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Azul… puerta de entrada del modernismo

La primera edición de Azul… , que Darío califica como su libro “primigenio”, es decir, como su primer libro, se publicó en Valparaíso, Chile, (1888). Para costear la edición sus entrañables amigos chilenos, Eduardo Poirier y Eduardo de la Barra, hicieron una suscripción entre sus amistades.

La primera edición de Azul… , que Darío califica como su libro “primigenio”, es decir, como su primer libro, se publicó en Valparaíso, Chile, (1888). Para costear la edición sus entrañables amigos chilenos, Eduardo Poirier y Eduardo de la Barra, hicieron una suscripción entre sus amistades.

Cabe destacar la trascendencia que este libro tiene en el conjunto de la obra dariana. Azul… , como lo han advertido algunos críticos, es la puerta de entrada de Hispanoamérica en la Modernidad. Dejemos que sea el propio Rubén quien nos señale, en su breve Historia de mis libros (1913) la importancia de Azul… en el movimiento de renovación literaria que él encabezó. Para Darío, Azul… es el libro que “iniciara el movimiento mental que había de tener después tantas triunfantes consecuencias”…

El lenguaje de Azul… y el mundo de Azul… se convierten, sostienen algunos críticos, en una transfiguración de la persona de su autor, de su identidad personal, puesta en contacto con un ambiente que él no había conocido antes ni en Nicaragua ni en El Salvador.

¿Cuál es el origen del título del libro? ¿Por qué Azul? “L’art c’est l’azur”, es una frase de Víctor Hugo que sirve de epígrafe al prólogo de De la Barra. Más tarde, Darío dirá, en Historia de mis libros (1913), que esa frase él no la conocía cuando tomó la decisión, pero sí la había visto en otros autores franceses. El Azul era para mí —nos dice— el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental”… “Concentré en ese color célico la floración espiritual de mi primavera artística”.

Miguel Ángel Asturias especula que el color azul le recordó a Darío, el azul natural de las aguas y cielos de su Nicaragua natal y significó un retorno inconsciente a su infancia. En cambio, al crítico Juan Valera, el título Azul… le llevó a ver el libro, en un principio, con cierto desdén.

La segunda edición de Azul… se publicó en Guatemala, en octubre de 1890. Darío aspiraba, con esta segunda edición tan enriquecida, a que se le reconociera sin discusión como el jefe de la nueva corriente literaria: el Modernismo. Los nuevos cuentos siguieron el mismo estilo de los anteriores. Donde Darío innova es en los versos, con diferencias cualitativas importantes. L os Medallones , los Sonetos Áureos y A un poeta , revelan un versificador distinto, menos castizo que el de El Año Lírico. Así Rubén probaba que su capacidad renovadora no se limitaba a la prosa. La segunda edición de Azul… , para Rubén, debía trazar una línea de separación más clara con toda la literatura española anterior y consagrarle como el artífice de esa ruptura.

Hay en Azul… una gran influencia de los decadentes y parnasianos franceses, principalmente de estos. La mezcla incluso, con cierto clasicismo en la parte en verso, le confiere su propia identidad. Darío lo califica como un libro parnasiano y rechaza el calificativo de “decadente”. En Darío, nada es improvisado. Toda decisión estética es parte de su gran proyecto literario de renovar la lengua y la literatura en español.

Cabe señalar que, antes de la muerte de Darío, se publicaron cinco ediciones de Azul… . En las últimas ediciones, Darío suprimió el prólogo de Eduardo de la Barra y dejó solo las cartas de Valera. La edición definitiva es la de 1905. Se estima que hasta la fecha se han publicado centenares de ediciones de Azul… . Ha sido traducido al alemán y al italiano.

Azul… fue, pues, el punto de arranque de lo que Darío llegaría a significar en la literatura escrita en español. Más tarde, con Prosas Profanas , Cantos de Vida y Esperanza , El Canto Errante y el Poema del otoño , Rubén daría al idioma español uno de los aportes más originales y valiosos, al punto que Jaime Torres Bodet rotundamente afirma: “Desde Góngora, nadie ha descubierto, en nuestro idioma, el sortilegio de ciertos vocablos, como Darío lo hizo en horas cimeras de su creación”.

El autor es jurista y escritor.

Columna del día Azul Opinion Poesía Rubén Darío archivo

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COMENTARIOS

  1. LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS, PERO ... ...
    Hace 9 años

    Se podrá decir lo mismo de nuestro eterno candidato a Nobel de la poesía?

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