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Gonzalo Cardenal

Con mi cuerpo hago lo que quiero

A las que piensan así debo decirles que su cuerpo no es enteramente suyo, sino de Dios que las creó. Pero aunque así fuera, no pueden disponer como quieran de él sin consecuencias a veces muy serias. Además, el cuerpo del niño en su vientre es un cuerpo distinto. Desde el momento de su concepción ya es un cuerpo independiente de ella, como lo reconoce la ciencia, que en un embarazo hay dos vidas y dos cuerpos.

Hace poco oí de un eminente político español hablando sobre la inseguridad ciudadana algo tremendamente dramático. Dijo que el sitio más peligroso de estar en su país era el vientre de una madre. E igualmente el presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, monseñor Rodrigo Aguilar, denunció que los legisladores de su Asamblea Legislativa, que despenalizaron el aborto, habían convertido al útero, que debiera ser el “lugar más seguro para la vida”, en “el lugar más peligroso”.

En ninguna guerra han muerto tantos soldados y en solo los EE. UU. se matan a más de un millón al año… ¡de bebés!

Y hace pocos días que asistí a una jornada de evangelización organizada por La Ciudad de Dios ante unas cuatro mil personas, escuché al predicador Salvador Gómez contar una anécdota muy impactante sobre este mismo tema del aborto. Dijo Salvador en su prédica que no hacía mucho una pareja amiga lo había llamado para que les ayudara con una hija adolescente que había quedado embarazada y quería abortar.

Nos contaba Salvador que, después de mucha discusión con la chavala, esta le gritó con una gran altanería la misma cancioncita: “que su cuerpo era de ella y que por lo tanto podía hacer con él lo que quisiera.” Después de unos minutos de silencio Salvador la invitó a dar una vuelta en carro para que se tranquilizaran. Ella aceptó, y cuando iban en la carretera y sin disminuir la velocidad, le ordenó a la muchacha:

—¡Bájese inmediatamente de mi carro!—

—¿Cómo, ahorita? Preguntó la jovencita entre perpleja y ofendida.

—¡Exactamente! —le contestó Salvador, y prosiguió: “Porque este carro es mío y puedo hacer con él lo que yo quiera”.

Cuenta Salvador que la muchacha, después de un momento de silencio y en un tono ya muy suave le contestó:

—“Está bien… ya entendí la lección, usted tiene razón… ya podemos volver a casa”.

Antes de terminar esta mi reflexión de hoy quisiera dirigirme a personas como la muchacha del cuento de Salvador Gómez. Quiero asegurarles que he leído mucho sobre las graves secuelas que deja en las madres el aborto y que personalmente puedo confirmarlas con casos en que me ha tocado ayudarlas. Para comenzar, caen invariablemente en unas depresiones profundísimas que en muchos casos conducen al suicidio, sometiéndolas antes a daños mentales muy serios.

Antes de dar ese paso yo les recomiendo que consulten con un médico con experiencia verdadera en esas secuelas, que sea ético y honrado.

Y en vez de detallarles todas esas consecuencias prefiero contarles lo que leí en un periódico de Inglaterra cuando visitaba a una hija mía que vivía ahí. Era la historia de la famosa actriz británica Emma Beck, una admirable joven intérprete de 30 años, llevaba una gestación de gemelas y abortó. Al poco tiempo se suicidó —apareció colgada—, y dejó a sus parientes una patética carta que decía: “La vida es un infierno para mí, yo nunca debería haber abortado, habría sido una buena madre. Quiero estar con mis bebés, necesitan de mí más que nadie”. EL AUTOR ES COORDINADOR DE LA CIUDAD DE DIOS.

Opinión Asamblea Legislativa Cuerpo Dios archivo

COMENTARIOS

  1. El Observador
    Hace 8 años

    Siempre leo con mucho interés la Columna del señor Gonzalo Cardenal, pero la de esta fecha tiene algo nuevo. Como es saber que en los Estados Unidos, uno de los países más cristianos del Continente, se matan mediante el aborto a más de un millon de bebés cada año. Es de imaginarnos los millones de abortos anualmente a nivel mundial, especialmente en países que no practican el cristianismo. Pero hay algo que no puedo imaginar, y es adonde van las almas de esos bebés, pues segun el señor Cardenal, son cuerpos sepados desde su concepción. Me agradaría que nos hablara a cerca de ese tema en su proxima Columna

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