El obispo de Granada, monseñor Jorge Solórzano, quien es secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, dijo a LA PRENSA que la demanda de transparencia electoral planteada por la Iglesia católica sigue vigente.
En realidad, desde la última vez que los obispos pidieron oficialmente un proceso electoral justo y limpio, en la carta que le entregaron personalmente a Daniel Ortega el 21 de mayo del año pasado, la situación electoral ha empeorado. Lo que ha hecho Ortega en este campo es todo lo contrario de lo que le pidió la Conferencia Episcopal.
“Le pedimos con todo respeto —dijeron los obispos a Ortega en aquella carta— que ofrezca su palabra de honor para garantizar en el 2016 para Nicaragua un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto, con nuevos y honorables miembros al frente del CSE, en el que brille sin ningún tipo de duda, la voluntad popular; con un sistema de cedulación independiente del mismo CSE que le garantice a cada nicaragüense su cédula en tiempo y forma antes de las elecciones; y con un proceso electoral abierto irrestrictamente a observadores de instituciones nacionales y extranjeras”.
Pero la respuesta de Ortega fue nombrar a una activista de su partido como nueva magistrada electoral, a principios de julio pasado. Además, el régimen orteguista ha criminalizado la demanda de elecciones justas y limpias. Ahora hay presos políticos precisamente por esa causa y además dos diputados de oposición están sometidos a un antejuicio político, para quitarles el fuero parlamentario y procesarlos criminalmente por participar en los “miércoles de protesta” en demanda de transparencia electoral.
En sus declaraciones a LA PRENSA, este martes 24 de noviembre, monseñor Solórzano dijo que los obispos ven “con mucha preocupación la falta de institucionalidad y cómo las instituciones van perdiendo su identidad”. E indicó que la demanda de justicia electoral “tiene mucha vigencia, más cuando se acerca el próximo año, que es electoral ”
El interés de los obispos católicos en el problema electoral no es político, mucho menos partidista. Su preocupación es pastoral, en correspondencia con su ministerio profético y de servicio a la comunidad. Los obispos saben perfectamente bien que las elecciones justas y transparentes constituyen la piedra angular de la democracia y son la base de la convivencia pacífica de la sociedad. Y que sin elecciones libres y limpias ninguna institución es saludable ni cumple cabalmente sus fines.
Ortega y sus aliados creen que porque hay un crecimiento económico relativo en el país y las encuestas dicen lo que ellos quieren oír, tendrán siempre la situación bajo control. Pero el crecimiento económico nunca ha sido garantía de continuidad en el poder. Y si hay un país donde las encuestas son engañosas con los caudillos, precisamente ese es Nicaragua.
No solo de pan vive la gente. De manera inevitable llega el momento en que los valores políticos y morales vienen a ser más importantes que los dividendos materiales, y la gente termina rebelándose masivamente contra los fraudes electorales y el continuismo en el poder.