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La fotógrafa manchega Cristina García Rodero, la única española miembro de la prestigiosa agencia Magnum, inauguró el 7 de noviembre en Nueva Delhi la exposición “Con la boca abierta”, un tributo, tras 42 años de trabajo, a esa parte del cuerpo humano que “puede expresar una amplia variedad de sentimientos”. EFE

Fotógrafa española García Rodero deja a la India “con la boca abierta“

La fotógrafa Cristina García Rodero, la única española miembro de la prestigiosa agencia Magnum, ha inaugurado en Nueva Delhi la exposición "Con la boca abierta", un tribut

La fotógrafa Cristina García Rodero, la única española miembro de la prestigiosa agencia Magnum, ha inaugurado en Nueva Delhi la exposición “Con la boca abierta”, un tributo, tras 42 años de trabajo, a esa parte del cuerpo humano que “puede expresar una amplia variedad de sentimientos”.

“En un principio escogí el bostezo, y luego me di cuenta de que la boca era mucho más que el sueño, el aburrimiento o el cansancio, que era realmente como una ventana a la vida donde se almacenaban todas las emociones del ser humano”, explica a Efe García Rodero en el Instituto Cervantes de Nueva Delhi, donde estará abierta la exposición hasta el 31 de enero.

Todo empezó una mañana de 1979 en la peregrinación a la Virgen de los Milagros de Amil, en Galicia (noroeste de España), cuando vio a una familia con todos sus miembros, desde las nietas a los abuelos, que iban a ofrecer en la capilla un cordero como agradecimiento a un ruego cumplido.

“Se habían levantado muy temprano para recorrer kilómetros y llegar a tiempo, y las dos niñas pequeñas estaban todo el tiempo abriendo la boca y se iban durmiendo poco a poco. Fue el placer de ver las expresiones tan diferentes, tan cómicas, lo que me hizo pensar que podría hacer un trabajo sobre la boca abierta”, recuerda.

En la exposición hay mucho bostezo, pero también sorpresa, como un niño que descubre en el museo del Prado, de Madrid, el pecho desnudo en una escultura, o el llanto de un bebé al nacer, o la risa nocturna de una prostituta, o el éxtasis de unos fieles en Haití o Venezuela.

Aunque no se considera religiosa, las peregrinaciones o romerías siguen siendo a sus 66 años la fuente principal de sus fotografías, un origen que se remonta a mediados de los 70 del pasado siglo, cuando poco antes de la muerte del dictador Francisco Franco decidió recorrer en sus ratos libres los pueblos de España para documentar las tradiciones “antes de que todo cambiara”.

El resultado de esos viajes fue “España oculta”, una obra ya mítica en la que recopila 15 años de trabajo, y a la que luego seguirían “España fiestas y ritos” o “Transtempo”, centrada en sus andanzas por Galicia, repetidas por la “naturalidad” de su gente.

El regreso es una constante en los proyectos de García Rodero, a veces durante décadas, porque si la gente “se da cuenta de que les interesas, que trabajas con respeto, te tratan de otra manera”.

“Sobre María Lionza, una diosa del Caribe, estuve yendo (a Venezuela) durante 10 años. A Haití fui 7 años. A la India empecé a venir en 2001, y seguiré viniendo porque me gustaría hacer un trabajo exclusivo sobre la India. Hay tanta fantasía”, anota.

En el festival de Holi, en el que los indios celebran el inicio del buen tiempo lanzándose polvos de colores, García Rodero tuvo que dejar a un lado su habitual blanco y negro, para poder captar el “impacto visual” en toda su esencia.

“Esos púrpuras, esos rojos, esos verdes, esos amarillos tan puros, esa mezcla de colores en el pelo, en la cara, en la ropa, ese polvo volando por el espacio… No lo concibo en blanco y negro”, explica.

En el segundo país más poblado del mundo con 1.250 millones de habitantes, a la fotógrafa le tocó lidiar también con masificaciones que, aunque no le gustan, le “convienen”, por las posibilidades que dan la “variedad de personas, de situaciones”.

Una de esas grandes masificaciones, a la que acudió en 2013, fue el festival hindú de la Maha Kumbh Mela, la mayor aglomeración popular del mundo con más de 80 millones de peregrinos a lo largo de cinco semanas, una experiencia “realmente agotadora”.

“Te levantas de madrugada y hace un frío tremendo. No tienes dónde desayunar, caminas mucho tiempo, al poco rato sudas y en cuanto sale el sol ya te sobra toda la ropa. Con la noche vuelve la humedad. Y una masa de gente caminando, todos agotados”, rememora.

También se introdujo, como el resto de peregrinos, en las “frías” aguas del sagrado río Ganges, algo habitual para la fotógrafa, que asegura que “no hay otra forma de hacer las cosas”, porque “hay que estar cerca de la gente y sentir lo que siente, emocionarte”.

“Y para eso hace falta estar cerca físicamente y emotivamente. Si no te emocionas, no disparas”, sentencia.

Cultura Fotografía India archivo

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