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Zapote de la haitiana, óleo sobre lienzo, ArnolKis Turro LA PRENSA/Arnulfo Agüero

El Adulto Mayor

Hablemos del Adulto Mayor en general y hablemos del Adulto Mayor en particular… ¿De quién hablamos primero? ¿Del que rebosa en dinero y tiene todo en sus manos o del que en sus manos no tiene nada?

Hablemos del Adulto Mayor en general
y hablemos del Adulto Mayor en particular…
¿De quién hablamos primero?
¿Del que rebosa en dinero y tiene todo en sus manos
o del que en sus manos no tiene nada?

Hablemos de aquel que es de todos conocido,
pero al mismo tiempo desconocido,
ignorado, diría yo, por la sociedad en que vive;
por estar mal clasificado en el llamado “status quo”.

De ese Adulto Mayor que con desprecio le llaman
paria, indigente, menesteroso y otras cosas más;
de aquel cuyo doloroso clamor
no encuentra receptividad,

cuando con voz angustiosa, en busca de caridad,
nos ruega un poco de agua
agregado a un pedazo de pan.

Para ellos mi poema en este día
en que celebramos con alegría, al Adulto Mayor,
idealizado en nuestras mentes,
para tener siempre presente a ese Adulto Mayor
a quien no nos acercamos
y que en vano intentamos olvidar y esconder
en asilos y hospitales.

A ese Adulto Mayor que con fe y esperanza
vislumbra que su horizonte se le amplía
y que en nuestra fuerza y nuestro vigor confía
para alcanzar el Edén tantas veces prometido…
y si ganamos, él lo gana todo,
caso contrario, nada pierde, porque nada tiene.
¡Dios mío, no podemos defraudar a tanta gente!

No se pretende formar al hombre nuevo,
sino de reencontrar nuestro destino,
de retomar el camino que dejamos de andar,
por el peso de los años y por falsos espejismos
que nos ofrecieron las mieles
de un transitorio bienestar.

La jornada ha comenzado
y la pausa ha terminado.

Tomemos el cayado, para el largo caminar,
Y estemos vigilantes de no abandonar el proyecto
y querernos retirar…
la tentación siempre acecha.

Somos como un gigante que despierta de su prolongada quietud,
que al dar el primer paso, no parará de andar jamás,
porque la fuerza vital que lo motiva, es el amor,
fuente de vida y origen de toda felicidad.

La sociedad debe de comprender y aceptar
que en el adulto mayor se gesta una transformación,
que no solo está aprendiendo a envejecer,
sino que está envejeciendo y aprendiendo.
¡Lo proclama con orgullo y de eso se ufana!

Y que de esa notable mutación, producto de la experiencia,
como crisálida en flor surgirá, para ser el rector de la vida
y convertirse en sujeto, motor de su historia.

Los que pretenden seguir ignorando
y postergando las justas demandas planteadas hasta hoy,
cuentan con medios para retrasar el momento,
la mentira, el engaño
y las falsas promesas de un futuro mejor.

A esos fariseos les digo que
todo tiene su alcance,
pero les falta lo más importante: Dios
¡Dios es amor y está con nosotros!

Con amor y convicción profunda,
de que el devenir nos dará la razón.
Saludos al Adulto Mayor de todos los países del mundo.

Cultura Adulto Mayor Poesía William Orozco archivo

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