla no deben permitir basureros clandestinos. Fortalezcan la unidad de medioambiente para que actúen con beligerancia. Busquen la manera de acopiar. Resp. urbanismo Alc.Nindirí

  2. Lorenzo
    Hace 9 años

    Soy español, he visitado varias veces Nicaragua, un país bello y con una naturaleza increíble, con nada que envidiar a Costa Rica. Pero jamás he entendido la poca consideración de la población con la basura: está por todas partes, allí donde pasa alguien hay basura, cuanto más te acercas a Managua, peor. Es muy triste esa realidad.

  3. fultp
    Hace 9 años

    Sugiero la idea de construir balsas con las botellas plásticas. Esas balsas podrían servir para transportar el resto del material plástico a Managua. Habría que buscar apoyo profesional para construir otros medios o recursos flotantes que sean útiles para otros menesteres.

  4. fultp
    Hace 9 años

    La alcaldía de cada poblado de esa isla debe responsabilizarse sobre el control de la basura reciclable para que no llegue al lago. En cada hotel, restaurante y pulpería deben implementar medidas de control para recolectar el plástico.

  5. Hace 9 años

    Felicitades a Karin y co.
    El esfuerzo de ustedes deberia ser ejemplo para todo nuestro lindo paiz de Nikaragua. No podemos esperar al las instituciones gobernamentales en resolver estas problemas, porque los politicos solo actuanpor su interes economico. El trabajo con las escuelas es fundamental, pero hay que mejorar tambien el nivel intelectual en las escuelas ,para que nuestros hijos tengan conciencia ambiental y conocimiento elaboral para su futuro.Mejores salariopara loe maestros. Oliver

  6. conciencia
    Hace 9 años

    habra q limitar y controlar el numero de turistas en la isla. No queremos q Ometepe se convierta en un basurero.

  7. Leonardo Salmerón Cuadra
    Hace 9 años

    Educación; buenos hábitos, patrones de conducta sometidos a las Leyes y el trasgresor a la reja ó castigado con trabajo comunal. Mientras hablemos “rosadito” este país estará repleto y sin ningún metro cuadrado libre de basura, “chanchos bípedos” y guatuseros con dedos largos. Las políticas o decisiones de Gobierno desde la óptica “rosada” NO SIRVEN. El cauce, un día limpio al otro, sucio. Las calles, repletas de la flor nacional: bolsa plástica. Campos de beisbol con alcohólicos…

  8. Ever Potoy
    Hace 9 años

    Felicidades Karen por su Ardua labor en nuestra bella isla de ometepe asugar impulsando la conciencia ambiental

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