Darle voz, nombres y reivindicar los derechos de las mujeres de la Biblia, desde la reescritura mediante el uso del intertexto, busca el nuevo libro Las diosas de Elam, de la maestra Isolda Rodríguez Rosales.
Este libro presenta treinta cuentos ficcionados del Antiguo Testamento que vienen a cuestionar la cultura patriarcal. Y su logro, afirma la autora, es que “usa el intertexto o palimpsesto en su máxima expresión”.
En una valoración crítica el lingüista y teólogo Amadeo Albuquerque Lara, afirma que Rodríguez Rosales “reinventa las tramas y modifica los desenlaces de estas historias de mujeres de la Biblia contadas por hombres, y les imprime un nuevo elemento femenino de empatía”.
El tomar las fuentes originales de la Biblia y transformarlas en cuentos de ficción, concuerda Rodríguez Rosales, le ha llevado a ofrecer una visión con reivindicación de los derechos de las mujeres.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El reescribir estos relatos manuscritos por hombres ha sido como “darle voz a las mujeres”, destaca la autora. Por eso, dedicó diez años de labor escritural y de lecturas diversas, sin faltar las interpretaciones del Antiguo Testamento.
“Esto me acercó más a las vidas de estas mujeres vista desde la perspectiva patriarcal e histórica”, explicó Rodríguez Rosales. Así descubrió la historia de La mujer sin nombre (título de uno de sus 36 cuentos) que en los pergaminos se refieren a ella como “mujer pecadora, la innombrable, perdida, prostituta”.
Sobre otros de sus cuentos La mujer de Lot, La mujer de Sunem; La hermana del Faraón, La mujer de Samaria, La mujer de Pilato, observó que sus identidades no aparecen en estas historias. Esto la llevó a indagar, por ejemplo, que la mujer de Pilato, se llamaba Claudia Prócula, y que la hermana del Faraón, Thermouthes.
Rodríguez Rosales, también tiene en su inventario de cuentos, los nombres de Sara, hija de Ragüel, Jezabel, Lilith, Miriam, Betsabé, Débora, Agar, Judit, Balquis, Noemí, Raquel, Herodías, Atalía, Mariam, Magda, Verónica y Susana .
“En mis relatos las mujeres cuentan la historia, y solo un hombre narra la de Susana, su esposa”, precisa Rodríguez Rosales. Añade la escritora, que este la defendió de una falsa acusación de adulterio que lanzaron los jueces, que pretendían matarla ante la negativa de Susana, de ser violada.