Dos noches. Dos situaciones, el mismo muchacho, una sola historia a ritmo de salsa. En la primera, durante un concierto en el que participa como cantante telonero, Giovangel Torres está contento porque, con su voz melódica y la gracia que desprende cuando baila salsa (o folclor), se echó en la bolsa al público que llegó a ver a otro músico. Cautivó tanto, que el mánager del músico estrella, un extranjero, ha salido del camerino a preguntar quién era el que tenía a la gente de pie, bailando así. Y el que tenía así, animado y frenético al gentío que llegó a ver al bachatero Romeo Santos, al estadio de futbol, en diciembre pasado, era el telonero Giovangel Torres, un adolescente de 14 años, que sobresalió en un evento artístico de talento joven.
Otra noche, tras otro concierto en el que ha arrancado aplausos y risas a granel con su voz de tenor ligero, abandona el escenario, las luces, y se va caminando con su mamá rumbo a la parada a buscar transporte en que irse hasta el Kilómetro 31 de la carretera Tipitapa-Masaya, y en algún momento el adolescente le dice a la mamá, que es su mánager y en consecuencia lo acompaña a todas partes, que “la gente me aplaude en el escenario pero nosotros aquí vamos a pie”.
A la mamá se le rompe el corazón. Y cuando lo vuelve a contar semanas y meses después, los ojos se le enrojecen.
“Yo le digo que no siempre va a ser así y él me dice que va a triunfar”, dice Angélica Menchaca, la mamá de Giovangel Torres Menchaca, el adolescente que en la calle algunos ya reconocen porque canta y baila salsa.
BAILA Y CANTA
En otro concierto, también en el estadio de futbol, las luces se encienden a medias, se ven los instrumentos de la orquesta a lo largo del escenario, en el fondo suena una pista de una salsa conocida y en el escenario, aparece, solitario, marcando pasos de baile, un muchacho vestido de negro que canta una tema de Marc Anthony.
El muchacho es Giovangel Torres. A medida que la canción avanza su voz se va eleva y baja. Su interpretación impresiona porque perfectamente logra los tonos altos y agudos del cantante neoyorquino de origen puertorriqueño. El menor no deja de bailar y cantar, poco a poco interactúa con el público. Los aplausos fluyen espontáneos y el muchacho gana confianza con el resto del tema y las otras canciones.
En ese concierto, el Tour the king, en el que pasaron por el escenario monstruos de la salsa como Oscar de León, Willie Colón y Rey Ruiz, Giovangel, el niño que sueña con ser cantante de salsa, fue escogido como el telonero. A ninguno conoció porque la seguridad del evento no se lo permitió, pero se fue contento por la experiencia, según cuenta.
El nombre de Giovangel es una mezcla de los nombres de sus papás, Giovanni Torres, y su mamá, Angélica Menchaca. El médico y ella maestra de danza.
Tanto Giovangel como su mamá se han puesto de acuerdo en suprimir de su nombre artístico el Menchaca, y lo han dejado en Giovangel Torres nada más.
CUANDO VA POR LA CALLE
“Sos un monstruo”, “vos sos un orgullo nicaragüense”, son algunos de los elogios que le dicen otros colegas músicos y gente que lo ha visto en conciertos y se acerca a saludarlo. O “vos sos el chavalito que cantó en el concierto de…”, le preguntan algunas personas que se lo encuentran en la calle y él contesta que sí.
Guillermo Norori, productor y director de Momotombo, es el que lo ha bautizado como el “Ángel de la salsa”.
Hace cuatro años que Giovangel se está presentando. El año pasado conquistó el segundo lugar en un evento de talentos de Movistar. Por su carisma y voz lo han llamado dos veces para ser telonero de artistas extranjeros.
En la escuela cristiana, donde estudia segundo año de secundaria, no saben que canta. “No ha querido que yo les diga porque antes en la otra escuela donde estaba para todo lo llamaban a cantar”, cuenta Angélica. Giovangel está a su lado y asiente con las palabras de la madre. “Algunos ya saben”, comenta el muchacho, que viaja a diario desde el Kilómetro 31 de la carretera Tipitapa a Masaya hasta la capital para estudiar. “Me gusta esa escuela donde está ahora por la disciplina”, dice Angélica.
Giovangel está callado, todavía anda vestido con el uniforme, azul y blanco, de la escuela y carga la mochila.
A Giovangel no solo le gusta el canto y el baile, dice que también le gustan las ciencias, que quiere ser médico como su papá y especializarse en Neurocirugía. “Me gusta”, dice sin rodeos y asegura que no lo dice para poner contento a su papá, quien teme que descuide sus estudios por andar de artista. Su mamá dice que no va a permitirle que abandone estudios.
“Que eso es primero, él lo sabe bien”, insiste a Angélica, y como si se hablara de una persona que está ausente dice que está en una edad difícil. Giovangel la escucha en silencio, pero cuando llega su turno de hablar dice que le gusta la música romántica, y que le gustaría dedicarse a cantar salsa romántica. Aunque por ahora solo interpreta canciones ajenas, está trabajando en una producción propia. Su mamá-mánager anuncia que el disco se llamará De alas caídas, pero que van poco a poco porque grabar es costoso y ellos no tienen los recursos económicos para costearlo.
Una de sus últimas presentaciones fue durante el evento del Son nica. En esa ocasión, Giovangel pudo conocer a uno de sus ídolos, al salsero Luis Enrique Mejía, quien lo felicitó por su trabajo y lo instó a seguir adelante. El mismo ánimo le dan otros músicos. “Me lo estiman mucho los de Momotombo”, dice la mamá, quien como el papá, le insiste siempre que en primer lugar, en esta etapa de su vida, deben estar las clases antes que la salsa.
A LOS DOS AÑOS Y MEDIO
Giovangel Torres ha sido influenciado en el arte por su mamá, Angélica Menchaca, quien dice que desde muy pequeño, a los 2 años y medio, su pequeño hijo comenzó a bailar folclore. Hace poco, para el concierto del Son nica, Giovangel entró bailando folclore para arrancar su presentación. “Es bailarín y cantante”, dice la mamá. Y cuando a Giovangel se le pregunta que le gusta más, dice que las dos le gustan por igual.
La ilusión de Giovangel es participar un día en eventos internacionales. Le gustaría viajar a Estados Unidos donde tienen parientes y formarse en la música. Cuando mira eventos internacionales de música, le dice a su mamá, “eso no es nada para lo que yo voy a ganar”, dice mientras se sonríe.
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