En medio del espejo de agua, frente al puesto militar que está en el Delta del río San Juan, muy cerca de donde acostumbraba verse lagartos, sobre todo en el verano, asoma la primera de las cuatro dragas que desde hace cuatro años limpian el río San Juan.
Desde la panga de pasajeros se registran lentamente los lados de las dragas, unos armatostes planos con tubería que se hunde tres metros en las aguas del río y remueve la arena que se ha ido asentando en su lecho, por años, mientras otra tubería la absorbe como una aspiradora y expulsa el sedimento en la ribera.
El proyecto de dragado, que encargó el Gobierno al exguerrillero Edén Pastora cuando estalló el penúltimo lío con Costa Rica que está pendiente de resolverse en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, por una franja fronteriza de menos de dos kilómetros en los alrededores del San Juan, es para mucha gente de la zona un asunto de “juguetes” flotantes que no le hacen cosquillas al caudal del río, mientras que para otros es la “presión psicológica” de Nicaragua intentando ejercer su soberanía sobre este último tramo del emblemático río, después de muchas décadas de abandono. En medio están los que gracias a las dragas corren bien por las aguas del río.
“Cuando no existía esa carretera acuática, cuando era difícil llegar y salir, esa zona era una provincia de Costa Rica, se hablaba en tico, corría el colón de Costa Rica, no corría el córdoba, la mercadería, la vida social económica y política era costarricense. Los niños iban a las escuelas ticas. Era una provincia tica en la práctica. Si nosotros no hubiéramos dragado ese río, lo hubiéramos abandonado”, dice Edén Pastora, más conocido como “Comandante Cero”, durante una entrevista en su casa, en Managua.
Pastora se refiere a la dinámica que había antes en el poblado de San Juan del Norte, o Greytown, que está frente al río Indio, pero al que se llega después de remontar doscientos kilómetros de agua del río San Juan.
No es por gusto que las primeras dragas, las más grandes, se llaman Soberanía I y Soberanía II. Las otras dos dragas que se llaman Trocha I y Trocha IV, que parecen rastrillos sobre el agua, se ubican más abajo a la altura del caño Sanjuanillo, un afluente nicaragüense del San Juan.
En la operación de las cuatro dragas y el vivero, que no se mira desde el río, pero del que Pastora enseña fotografías y asegura que cuenta con más de 300,000 plantas, trabajan alrededor de 100 hombres, la mayoría habitantes del poblado de San Juan del Norte, un poblado que hace ocho años apenas llegaba a 1,300 habitantes y ahora roza los 2,000.
“El dragado, en este momento, es la principal fuente de empleo”, comenta un trabajador de la Alcaldía que prefiere omitir su nombre y agrega que la mitad de la población del municipio está sin empleo. Tal vez por eso muy pocos se atreven a criticar, abiertamente, el trabajo del dragado, a pesar de las reservas que han expresado en otras ocasiones algunos pobladores sobre los posibles efectos ambientales de la limpieza del San Juan.
Pastora dice que la obra por ahora no tiene fecha de finalización y aclara que eso dependerá del fallo que emita la CIJ.
“Va a terminar cuando la Corte Internacional de Justicia falle, diga dónde vamos a sacar la bocana del río, para hacer una bocana, amplia, profunda y que el río corra en su magnitud y no haya necesidad de limpiar porque ya no se sedimente la arena”, dice Pastora, quien considera que el proyecto, que hasta ahora ha costado poco más de ocho millones de dólares, es “relativamente poco”.
MEJORÍA EN NAVEGACIÓN
En San Juan del Norte, a casi 500 kilómetros de Managua, el impacto del dragado se mide por la navegación de las pangas en los últimos 38 kilómetros.
El exalcalde sandinista de San Juan del Norte, César Collado, cree “ha tenido cierta mejoría la navegación en el trecho Delta San Juan de Nicaragua”; sin embargo, cree “que las fuerzas que tienen mecánicamente las dragas no tienen la capacidad de hacer lo que se pretende.
Tendrían que ser equipos más potentes para mantener la fluidez del caudal”.
“Se mueve una (draga) hacia determinado sector, cuando vuelve ya está de nuevo el sedimento, eso atrasa el proceso. Pero sí, de hecho ha cumplido en un porcentaje no muy alto en cuanto a la navegación del San Juan”, comenta Collado y cree que se debería aumentar la capacidad de la maquinaria.
Un panguero, que acostumbra a recorrer dos veces por semana el río, asegura que en los últimos años no se han “pegado” las embarcaciones.
Pero algunos creen, que más que por las dragas, eso ha pasado porque los inviernos en esa zona del país han sido bastante copiosos y el río se ha podido llenar y dejar pasar sin inconvenientes.
“Tenemos el volcán Arenal, es el que está echando todo el sedimento a los ríos Sarapiquí y San Carlos y van a dar al cauce grande, mientras exista el Arenal, el río San Juan va a estar seco toda la vida”, dice Enrique Gutiérrez, propietario del hotel Evo, uno de los que cree en que “la draguita” ha ayudado en los pegaderos, pero la llena ha sido por los inviernos, cree este pequeño empresario.
Recuerda Gutiérrez que en los años noventa el río se secaba casi por completo. Y repite lo que tantos otros sanjuaneños han repetido antes: que el transporte era más difícil y había que bajarse de la panga y avanzar a pie por la ribera y esperar que el panguero y sus ayudantes movieran la embarcación hasta un punto en que volviera a flotar.
Gutiérrez es fiel creyente de que la solución para el problema de sequía del río sería la construcción de una carretera de verano desde la zona del Delta hasta el río Indio. “Hubiera sido menos el impacto porque ahora todo ese río ahora está completamente despalado”, dice y agrega que ahora ese lugar ha sido lentamente deforestado por los colonos que han entrado a la reserva Indio Maíz. Gutiérrez dice que cada vez que puede asiste a una reunión donde se abordan estos temas, él “remoja” que no se haya hecho el camino de verano.
“Eso hubiera costado menos, que esos miles y miles de córdobas que ha gastado Pastora en tener esos juguetes”, comenta.
NAVEGACIÓN NO MEJORA ECONOMÍA LOCAL
A partir del litigio con Costa Rica, sobre el río San Juan, en particular sobre San Juan del Norte, se tejieron muchas promesas: el dragado, el aeropuerto, que también se hizo, y el arribo masivo de turistas con estas obras de infraestructura. Poco a poco se crearon las condiciones, pero pequeños empresarios como Gutiérrez aseguran que está deprimido el turismo en la zona.
En esto días los turistas, sobre todo extranjeros, llegan por goteo. Las tres pangas que viajan durante la semana se cargan con pasajeros locales, una de ellas incluso, llega desde San Carlos con menos de cinco pasajeros, a pesar de la fluidez que hay en el río. “Ha faltado promoción de la zona. En El Castillo, a muchos turistas les dicen que no vengan hasta aquí por el problema”, dice un trabajador de la Alcaldía ligado al tema de turismo y reconoce que a la par del dragado y el aeropuerto se ha invertido en capacitar a los propietarios de negocios locales, pero la debilidad es la promoción de la zona.
NO ES FÁCIL DRAGAR EL SAN JUAN
En la oficina de Managua, Pastora está a punto de rendir informe sobre el avance del dragado en este año. Explica que para el año entrante le aprobaron 45 millones de córdobas; no obstante, en el informe que ha preparado su equipo se solicitará una ampliación del presupuesto a 75 millones de córdobas.
“Cada mes se descompone una draga, porque trabajan en arena que son una lija, trabajan en agua que se oxida con facilidad el material”, dice Pastora y también agrega que el bajo nivel técnico de los trabajadores que operan el equipo en la zona dificulta aún más el proyecto.
Pastora dice que se están haciendo siete dragas más, aparte de las cinco que, según él, están operando en el río. Aclara que una de ellas está en mantenimiento. No es la primera vez que Pastora anuncia que pronto habrá nuevas dragas sobre el río.
Cuando se le consulta sobre cuántos metros o kilómetros se han dragado hasta ahora, Pastora explica que “nosotros medimos en metros cúbicos, no se puede medir en distancia”.
RÍO SERÍA UN HUMEDAL
El proyecto se ha concentrado en las áreas que se secaban, en la franja de 38 kilómetros, y asegura “que se han limpiado lugares de los 38 kilómetros”.
“Es que como no hay bocana, la bocana está seca y se va moviendo y ahorita está saliendo dos kilómetros abajo de donde debe salir”, explica Pastora, quien viaja periódicamente a la zona. En San Juan del Norte Pastora es un hombre con intereses. Además del proyecto tiene una casa hecha con madera de almendro, construcción que en su momento fue objeto de críticas, pero según él, probó que se hizo con madera de árboles caídos.
Para Pastora es clave el fallo de La Haya para acabar de limpiar el río, aunque asegura que luego habría que hacer obras de mantenimiento.
“Nosotros necesitamos todo el caudal del río y una barra amplia y profunda para que corra con velocidad y el sedimento se lo lleve al mar”.
Y a pesar de los comentarios, justifica la pertinencia de la obra. “Si no se hubiera limpiado, si no se hubiera sacado más de un millón de metros cúbicos, hoy el río San Juan sería un humedal, estuviera completamente tapado, cerrado”, concluye.
2,000,000 de dólares por año se ha invertido en el proyecto de dragado del río San Juan. Gran parte del presupuesto se invierte en gasto de gasolina, reparación de maquinarias, compra de repuestos, pago de personal, entre otros.
EL DRAGADO DEL RÍO ESCONDIDO
En 2006 concluyó el dragado del río Escondido, en el Atlántico Sur, los puertos de El Bluff y El Rama. Esa obra costó entre 9 y 12 millones de dólares, según registran archivos periodísticos de la época. Refieren que se trabajó sobre una longitud de nueve kilómetros y se extrajo un millón y medio de metros cúbicos de arena. Esa obra permitió la circulación de embarcaciones con hasta cuatro mil toneladas de peso.
El trabajo estuvo a cargo de la Empresa Nacional de Puertos (EPN).
El actual dragado en el río San Juan recibe el presupuesto a través de la EPN; sin embargo es manejado por Edén Pastora, el legendario guerrillero quien ha explicado que el trabajo de limpieza que se hace actualmente en el río San Juan no permite la navegación de embarcaciones de calado de más de 50 centímetros de profundidad, para que eso ocurra, explica Pastora, habrá que “destrabar” el desaguadero. El exguerrillero asegura que entre sus planes está crear una marina turística en la zona que permita la entrada de embarcaciones de máximo tres metros de calado.
“Se hubiera hecho una carretera de verano entre Delta y río Indio. Eso hubiera costado menos que esos miles y miles de córdobas que ha gastado Pastora en tener esos juguetes”. Enrique Gutiérrez, propietario del hotel Evo.
“Las fuerzas que tienen mecánicamente las dragas no tienen la capacidad de hacer lo que se pretende. Tendrían que ser equipos más potentes para mantener la fluidez del caudal”. César Collado, exalcalde de San Juan del Norte.