Con la llegada de nuevos hermanos y con el paso del tiempo, el primer hijo se convierte en el hermano mayor. No es un papel fácil: por un lado tendrá más libertades y será el que más mande en casa después de los padres.
Pero por otro, su condición también supondrá una serie de retos, como ir abriendo brecha para los demás hermanos, servir de punto de referencia para ellos y convertirse en un apoyo sustituible de los padres.
“Tienes que dar ejemplo”, “tienes que ser más responsable”, “debes cuidar a tus hermanos”, “deja de pelearte con tu hermano, ¿no ves que es más pequeño?” Estas son algunas de las frases de los padres que tiene que escuchar el hermano mayor. Ser el primogénito conlleva una serie de obligaciones que, al igual que pueden ayudar a los chicos a madurar, también pueden resultarles agobiantes y poco atractivas.
De ahí que sea tan importante que sepamos mantener el equilibrio en casa: ni cargar al hermano mayor con excesivas responsabilidades, convirtiéndole en una niñera o en el “mayordomo” de sus hermanos (o de sus padres), ni dejar de pedirle ayuda cuando realmente la necesitemos, ya que la figura del hermano mayor siempre ha constituido un punto de referencia en las familias.
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