Escuchó tres detonaciones y de repente sintió un impacto en su espalda que lo derribó. No sabía qué le había pasado, ni por qué sus piernas no obedecían su deseo de levantarse de la acera derecha de la parada de buses en el sector de El Zumen, en Managua, donde cayó boca abajo.
“Balearon al muchacho”, “lo mataron”, fueron los gritos que recuerda haber escuchado Eliézer Marín Medina —los que le aterrorizaron— de la gente que estaba a su alrededor.
“Yo era ese muchacho”, cuenta Eliézer siete años después de aquel lunes 10 de noviembre del 2008, cuando resultó ser uno de los cuatro heridos por armas de fuego, que reportó la Policía Nacional, en la violencia desatada por grupos de choque sandinistas durante las protestas de liberales en Managua.
Eliézer tenía 15 años. Y aunque no votó el 9 de noviembre en las elecciones municipales de 2008, porque no tenía cédula por ser menor de edad, hoy asegura que no dudó en ir con sus hermanas mayores Magda, Vielka y sus padres, Magda Medina y Juan Manuel Marín a la manifestación convocada “para defender el voto”, hecha por Eduardo Montealegre, el candidato a alcalde por los liberales.
Ese día cientos de simpatizantes de la Alianza PLC-Vamos por Eduardo salieron pacíficamente a las calles de la capital convencidos de la victoria de la Alcaldía de Managua. Pero se tornó en una jornada de violencia por grupos orteguistas contra los manifestantes liberales, quienes les respondieron convencidos de los resultados de las actas obtenidas, de las Juntas Receptoras de Votos (JRV) que daban cinco puntos de ventaja a Montealegre sobre el candidato sandinista, el boxeador Alexis Argüello.
“Fuimos como ciudadanos nicaragüenses, creíamos que estábamos en un país democrático”, dice Eliézer siete años después de que una bala le dejó incapacitado de sus piernas.
“Fui la primera persona lesionada por el régimen actual de (Daniel) Ortega. Yo les digo a los jóvenes que no sean monigotes de nadie, que se preparen y no tengan miedo, yo no lo tengo”.
Eliézer Marín.
RATÓN LOCO Y DOBLE VOTO
Don Juan Manuel asegura que “hubo fraude” en los comicios de 2008. Él fue fiscal de Centro de Votación en el Colegio Pablo Antonio Cuadra.
“Se hizo el famoso ratón loco, unos aparecían en el padrón (electoral) y luego no aparecían, no se dejaba votar a los liberales pero a los sandinistas se les dejaba votar dos veces. Hubo un momento en que le arrebaté a un hombre las boletas porque llevaba dos para votar, y eso era un delito grave”, relata Juan Manuel.
Igual recuerda lo sucedido el 10 de noviembre de 2008, cuando del lado de la Alcaldía se parquearon dos buses llenos de gente con camisetas con logos del Gobierno, y portando garrotes y piedras, empezaron la trifulca contra los manifestantes.
Juan Manuel cuenta que buscó proteger a su esposa e hijas y pensó que su hijo menor corría a su lado, pero Eliézer se quedó a una cuadra de distancia.
Al escuchar las detonaciones buscó a su hijo. “Lo vi caer”, cuenta. “Sentí indignación, lloré”, igual que lo hace al recordar la escena.
Debido a la brutal violencia en el sector de El Zumen, los paramédicos en las ambulancias no pudieron llegar hasta donde Eliézer yacía baleado. Un grupo de policías lo levantaron y colocaron en la tina de una camioneta y lo llevaron hasta donde estaba la ambulancia en la cual se trasladó al adolescente hasta el Hospital Lenín Fonseca.
Juan Manuel, un humilde soldador, llora al recordar la imagen de su hijo menor herido.
SE PUSO EN PIE
La bala se alojó entre las vértebras T10 y T11 de su columna. Ahí quedó alojada, el cirujano que le operó no la extrajo para evitar dañar más la médula espinal, aseguran Eliézer y su papá Juan Manuel.
El pronóstico médico fue que Eliézer jamás volvería a caminar, jugar futbol con sus compañeros del Colegio Salomón de la Selva, o sus amigos del Barrio 380, donde habitaba y trabajaba en un taller de serigrafía para ayudar con los gastos de su casa.
Pero Eliézer se puso en pie. Se apoya en un par de muletas para caminar y no puede correr, jugar beisbol o futbol, terminó la secundaria y actualmente cursa el tercer año de la carrera de Ingeniería en Sistemas. Todavía recibe terapia los martes y jueves durante una hora. Su tratamiento lo recibe gratis en el centro privado de rehabilitación de María Alejandra Alemán.
La foto del adolescente de piel morena, cabello oscuro rizado, usando pantalones azules en el suelo, con la expresión de dolor en su rostro y un hilo de sangre en el centro de su espalda, y junto a él un oficial de Policía pidiendo por su radio una ambulancia, encabezó la portada del 11 de noviembre del Diario LA PRENSA, mostrando a una de las primeras víctimas de la violencia por levantar su voz exigiendo un proceso electoral transparente.
“Le pedí mucho al Señor que mi hijo se levantara de esa silla (de ruedas). Mi hijo es un hombre emprendedor y a pesar de tantas dificultades tiene grandes virtudes y me hace sentir orgulloso”. Juan Manuel Marín, padre de Eliézer Marín.
FISCALÍA JAMÁS ACTUÓ
Siete años han pasado desde que fue baleado y a pesar de las lesiones permanentes en Eliézer, la Policía Nacional no presentó en este tiempo a los responsables de su estado. La Fiscalía General de la República tampoco informó de alguna investigación y pruebas para acusar ante los tribunales a los responsables de ese delito en contra de la vida del adolescente.
Don Juan Manuel afirma que en 2009 contrató a un abogado y se fue a la Fiscalía a pedir “que reabriera el caso, pero me dijeron que no podían hacer nada, que había prescrito”.
Sin embargo, el Código Penal de la República de Nicaragua en su artículo 115 establece que una acción penal prescribe: “Por delitos que merezcan presidio, a los doce años, por los delitos en que el Ministerio Público tiene obligación de acusar o en que deba procederse de oficio a los cinco años”.
En hospitales se atiende a quien Porras dice
En julio de 2010, Eliézer Marín y su papá Juan Manuel Marín denunciaron que por órdenes de Gustavo Porras, diputado y sindicalista orteguista, obligaron a Eliézer a abandonar el tratamiento terapéutico en el Hospital Aldo Chavarría, en Managua.
Es una denuncia que todavía mantienen, basada en lo que escucharon de los directivos del hospital. Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa) no se interesaron por averiguar sobre esta violación a un paciente.
Eliézer afirma que tampoco las autoridades se le acercaron para averiguar el porqué —cuando el 10 de noviembre de 2008 fue baleado—, en el Hospital Lenín Fonseca fue operado hasta las 5:00 p.m., cuando la ambulancia lo llevó a las 11 de la mañana.
No hubo investigación a lo que hoy todavía sostiene Juan Manuel Marín, de que “fue hasta que llamaron a un cirujano que no era sandinista que a mi hijo lo operaron”.
“El doctor, (quien no nombra para protegerlo) me dijo cuando terminó de operarlo: ‘Sacalo de aquí, no lo quieren los sandinistas y no lo van a cuidar’”.