Los botes están varados, a la sombra del encaje de árboles que rodea el caserío de San Juan de Nicaragua, un pequeño pueblo de unos dos mil habitantes, cuyo caserío se asoma a un lado del río Indio y al que se llega tras un largo recorrido, casi por completo, del río San Juan.
Los trasmallos y los aperos de pesca han desaparecido en muchos de los patios del poblado. Son bienes escasos. Casi no hay vestigios de que este fue un pueblo pesquero.
En los últimos tiempos los botes se utilizan más para circuitos turísticos con los visitantes que quieren pasear por los recovecos del río Indio, por la Reserva Indio Maíz o por los cementerios históricos del antiguo Greytown.
Los pocos que se dedican a la actividad pesquera tienen que ser ágiles para comercializar sus productos en el mismo pueblo o contar con medios de transporte y hieleras para trasladar sus productos frescos a Bluefields, que está a cuatro horas de San Juan por mar. Allí se vende a mejor precio lo que se saca del mar.
Sin embargo en las próximas semanas, esa imagen podría cambiar.
Esta semana llegaron al municipio autoridades del Instituto Nicaragüense de Pesca (Inpesca) para dotar a gran parte de los socios de la cooperativa de pesca de San Juan del Norte con aperos.
Juan García, presidente de la cooperativa de pescadores Greytown RL, dice que esta semana el subdirector del Inpesca entregó a la cooperativa parte de los aperos de pesca que se requieren y que en la próxima semana llegará la otra parte.
“Entregaron el cincuenta por ciento, que consiste en trasmallos, anzuelos, plomos, cuerdas, cabos, mecates, todo lo que se pidió”, dice García, representante de esta cooperativa, que cuenta con 75 socios.
García explica que en los próximos días esperan el desembolso de unos ocho mil dólares, fondos que les permitirá arrancar con este proyecto de pesca que ha estado aplazado desde hace más de dos años, cuando concluyó la construcción del centro de acopio y la planta procesadora que se hizo con apoyo de la Unión Europea.
“Ya tenemos cinco años de estar insistiendo, hasta que se hizo realidad”, dice contento García.
BANCOS ABUNDANTES
García explica que frente a esas costas abundan especies como el róbalo, corvina, pargo, macarela, bagre, entre otros, que llevan mucho tiempo sin aprovecharse por falta de un centro de acopio y una planta procesadora, que hace un par de años se hizo realidad.
“Ahorita estamos pescando langosta y está la flota del róbalo, pero no tenemos a quien venderle, por eso estamos buscando todos los canales para que esto se abra pronto para lograr la captura del róbalo”, dice García.
Una de las proyecciones de la cooperativa es abastecer con producto fresco a los poblados cercanos, como El Castillo y San Carlos.
“La idea de nosotros es darle un procesamiento local a todas las especies de segunda y si miramos que está buena la situación, sacar con la cooperativa a ver si podemos
sacar a San Carlos, El Castillo, a la zona del río San Juan”, explica García.
La planta procesadora tiene capacidad para producir una tonelada de hielo diario. Otra ventaja de la planta será que allí mismo podrán filetear las variedades de segunda.
Uno de los planes futuros de la cooperativa es conseguir un cuarto frío para mantener el producto mientras lo comercializan.
150,000
euros se invirtieron en la construcción y el equipamiento de las instalaciones de la cooperativa de Greytown, que espera comenzar a funcionar a mediados de diciembre. Esta actividad espera reactivar la economía local del municipio.
PROBLEMAS CON ZARPES
Una de las preocupaciones de los pescadores son las limitaciones de los zarpes, los permisos de pesca que diario deben solicitar en el puesto militar del Ejército de Nicaragua presente en San Juan del Norte. Les preocupa porque el permiso para pescar vence a las 5:00 de la tarde y hay especies de peces que es más fácil de pescar durante la noche.
Para otras especies, como el tiburón, los pescadores deben adentrarse en el mar por varios días; sin embargo, los actuales zarpes los obligan a regresar todos los días. La semana pasada se celebró una reunión entre las autoridades locales, representantes de las cooperativas y mandos militares de la zona para buscar alternativas, pero todavía no se han alcanzado acuerdos.
25 POR CIENTO SON MUJERES
El 25 por ciento de los socios de la cooperativa son mujeres, madres de familia, que pasaron los cursos para aprender a filetear especies y para producir tortas y deditos de pescado. Con esto se prevé darle un valor agregado a los productos que se saquen del mar. Esa es una de las ventajas con las que espera contar la cooperativa de pesca de Greytown, que se conformó hace cinco años, pero ahora será hasta ahora en diciembre que probablemente arranque operaciones.
“En el último mes se han recibido 35 nuevas solicitudes de ingreso a la cooperativa”, comenta César Collado, vicepresidente de la cooperativa de pesca.
Hasta el momento lo que se pesca de manera clandestina hacia Costa Rica y otra parte se va hacia Bluefields, explicó uno de los pescadores de la cooperativa.