Bassil Da Costa, Génesis Carmona, Geraldine Moreno y otros cuarenta héroes venezolanos, cuyas vidas fueron vilmente arrebatadas por un plan macabro de reprimir a sangre y fuego las movilizaciones de protesta cívica organizadas por la oposición de su país, son la verdadera razón de por qué la Mesa de Unidad Democrática (MUD) logró que se le reconociera una victoria aplastante en las elecciones parlamentarias del recién pasado 6 de diciembre en Venezuela.
La versión que circula en los medios internacionales afirma que en un aparente gesto de “patriotismo” por parte del ministro de Defensa venezolano, general Vladimir Padrino López, este anunció a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello (los personeros del gobierno chavista más poderosos del país), que su deber institucional era el hacer cumplir la Constitución, en vez acceder a la intención que estos tenían de “retocar los resultados electorales”; sin embargo, algunos analistas dicen que más bien fue la amenaza de amotinamiento por parte de una inmensa mayoría de soldados y oficiales bajo el mando de dicho general lo que prácticamente lo obligó a que reconociera la contundente derrota oficialista.
Ahora bien, cabe preguntarse qué fue lo que llevó a la casta militar a dar la espalda a la alta nomenclatura chavista. La respuesta sería, sin lugar a dudas, que las fuerzas armadas estaban claras de que, de haber permitido el fraude, hubieran sido ellas mismas las llamadas a volver a reprimir a un pueblo que seguramente se lanzaría de nuevo a las calles, reviviéndose los hechos del 12 de febrero del 2014 luego de la convocatoria de la oposición denominada “La salida”, que fue durante la cual perdieron la vida los mencionados 43 mártires.
Lo que todo esto denota es que la actual cúpula chavista no tuvo el apoyo de los hermanos Castro en La Habana, ni heredaron la malicia cínica que Chávez demostró a lo largo de los años, pues, de haber sido así, hubieran tenido varios protocolos de “contingencia”, proponiendo distintas respuestas para cada posible escenario; situación que debe ser aprovechada por la MUD, pues su reto más importante será el de mantener el apoyo de estos “votos prestados”, como les llamara un analista venezolano, en vista de que debe reconocerse que muchos chavistas realmente le dieron la espalda a Maduro ante la escasez, inseguridad e inflación galopantes que ellos también padecen.
En cuanto a Maduro y Cabello, ambos se encuentran en una situación tan crítica que lo más sensato sería que de una vez empiecen a negociar una transición concertada, asegurándose un futuro medianamente decoroso. En cambio, lo que se aprecia es que ambos están en plena campaña de ‘radicalizar la revolución’, pues la violencia que no pudieron desatar a partir del 6 de diciembre podría estallar en cualquier momento, si nos atenemos a las amenazas que continúan haciendo a diario por distintos medios.
En todo caso, es definitivo que la transición democrática venezolana es una realidad sin retorno, pues, tomando en cuenta la advertencia de Mauricio Macri en Argentina, la reiterada presencia de varios expresidentes latinoamericanos en Venezuela y las continuas observaciones de Luis Almagro, como secretario general de la OEA, vemos que la atención del continente está puesta en
Venezuela y ello debe ser tomado muy en cuenta por los chavistas, por lo que sería un verdadero disparate volver a reprimir al pueblo considerando que hasta su propio Consejo Nacional Electoral reconoció la limpia victoria opositora.
Es por ello que, en realidad, toda América Latina deberá quedar por siempre agradecida con los 43 héroes venezolanos que perdieron sus vidas durante “La salida”, pues su sacrificio fue, sin lugar a dudas, una gesta bolivariana que inició la cuenta regresiva de la nueva liberación de nuestro continente.
El autor es secretario de Juventud del fdn.