La Corte Internacional de Justicia falló contra Nicaragua, al reconocer las demandas de Costa Rica en relación con el humedal fronterizo de Harbour Head o Isla Calero y desestimar la demanda de Nicaragua contra Costa Rica, por supuestos daños causados con la construcción de una trocha fronteriza paralela al río San Juan. La Corte dijo que Costa Rica debió presentar los estudios de factibilidad ambiental para realizar esa obra, pero de todas maneras Nicaragua no pudo demostrar los daños que supuestamente había causado su construcción. Y además, la parte nicaragüense tampoco pudo demostrar que esa obra de Costa Rica obstruía la navegación en el río San Juan.
El consuelo para Nicaragua es que la sentencia del tribunal internacional ha reconocido su derecho a dragar el río San Juan, pero advirtiendo que se deben hacer los estudios de impacto ambiental para evitar que las obras de dragado causen daños al territorio vecino.
A pesar de que el fallo ha sido negativo para Nicaragua, su representante ante el tribunal de La Haya lo calificó como “ecuánime”. “Lo importante para nosotros —aseguró— es que la CIJ dijo que Nicaragua puede seguir dragando (el río San Juan)… y tampoco se nos impuso una decisión onerosa”. Y agregó que “esperaría ahora que Costa Rica sea buena vecina de Nicaragua”.
Los especialistas nicaragüenses en derecho internacional y miembros del gobierno de Nicaragua se habían anticipado a asegurar que el fallo de la Corte Internacional de Justicia sería favorable al país. Sin embargo, dejaron claro que cualquiera que fuese la sentencia, sería acatada por el país y que a partir de ella las relaciones entre ambas naciones deberían ser reconstruidas. Y lo mismo han dicho los representantes de Costa Rica después de conocer y celebrar la sentencia del tribunal supremo de La Haya.
Se dice que Nicaragua perdió este caso porque sus razones no fueron presentadas adecuadamente ante el tribunal internacional. Sin embargo, ante las torpezas del encargado del dragado del río San Juan designado por el Gobierno, la arrogancia excluyente del Gobierno y el disparate de ocupar militarmente Habour Head, ni los mejores abogados del mundo hubieran podido convencer a los jueces de La Haya de que Nicaragua tenía la razón.
La expresidenta de Costa Rica, doña Laura Chinchilla, quien ejercía el mando presidencial cuando se plantearon los litigios fronterizos resueltos ahora por la Corte de la Haya, opinó antes del fallo que siempre que en Nicaragua hay gobiernos autoritarios las relaciones entre ambos países se complican y se vuelven conflictivas. Pero Nicaragua casi siempre ha sido gobernada por caudillos autoritarios; y de ese modo seguirá mientras el pueblo nicaragüense no se decida, de una vez por todas, a establecer en el país una democracia auténtica y duradera como la que hay en Costa Rica desde hace mucho tiempo.
Mientras eso no ocurra, Nicaragua y Costa Rica están obligados a coexistir pacíficamente a pesar de sus abismales diferencias de cultura y sistema político. Deben resolver sus diferencias inevitables por medio del diálogo y las sentencias de la Corte Internacional de Justicia de La haya no deben ser obstáculos, sino estímulos y oportunidades, para lograr ese sano propósito.