El próximo domingo 10 de enero, fecha que en su memoria cada cinco años se inauguran nuevos gobiernos en Nicaragua, se cumplirán 38 años del asesinato de mi padre, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, héroe nacional.
Por nuestra juventud, que es la mayoría de este país y que no le conoció, vale la pena recordar, no solo su gesta de lucha sin cuartel contra la dictadura somocista, sino los valores y principios que le guiaron, tanto en su vida privada como pública, hasta ofrendarla por la liberación de Nicaragua.
Principios cristianos que le inculcaron sus padres de niño, como la honestidad, la verdad, la congruencia interna entre sus convicciones y su actuación, la puntualidad, la reconciliación y el perdón, la unidad de la familia y su valentía, casi temeraria, en defensa de los ideales democráticos.
Nunca imaginé a mi padre anciano postrado en una cama, esperando su muerte. Él sabía que estaba destinado al máximo sacrificio y hablaba de su muerte con tanta naturalidad, como si estuviera viendo una película. “Un día me van a matar —le decía a mi madre— y cuando me maten vas a ver qué gran entierro, el pueblo se va alzar y a vos te va a tocar una gran responsabilidad”.
Aunque alguna vez hizo uso del último derecho de todos los pueblos, el derecho a la rebelión, en aquella fracasada revolución de Olama y Mollejones, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal era ante todo un civilista. Sus escritos y discursos no obedecían únicamente a una situación coyuntural, sino que tenían la profundidad en el tiempo de aquellos hombres que escriben para las futuras generaciones.
En ellos reflejó siempre esa honestidad a toda prueba que le caracterizó toda su vida y su convicción que decía la verdad. Es decir, no utilizó la palabra para otra cosa que no fuera la verdad, le doliera a quien le doliera. Esa búsqueda sin tregua de la verdad, que es la fuerza motriz del periodismo, le llevó a asumir grandes riesgos.
Para él, la palabra era algo sagrado y la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, es una resultante de esa necesidad imperativa de estar con la verdad.
Cuando a menudo yo le advertía que estaba corriendo muchos riesgos, él sonreía y me decía que la vida es así: el hijo tiene cuatro etapas en la relación con su padre. En la primera, el niño es admirador del padre; en la segunda, el joven es competidor del padre; en la tercera etapa, es amigo del padre; y en la cuarta etapa, el hijo se vuelve protector del padre. Él me aseguró que nuestra relación ya estaba en esta última etapa.
Pero en medio de su idealismo y su lucha sin cuartel por ver florecer la democracia en Nicaragua, mi padre era realista. De su máquina de escribir, encontré este pensamiento debajo del vidrio de su escritorio, hecho añicos por las culatas de los fusiles de la Guardia, un pensamiento cuyo realismo demostró con su propio sacrificio, años más tarde.
“Tiene poder, quien además tiene la razón. Quien tiene el poder y no tiene la razón, de poco sirve el poder y quien tiene la razón y no tiene el poder, de nada le sirve tener la razón”. Su vida fue una lucha permanente entre el poder y la razón, él no llegó a tener el poder, pero sí tuvo la razón y quien tuvo el poder y no tuvo la razón, de poco le sirvió el poder.
Pero eso no lo convertía en un pesimista, porque Pedro Joaquín Chamorro Cardenal siempre tuvo la convicción de que sus ideales democráticos de la República que soñó no se verían realizados durante su vida, quizás por ello siempre creyó que estaba predestinado al martirio.
Cierro citando esta frase de su testamento que resalta su formación cristiana: “Que perdona a todos los que durante su vida le hicieron daño y que no tiene al momento de testar, ni espera tenerlo, si Dios le da vida, rencor alguno con respecto a nadie, porque si durante su vida ha expuesto por medio de escritos o hechos, críticas duras a determinadas personas y las ha enjuiciado públicamente, lo ha hecho para combatir los sistemas o métodos malos utilizados por esas personas y no por interés particular alguno. Que siempre ha escrito creyendo ser verdad lo que dice…”
El autor es diputado de la Bancada Alianza PLI y Presidente de la Comisión de Turismo