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Alejandro A. Tagliavini

Leiris para presidente

Increíble que personas como Bernard-Henri Lévy aseguren que “sin tropas en su terreno, tendremos más sangre en el nuestro”. Llama al homicidio desde la ignorancia. Decía Paul Feyerabend que “los ciudadanos… van muy delante de sus políticos en su deseo de frenar la (violencia)… El sentido común suele ser superior a los ‘expertos’”.

Antoine Leiris, cuya esposa murió en el Bataclan, aseguró que no tendrán su odio ni el de su hijo de 17 meses porque “ustedes (los terroristas) lo están pidiendo” y responder “al odio con furia es caer en la misma ignorancia… me quieren asustado, que sacrifique mi libertad por seguridad… perdieron… Somos solo mi hijo y yo, pero más fuertes que todos los ejércitos del mundo”.

Parece idealista Leiris pero es realista. Irreal es desconocer que la ciencia afirma que la violencia solo agrava las cosas y que la paz se logra con más paz. Dice Ron Paul, excandidato presidencial en EE. UU. que los atentados en París provocaron sobrerreacción —después de todo solo en accidentes de tráfico en Francia mueren dos mil al año— y declaraciones en el sentido de repetir errores.

Para Peter Van Buren, la repetición enfermiza de los errores empeorará las cosas. EE. UU. inició hace 14 años la “guerra contra el terrorismo” y sin embargo “el terrorismo evoluciona y lleva a cabo ataques más ambiciosos”, dice el primer ministro británico. Así, la idea del presidente francés de que está en guerra contra el Estado Islámico (EI) solo traerá más violencia.

Cuando los terroristas dicen que conquistarán Francia, saben que no será por vía de un triunfo militar frontal, sino porque enervarán a Occidente para que se violente y autodestruya… con ayuda de los políticos que con esto ganan poder al coartar las libertades en “aras de la seguridad” y aumentan sus dineros: el gobierno francés ha dicho que aumentará el gasto en seguridad.

El terrorismo se excusa en la religión, pero es desmentido por la mayoría de los musulmanes incluidos Hamas, Yihad Islámica y Hezbollah. Más bien tiene que ver con la marginalidad, provocada por regímenes tiránicos que gobiernan en Arabia —como el saudí, que financia las mezquitas occidentales—, y dentro de la misma Europa.

Los estados occidentales, cuando trabajo abunda —millones de viviendas, escuelas, etc., por hacer— crean desocupación imponiendo —vía el monopolio de la violencia— leyes laborales, como el salario mínimo, que deja fuera del mercado a los que ganarían menos. Es hora de terminar con la marginalidad llevando más paz —más libertad, menos coacción estatal— a las personas.

Un 40.5 por ciento de detenidos en España desde 2013 por relaciones con el yihadismo nacieron en España, según el Real Instituto Elcano. Coincidiendo con EuroPol, que afirma que el terrorismo suele reclutar jóvenes marginados incluso no musulmanes, David Rieff, especialista en terrorismo, asegura que los “jóvenes (inmigrantes y descendientes de inmigrantes) están enfadados y son susceptibles de caer en las redes del EI… Se sienten impotentes… Su única arma es la brutalidad”.

De los 30,000 soldados del EI, 15,000 provienen del exterior y es la organización terrorista más rica, con ingresos diarios de dos millones de dólares por el petróleo y gas que le compran sus “enemigos”, las extorsiones, el mercado negro de antigüedades y las donaciones que llegan mayormente desde los países opositores.

El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California.

Opinión Bernard-Henri Lévy archivo
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