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Putin resucita a un debilitado Asad

Rusia ha mandado su aviación a Siria para salvar a su principal aliado en Oriente Medio, el presidente sirio, Bashar al Asad, en un momento en que el régimen de Damasco peligraba por su debilidad militar.

Rusia ha mandado su aviación a Siria para salvar a su principal aliado en Oriente Medio, el presidente sirio, Bashar al Asad, en un momento en que el régimen de Damasco peligraba por su debilidad militar. A cambio de su protección, el mandatario ruso, Vladímir Putin, se reubicó en el centro del gran juego diplomático, luego de estar aislado por las potencias occidentales a causa de su papel en la crisis ucraniana de 2014. Ambos jefes de Estado se han fortalecido ante las dubitaciones de occidente en su lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI).

En el terreno, Asad ha perdido en cuatro años y medio de conflicto los dos tercios del país frente al EI y a los rebeldes islamistas y del Frente al Nusra, brazo sirio de Al Qaeda. Sin embargo, el territorio que sigue bajo su control es estratégico ya que abarca la capital Damasco, Homs y Hama en el centro, el litoral y una parte de Alepo, regiones en donde vive un cincuenta por ciento de la población que aún reside en Siria.

El escritor y experto en política siria, Zaer Dib, explicó a la agencia Efe que “últimamente el régimen se había debilitado en el terreno castrense, especialmente por los recientes ataques de grupos armados, y Rusia tenía que intervenir para defenderlo”.

Con el apoyo aéreo de Rusia —que incluyó el uso, por primera vez, de misiles lanzados por buques de la Marina situados en el mar Caspio— y el Hezbolá libanés, el Ejército sirio lanzó el miércoles una gran operación terrestre en la provincia de Hama (centro). La ofensiva busca “aplastar a los grupos terroristas y liberar las regiones y localidades que sufrieron el terrorismo”, según el general sirio Alí Abdalá Ayub.
El analista militar libanés, el general retirado Hisham Yaber, precisó que uno de los principales feudos gubernamentales, la provincia costera de Latakia, estaba amenazada desde zonas próximas tomadas por facciones enemigas al régimen como Hama e Idleb, donde está presente el Frente al Nusra.

TODOS SON TERRORISTAS

Cuando comenzó la ofensiva, hace más de una semana, Moscú aseguró que estaba dirigida solo contra el EI, pero la aviación rusa ataca también posiciones de otras facciones armadas, según activistas y el Gobierno de EE.UU., cuyo portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, afirmó que “más del noventa por ciento” de los bombardeos no han sido contra el Estado Islámico o Al Qaeda. “En su gran mayoría fueron contra grupos opositores”.

A juicio del periodista y experto palestino Abdelbari Atuan, “Rusia ha sido clara, para ella todo enemigo de Asad es un terrorista”, con lo que no solo ataca al EI, sino también a otras organizaciones. “Los rusos quieren salvar a su aliado y mandar un mensaje al resto de países de la región de que ellos no dejan caer a los suyos”, añadió.

Yaber opinó que Moscú se juega mucho en Siria, ya que “tener control o influencia en el Mediterráneo es un sueño que se remonta a la época zarista”.

Los únicos activos en todo Oriente Medio que Rusia mantiene están en Siria, como la base naval de Tartús: “Antes, (Rusia) tenía activos en Libia, Egipto y el Yemen, pero los perdió”, subrayó el general retirado.

ESCASO ÉXITO

A estos factores se suma el escaso éxito que ha tenido la coalición internacional contra el EI, liderada por EE.UU., durante el año que lleva operando, destacan los tres expertos. Para Atuan, “los rusos se dieron cuenta de que la alianza de EE.UU. era incapaz de derrocar al Daesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico), por lo que Rusia ha visto que era hora de intervenir”.

“Hay que recordar que Rusia está más cerca de Siria que EE.UU. por lo que tiene al enemigo (EI) más próximo”, afirmó este analista, que calcula que hay unos cincuenta mil musulmanes en la Federación Rusa.
Dib se mostró de acuerdo y aseguró que “entre los armados hay muchos chechenos, rusos y otros musulmanes de la antigua Unión Soviética”.

Precisamente, debido al peligro que supone tanto para Washington como para Moscú la existencia del EI, hay una coordinación “que no tiene por qué ser escrita o firmada” entre ambos, señaló Dib.

Según este escritor sirio, “ninguno de los dos quiere ver al Daesh en Damasco, ni que haya un cambio total de régimen ni caos. La diferencia (entre EE.UU. y Rusia) es sobre la figura de Asad en la etapa de transición”.

Hace tres semanas, los ministros Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, y EE. U., Ashton Carter, entablaron contactos sobre la necesidad de coordinarse para combatir el terrorismo yihadista en Oriente Medio.
Para Yaber, esto demuestra que efectivamente “hay una coordinación, que no una cooperación, respecto a los bombardeos”.

TURQUÍA, EN MEDIO

Por otro lado, tanto Dib como Yaber descartaron que vaya a haber una escalada de tensión entre Ankara y Moscú por la violación del espacio aéreo turco por parte de aviones rusos en los últimos días.
“No va a pasar nada, porque los turcos no tienen capacidad de enfrentarse a los rusos militarmente”, zanjó al Dib.

De la misma opinión es Yaber, quien cree que “todo está bajo control, son politiqueos, y es muy fácil meterse accidentalmente unas yardas en Turquía desde Latakia”.
Respecto a la evolución de los acontecimientos en el futuro, Atuan estimó que Rusia tiene probabilidades de triunfar.

“La diferencia entre los rusos y los estadounidenses es que la intervención rusa es por aire y tierra, donde tiene el apoyo del ejército sirio”, comenta Atuan. Aún así, reconoció que es complicado derrotar al EI porque es una organización muy fuerte que controla varias ciudades en Siria.

CINTURÓN DE SEGURIDAD

El objetivo estratégico ruso es crear un cinturón de seguridad entre las posiciones del ejército sirio en Damasco, Alepo y Latakia y las milicias yihadistas, a los que los ataques deben obligar a replegarse al interior y a renunciar a sus planes de expansión hacia la costa mediterránea.

Los rusos han reforzado su presencia en el puerto sirio de Tartús, pero sobre todo construyen una base aérea cerca de Latakia, bastión favorable a Asad en el noroeste de Siria. Los satélites estadounidenses han detectado un aumento de la actividad militar rusa: tanques, aviones, helicópteros, y hasta dos mil soldados, según la prensa rusa. La entrega de armas al ejército de Asad se intensifica.

No se trata solamente de pensar en el conflicto sirio. “Putin busca salir de su aislamiento. Para ello encontró un pretexto genial: la lucha contra el Estado Islámico”, subraya Alexei Malachenko, del Instituto Carnegie.

Rusia ha sorprendido a todo el mundo, a los estadounidenses los primeros. Washington debe rendirse ante la evidencia: hay que hablar con Putin, convertido en actor imprescindible.

INTEGRIDAD TERRITORIAL

El Kremlin aseguró ayer que Rusia no busca liderazgo con su actual campaña militar en Siria, sino defender su integridad territorial, en respuesta a críticas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, negó que —como afirmó Obama— Rusia tenga planes de enviar soldados a Siria y recordó que el presidente Vladímir Putin ha descartado un posible despliegue de tropas regulares para combatir al EI.

En una entrevista con el programa 60 minutos, del canal CBS, que también entrevistó recientemente al líder ruso, Obama dijo que los bombardeos rusos en Siria son una muestra de la creciente debilidad de Putin. Peskov rechazó también la afirmación de Obama de que Putin esté poniendo en peligro su economía para salvar al régimen sirio de Asad.

“No, esto no es una carga para el presupuesto ruso. Cuando hablamos de país, más aún un país tan grande como Rusia, sus Fuerzas Armadas se encuentran constantemente en movimiento”, dijo Peskov.

Internacionales Damosco EI Rusia archivo

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