Algunos signos básicos del agotamiento del patrón tradicional de crecimiento agrícola pueden encontrarse en el hecho de que el avance de la frontera agrícola está encontrando sus límites, y en las crecientes dificultades, que ya empezaron a manifestarse, para el suministro de agua.
El patrón de crecimiento agropecuario de Nicaragua ha sido fundamentalmente extensivo. El producto agropecuario, más que crecer debido a los incrementos en los rendimientos y la productividad del trabajo, ha crecido principalmente debido a la ampliación de la superficie explotada, a costa de la destrucción de la cobertura forestal.
El avance de la producción agropecuaria de las zonas de trópico húmedo ha sido el resultado de la expansión de la superficie de granos básicos y la ganadería extensiva hacia zonas montañosas húmedas y suelos de baja fertilidad, lo que ya produjo una masiva deforestación, degradación de cuencas hidrográficas, sobreutilización y erosión de los suelos.
Pero esta expansión ya está alcanzando sus límites y está dando origen a conflictos interétnicos sumamente graves.
En lo que respecta al suministro de agua, a nivel nacional la disponibilidad de agua todavía es suficiente para cubrir la demanda. Sin embargo, para las cuencas que drenan al Pacífico si bien la disponibilidad todavía es mayor que la demanda, la brecha existente es poco significativa y apunta a un agudo problema de escasez futura.
En particular, la cuenca 64 (entre Cosigüina y Tamarindo) ya ha sufrido desabasto por la sobreexplotación del acuífero para uso agrícola, en especial en la estación seca. Esta cuenca se caracteriza por tener una alta productividad, con suelos fértiles con dominancia de uso para la agricultura debido y un alto potencial acuífero.
Sin embargo, las sequías recurrentes están contribuyendo a reducir su nivel, lo cual disminuye el caudal base. Las lluvias torrenciales de poca duración, producto de la variabilidad climática, no contribuyen a una recarga completa.
Los pozos someros se secan y el bombeo de los pozos para riego se incrementa. La recarga sub-superficial y subterránea decrece y numerosos ríos, manantiales y quebradas desaparecen, dejando un alto porcentaje de la población desabastecida. El ganado sufre por falta de alimento.
La deforestación y el deterioro de los recursos naturales, principalmente el suelo, han causado la reducción en la infiltración del agua. Con el aumento en los periodos de sequía en esta cuenca se espera que los problemas se acentúen.
Ello, en conjunción con la necesidad de continuar ampliando el uso del riego debido a la reducción de las lluvias, el incremento proyectado de la población, y el aumento en la demanda de otros usos, causará un abatimiento del nivel freático y una mayor demanda de bombeo.
Los diferentes escenarios de modelaje de recarga del acuífero en años de sequía indican que la vulnerabilidad es muy alta, ya que se reduce su potencial en casi un 50 por ciento, quedando por debajo del nivel seguro de explotación.
Por estas razones se proyecta una escasez de agua futura en el acuífero León-Chinandega, ubicado en la Cuenca 64, lo cual resulta preocupante, dado que este acuífero es la principal fuente de agua para todos los usos de esta importante región.
Recuérdese, al respecto, que este acuífero es la principal fuente de agua para cultivos de exportación, como la caña de azúcar y el maní, que hacen fuerte uso del riego. Además, es de esperar que las comunidades rurales más pobres y en particular la de los pequeños productores resulten más afectadas en estas circunstancias. ya que dependen de pozos individuales someros.
Por supuesto, expandir más la superficie explotada hacia el Caribe Norte no es ninguna alternativa.