Ha pasado algún tiempo pero este es un tema en el cual considero que es necesario insistir. Me refiero al hecho de que con la mayor injusticia y sin base legal, en un abuso de poder que no es extraño, el Gobierno autoritario de Daniel Ortega prohibió, de hecho, una ayuda caritativa y solidaria, podríamos decir muy de cristianos, consistente en granos básicos, que un grupo de productores de la zona húmeda de la Nueva Guinea y Río San Juan, al sur de Nicaragua, donde llueve casi todo el año, llevó a sus hermanos nicaragüenses víctimas de la hambruna que sufren en cinco municipios del Departamento de Nueva Segovia, al norte del país, debido a la falta de lluvia que ha afectado a esa zona por el cambio climático de El Niño, donde las siembras de los campesinos se secaron. Zona a la que se ha llamado Corredor Seco de Nicaragua.
Debe recordarse que a fines del pasado mes de octubre un grupo de medianos productores cargaron de granos básicos cuatro camiones para dar alimento a más de mil familias del lugar, pero estos al llegar fueron detenidos por la Policía Nacional cuando empezaban a distribuir los sacos de alimentos, con el alegato de una regla, sacada quién sabe de dónde, que no tenían autorización del Ministerio de Salud, y con exceso de fuerza arrebataron las cargas que ya algunas mujeres tenían en sus manos. Una televisora independiente, de las pocas que existen, reflejó estos hechos violentos que terminaron en la retención de los productos alimenticios y la detención de los camiones.
Para justificar la acción ilegal de la Policía Nacional, el Gobierno por medio de la oficina del Sistema Nacional de Prevención, Atención y Mitigación de Desastres (Sinapred), ordenó centralizar las donaciones, sin tener en su Ley esta función, por medio de una nota que decía: “Toda ayuda que se quiera hacer llegar a las personas y familias afectadas por alguna situación, debe ser realizada a través de Sinapred”.
Organizaciones de la sociedad civil, religiosas y de derechos humanos consideraron esta medida de inconstitucional, inhumana y política. El director de Caritas de Nicaragua, monseñor Carlos Herrera, crítico fuerte de la centralización, que ha auxiliado a la gente en esta crisis de hambruna, había advertido al Gobierno la necesidad de decretar un Estado de Emergencia en el lugar, que promovería ayuda internacional, a lo que el obcecado mandatario se negó, manifestando por sus voceros que tenía la situación bajo control, no siendo cierto, pues parecía preferir que la gente del lugar pasara hambre y sed, a arriesgar la imagen del país que se ha inventado.
Esto lo que revela es el doble rostro del gobierno, que se jacta de ser “socialista, cristiano y solidario”, que es de lo que menos tiene. Porque un gobierno cristiano no impediría que un hermano ayude a su hermano, sin intermediarios (“Me viste hambriento y no me diste de comer”). Un gobierno solidario no debería impedir la ayuda directa a un prójimo. El Buen Samaritano del Nuevo Testamento no pasó de largo a avisar a alguien que estaba un herido en el camino, se bajó de la cabalgadura él mismo a asistirlo.
Centralizar cualquier donación impide que estas se hagan, por la desconfianza que genera en la gente y en las instituciones privadas que su ayuda sirva para hacer propaganda partidaria. Le escuché decir a un amigo, que sería como si Jesús dijera que la ayuda al prójimo necesitado se canalice por medio del sumo sacerdote Caifás.
El pueblo ya sabe por historia lo que algunos gobiernos hacen con las donaciones cuando se centralizan para su distribución.
El autor es Presbítero Anglicano y abogado.
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