No hay duda de que quienes acompañaron a la bastarda democracia del chavismo en América Latina con su socialismo del siglo XXI, van cuesta abajo como el tango de Gardel y tanto los que ya se van como los que están en la cuerda floja, están sintiendo los pasos de animal grande. El triunfo del Frente Cambiemos en la Argentina con Mauricio Macri como nuevo presidente; los serios cuestionamientos que enfrenta la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y que la tienen al borde de su destitución; así como el rotundo triunfo parlamentario en Venezuela de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) nos indican que nuevos aires de libertad y democracia están soplando en el continente americano.
Estos cambios que se están produciendo tendrán como consecuencia lógica el cambio de la correlación de fuerzas en el campo internacional, en favor de los pueblos oprimidos y reprimidos como Nicaragua, ya que además de despertar la psiquis de los aletargados en algunas de nuestras naciones ¡por fin! la Carta Democrática de la OEA podrá entrar en vigencia garantizando, entre otras cosas, verdaderas elecciones libres en aquellos países, como el nuestro, que tienen regímenes espurios generalmente originados en elecciones fraudulentas.
El caso de Venezuela, que nos toca más de cerca por razones históricas, merece nuestra especial atención. Paralelamente, Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua, han pretendido, basados en ideologías exóticas, perpetuarse en el poder.
Para ello ha contado con todo: dinero, poder, y poderosos aliados internacionales. Pero lo acaba de demostrar la oposición venezolana —ya lo hizo Nicaragua en 1990— que no hay poder en este mundo que pueda detener la fuerza incontrastable de un pueblo dispuesto a conquistar su libertad. El pueblo venezolano desde las calles y plazas demostró que… ¡sí se puede!
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), con la heroica jornada del 6 de diciembre pasado, ha ganado una gran batalla pero todavía falta coronar la victoria que habrá de suceder con los comicios para el ejecutivo, que habrán de realizarse antes o durante el año 2019. Auguro que con la sabia y valiente dirección de la MUD encabezada por sus dirigentes: Henrique Capriles, Jesús Torrealba, Leopoldo López, Lilian Tintori, María Corina Machado y otros, los hermanos venezolanos logren la libertad, la democracia plena y la justicia social por la que tanto han luchado en esta dura etapa del chavismo en Venezuela.
A los hermanos opositores nicaragüenses los exhorto a seguir el ejemplo de los venezolanos: unidad, presión interna popular mediante una eficaz organización y el necesario acompañamiento del respaldo internacional. Como una de sus primeras acciones después del 5 de enero del 2016, cuando habrá de asumir la MUD el directorio de la Asamblea Nacional de Venezuela, sugiero a la bancada del PLI en Nicaragua que solicite a sus colegas diputados venezolanos que promulguen una ley mediante la cual se obligue al ejecutivo venezolano a hacer público el monto de la ayuda que en concepto de petróleo y otros rubros, le ha otorgado el gobierno de Venezuela al pueblo de Nicaragua desde 1999 y que en lo sucesivo esta ayuda sea del conocimiento público y manejada con absoluta y total transparencia.
Por lo demás: hay que olvidarse de sectarismos o personalismos y volver a levantar nuestra bandera azul y blanco bajo las consignas victoriosas de: ¡Hora de patria y no de partidos! ¡Nicaragua volverá a ser República! Solo así, inspirados en el más puro y elevado patriotismo lograremos que las elecciones del 2016 sean verdaderamente libres, para reemprender el camino hacia la democracia y la libertad en beneficio de todos los nicaragüenses.
El autor es periodista y Secretario General de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).