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La líder del partido ultraderechista francés Frente Nacional (FN), Marine Le Pen. Los jóvenes dicen sentier desengañados por elecciones en Francia que “no sirven para nada”. LA PRENSA/EFE/IAN LANGSDON

Jóvenes desengañados por elecciones en Francia

Jóvenes no ven que votar "cambie la vida" y hablan de "confianza rota" hacia los partidos tradicionales en las elecciones en Francia

No ven que votar “cambie la vida” y hablan de “confianza rota” hacia los partidos tradicionales. Para ellos el ultraderechista Frente Nacional es tan incompetente como los demás, por eso muchos optan por la abstención como única manera de reclamar un nuevo sistema.

“No creo en las elecciones. Los que piensan que un elegido no será enceguecido por el poder o el dinero son ingenuos. Me entristece ver todo el teatro de los políticos con sus promesas, cuando nada cambia nunca, porque no corresponde a sus intereses”, sostiene Pauline, estudiante de psicología en Toulouse (sur).

De 22 años de edad, Pauline, se sitúa en la extrema izquierda del tablero político. Y se congratula de que el nivel de abstención haya alcanzado 50 % el domingo pasado, en la primera vuelta de las elecciones regionales.

“Espero que se den cuenta por fin de que el sistema no marcha, y de que la gente quiere más democracia representativa”, dice, reclamando una “votación para cada decisión importante de la vida política, de tipo referéndum”.

Como ella, la mayoría de los jóvenes franceses (65 % de los de 18 a 24 años se abstuvieron, según un sondeo) no creen en el “deber ciudadano de votar”, frase repetida sin cesar por los dirigentes de la izquierda y la derecha cuando llaman a frenar a la extrema derecha, que obtuvo una victoria histórica en la primera vuelta de las regionales.

El politólogo Thomas Guénolé considera que esa abstención ilustra el “rechazo de la Francia de sus mayores, en quienes no confían para solucionar ni comprender sus problemas, porque es una Francia que no los quiere”, dice, recordando las dificultades de las jóvenes generaciones para tener un trabajo o para adquirir una vivienda.

Según él “una Francia está muriendo: la del modelo económico, social y político de los años 1970 a 1990”.

Elodie, maestra de 25 años, y Sylvain, de 34, joven pareja de Colmar (nordeste), consideran también que “el sistema llegó a su límite”. “Es lamentable decirlo, porque hay franceses que lucharon para que tuviéramos el derecho de votar, pero ahora no tenemos ya confianza en nadie, todos nos parecen deshonestos y a sueldo de lobbies financieros”.

“RETOMAR EL PODER”

“Antes, yo decía a los otros que votaran ¡Ya está bien! Hasta aquí llego. Si tengo que actuar, será de otra manera, podemos unirnos a través de las redes sociales”, declara Sylvain, empleado en un frigorífico. Reclamando “más humanidad”, dice no haber cambiado de opinión respecto a la política tras los atentados de París.

Sylvain se declara profundamente decepcionado por el presidente François Hollande, al que sostuvo en 2012, y estima que “el pueblo debería retomar el poder, actuar por sí mismo”. “El mundo político está completamente desubicado, no piensa nunca en los franceses que no están bien”, acota.

“No veo en qué las elecciones han mejorado nuestras vidas o cambiado nuestra vida cotidiana”, afirma Thibault, estudiante de comercio de la región parisina. “Nos dicen que votemos, pero tendrían primeramente de darnos ganas de hacerlo. Los políticos piensan ante todo en su carrera, en detrimento de los franceses”, sostiene.

En cuanto al voto por el FN, por el que optaron un tercio de los jóvenes que no se abstuvieron, Thibault considera que el partido de extrema derecha “propone cosas interesantes, como salir de la Unión Europea, pero esto no es realizable”. Y, “salvo Marine Le Pen (presidenta del FN) y Florian Philippot (vicepresidente), tengo la impresión de que no tiene mucha gente competente”, agrega.

En Dijón (este), Lucien Lhotelier, estudiante de 20 años de edad, quiere sancionar a los políticos, “tan corruptos los unos como los otros”, absteniéndose, y no optando por “el voto sanción del FN”, en el que no cree.

Todos ironizan sobre la imagen de “lobo feroz” enarbolada por los partidos tradicionales para denunciar a la extrema derecha. “Nos piden que votemos para que el FN no gane, sin que las élites se planteen la menor cuestión. Esto demuestra que hay un problema grave”, argumentan Elodie y Sylvain.

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