Cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cerró la frontera con Colombia, lo hizo desde el palacio presidencial a cientos de kilómetros de distancia. En el terreno, supervisando las deportaciones y a los funcionarios locales estaba Diosdado Cabello, de 52 años, el principal legislador con puño de hierro del país.
Cuando las góndolas de las tiendas quedaron vacías en la economía vacilante dirigida por el Estado fue Cabello quien voló a Brasil en junio para sellar el mayor acuerdo de abastecimiento de alimentos en la historia del país. Y cuando los trabajadores metalúrgicos declararon la huelga en protesta por la inflación de tres dígitos, Cabello sofocó la rebelión.
En tanto la depresión más profunda que ha aquejado al país empuja la popularidad de Maduro hasta un mínimo récord, Cabello, presidente del Congreso, actúa en público como el asistente leal, llevando a cabo las tareas áridas en los momentos y lugares más difíciles.
Posible sucesor
Pero Cabello, abiertamente ambicioso con un estilo muy implacable, no solo está al lado de su jefe. Con cuatro de cada cinco venezolanos diciendo en las encuestas que Maduro no debería completar su mandato, Cabello está usando estas crisis para posicionarse como su sucesor.
“Cabello tiene un matrimonio de conveniencia con Maduro, en el cual ambos entienden que necesitan trabajar juntos para garantizar la continuidad del Gobierno”, dijo Diego Moya-Ocampos, analista político en Londres en IHS Inc., una firma consultora. “Sin embargo, poco a poco, Cabello se posiciona como el líder en las próximas elecciones presidenciales”.
Cabello ha sido brutal con la oposición, llamando terrorista y asesina a una de sus líderes, María Corina Machado. Mientras tanto, entre bastidores en el Congreso, ha tratado con los sectores moderados de la oposición.
Ahora, con Maduro inmerso en dificultades políticas, Cabello, quien combina un talento para crear facciones con un enfoque despiadado hacia sus enemigos, puede tener su oportunidad.
RESORTES DEL PODER
Cabello se unió a Hugo Chávez, su mentor en la academia militar, en un golpe fallido en 1992. Durante el gobierno de Chávez, Cabello fue ministro de Obras Públicas y del Interior, gobernador del segundo Estado más grande y vicepresidente antes de llegar al parlamento.
Estos cargos han procurado a Cabello un acceso incomparable a los resortes del poder: las fuerzas armadas, los negocios y la política. No ha perdido el tiempo a la hora de aprovechar ese acceso, poniendo a sus hermanos y su mujer a cargo de la Aduana, el organismo fiscal y los ministerios Industria y Turismo.