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Danilo Arbilla

¿Qué está preparado?

“Está todo preparado”, ha dicho Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela.

Todo preparado ¿para qué?, esto es algo que sería bueno saberlo.

Según la funcionaria chavista todo está listo para los comicios parlamentarios del 6 de diciembre.

¿Es que van a aceptar observadores internacionales?

Ya han sido rechazados los de la ONU, la Unión Europea y la OEA, y los de otros reconocidos organismos internacionales especialistas en la materia y de defensa de los DD.HH.

¿Pero, por lo menos, aceptarán los observadores internacionales cuya actividad facilita la oposición? A estos la funcionaria chavista dijo que “se les aplicará la ley”. ¿Cuál ley?, la de Tibisay y Maduro, que solo aceptan el “acompañamiento” de Unasur, Mercosur, Parlasur, Alba, Parlatino y Celac y al tiempo rechazan, —al mejor estilo chavista donde campea la ordinariez, la mentira y el insulto—, los llamamientos de la Secretaría General de la OEA para que se den garantías serias y creíbles.

Los antecedentes de los “acompañadores” o compañeros dejan que desear. Ello es innegable. Además, si no fuera así, por qué los reclamos de la OEA y de tantas organizaciones y países. Se ve que no confían mucho en los nombrados o creen que no bastan.

El uruguayo Luis Almagro, Secretario General de la OEA, a quien Maduro calificó de “ basura” —propio de sus formas y su nivel—, es un probado hombre de izquierda. En el Uruguay algunos de sus correligionarios ahora lo critican; quizás para “no darle argumentos a la derecha”, (aquello de que el fin justifica los medios) y sobre todo si esos argumentos son contundentes y reflejan la realidad y la verdad. Pero se trata del mismo Almagro que siempre había sido considerado pro-Chávez y sobre el cual, cuando fue designado, la gran mayoría de los medios informó que era un “hombre” cercano al chavismo, y ninguno, que se sepa, habló de un títere o alguien funcional a las derechas y al imperialismo.

Sucede que, contrariamente a lo que pasó con su antecesor, de triste memoria, Almagro asumió el rol que le corresponde y vistas las cosas tal cual son y lo que el cargo le impone, le reclamó a Tibisay dar las garantías exigidas, tanto a los partidos de gobierno como de la oposición, “para asegurar que las elecciones se van a llevar a cabo de una forma justa y transparente”. Y le recalcó que esa es su (la de Tibisay) “obligación legal y moral”, de la misma manera que lo es para la OEA y de ahí su planteo ¿Es para eso que el Consejo Nacional Electoral está preparado? ¿O será para alguna cosa diferente?

Por si Tibisay no lo tenía bien claro Almagro le enumeró, con pruebas al canto, una serie de hechos que demuestran que no se está cumpliendo un proceso democrático, a saber: falta de libertad de prensa, amedrentamiento a opositores, funcionarios y ciudadanos en general —una buena parte de estos bajo “estado de sitio”—, ausencia de una plena igualdad para todos los participantes con “un terreno de juego desnivelado”, confusión de las papeletas electorales, uso de los recurso financieros públicos y cambio de las reglas del juego, todo ello a favor del oficialismo, más la inhabilitación de candidatos opositores, algunos hasta presos, e intervención de partidos políticos por parte de la Justicia. Y por si fuera poco, se sumó el asesinato de un líder opositor, por lo cual también alzó su voz el Secretario de la OEA, lo que generó las iras de Maduro.

¿Las organizaciones autorizadas al “ acompañamiento” habrán tomado en cuenta todos esos elementos y lo que dice la doctrina más recibida en materia electoral cuando advierte que no solo puede haber fraude en el conteo de votos, sino que también puede haberlo en las instancias previas durante el proceso electoral?

Por muy “eficiente” que sea el sistema de conteo con ello no basta para hablar de elecciones democráticas. Y aún si ganara la oposición, que es lo que dicen todas las encuestas, habrá que ver si no se repite lo ocurrido en el pasado, en que el chavismo tuvo menos votos pero se alzó con el mayor número de legisladores.

Se justifica, entonces, la existencia de una cierta intranquilidad, como también la interrogante del principio: Está todo preparado, pero ¿para qué?

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa.

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