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Gonzalo Cardenal M.

La crisis del cristianismo

Europa ya dejó de ser cristiana y ojalá que no vayamos por ese camino en América, el continente más católico y su esperanza.

En un reciente viaje a Europa —a donde fui a visitar a una hija mía que ahí residía— pude apreciar la paganización de ese continente. Las iglesias católicas más afectadas eran las de los países tradicionalmente católicos. Y las iglesias protestantes más afectadas eran las de países protestantes. En Inglaterra —por ejemplo— la desbandada protestante —principalmente hacia la Iglesia católica— era masiva. Parroquias enteras con todo y sus pastores se pasaban al catolicismo, movidas además a esa deserción por la ordenación de mujeres al sacerdocio y hasta al obispado, y en algunos casos de personas de moralidad cuestionable. Y era curioso ver cómo la jerarquía de la Iglesia anglicana culpaba a la católica de haber producido esa debacle con trucos totalmente ridículos.

¿Pero por qué digo que nosotros ojalá no vayamos por ese camino? Porque aunque es verdad que nuestras iglesias continúan llenas de gente (situación que les da cierto sentido de seguridad a muchos amigos clérigos) casi toda su concurrencia es de mi generación. Hay una ausencia alarmante de jóvenes en muchas de las parroquias (como comenzó a pasar en Europa hace unas pocas décadas).

¿Y por qué está pasando esto? ¿Cuál es la causa? ¿Y qué podemos hacer para revertir esa tendencia?

En mi modesta opinión (basada en la experiencia y la observación de muchos años como educador), las causas son diversas. La crisis en la familia es la más importante (crisis que es mundial, especialmente en los países más desarrollados y cuyo tema el papa Francisco en su último viaje a América Latina, Cuba y EE.UU. priorizó). En vez de familias constituidas como las que conocimos, lo que reina ahora son uniones paganas legalizadas. También por lo malo de la globalización (porque nos ha traído también muchas cosas buenas) que nos llega especialmente por los nuevos medios de comunicación electrónicos y que invaden en un instante a todo el planeta.

¿Pero cómo vamos a formar cristianamente a nuestros hijos si viven en ambientes paganos? Matrimonios divorciados o rejuntados. ¿De qué sirve que los pongamos en colegios religiosos si en el hogar el dios que reina es el dinero, y Cristo es una figura histórica solamente?

No obstante lo anterior, yo confío en la presencia del Señor en medio de su pueblo, en el compromiso de muchos líderes seglares cristianos auténticos, y en la excepcional calidad de nuestro clero. No todo está perdido. La juventud nicaragüense todavía cree en Dios. Es verdad que en un Dios bastante desfigurado, impreciso y confuso, y que no ocupa ningún lugar importante en su jerarquía de prioridades, pero en general nuestra juventud es sana —y aunque sin percatarse conscientemente— anda buscando a Dios. Lástima que lo busca donde no está, pero sé que a pesar de ello el Señor se les manifestará a su debido tiempo a pesar de nosotros los adultos.

Platicando de esto con uno de los obispos católicos más brillantes de Nicaragua, me decía muy sabiamente que (entre otras cosas de las que posiblemente les hablaré en otra oportunidad) tenemos que usar más el lenguaje propio de la juventud, el electrónico, las redes sociales y el diálogo con ellos sobre su propia problemática, más que la de la Iglesia, la que les ofrece muchas veces una religiosidad que a ellos ya no les atrae ni les interesa.

En la próxima Reflexión continuaremos abordando la situación de la Iglesia y lo que creemos podría ayudar.

EL AUTOR ES COORDINADOR DE LA CIUDAD DE DIOS.
[email protected]

COMENTARIOS

  1. JUAN ANGEL ALMENDAREZ CASTILLO
    Hace 8 años

    También la tal ciudad de dios es de conducta cuestionable.

  2. Wil
    Hace 8 años

    Señor, Gonzalo el término crisis no es el más apropiado, a mi parecer, estaria en crisis si el cristianismo fuera una institución humana, pero a Dios gracias que no lo es, la palabra de Dios, expresa que donde abundó la maldad sobre abundó la gracia del Sublime Señor, nada prevalecerá contra su iglesia.

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