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Wilfredo Montalván

El dilema del Ejército y la Policía

Es Shakespeare, en Hamlet, donde se plantea el dilema entre la vida y la muerte, porque el príncipe tiene que elegir entre desenmascarar a los asesinos de su padre, el rey, y la frívola actitud de su madre, la reina, al casarse esta precipitadamente con el autor de tan horrendo crimen. Es la disyuntiva; a la que por obra de las circunstancias, hombres, mujeres, instituciones y hasta naciones, tienen en determinado momento que enfrentarse porque no hay otro camino. Como bien lo expresa Shakespeare por boca de Hamlet: “Ser o no ser, he ahí el dilema”.

Me he permitido hacer este introito, porque después de la debacle de la Guardia Nacional (GN) de Nicaragua y de la Policía Nacional en 1979, parece que de nada han servido los esfuerzos realizados durante la administración de doña Violeta Chamorro (1990-1996) por institucionalizar y profesionalizar al Ejército y a la Policía, porque lo que hemos visto desde que reasumió el poder el señor Daniel Ortega en el 2007 es el regreso a un ominoso pasado que no quisiéramos recordar y que muchos creímos que estaba enterrado para siempre.

Tal como lo refiere Richard Millet en su libro, Los guardianes de la dinastía, la intención primaria de los norteamericanos al fundar la GN fue hacer un Ejército apolítico y sin partidismo, que estuviera únicamente dedicado a la defensa de la soberanía nacional y de la integridad territorial. Pero la ambición desenfrenada del fundador de la dinastía, Somoza García, en su afán de perpetuarse en el poder, pronto hizo abortar estos buenos propósitos y convirtió a la GN en su guardia pretoriana al servicio de sus bastardos intereses y de los de la corrupta camarilla que lo rodeaba. Todos los nicaragüenses conocemos los resultados de esta nefasta actitud. Cuando el dictador Somoza Debayle tuvo que huir, acosado por la presión popular, miles de sus subalternos fueron encarcelados y los que lograron ir tras él a Miami fueron a pasar tremendas dificultades en la dura lucha por la sobrevivencia.

Nicaragua es como un círculo vicioso en que nuevamente se están dando los pasos equivocados, pues tal pareciera que la historia volverá a repetirse basados en el principio establecido por el Premio Nóbel de Física, Albert Einstein, quien sentenció: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Tenemos en el pináculo del gobierno a un dictador con pretensiones continuistas; tenemos en la llanura a un pueblo reclamando en susurros o a voz en cuello por elecciones libres en el 2016 y fuera de las fronteras patrias hay gobiernos y pueblos que están bien informados y que no van a tolerar en nuestra patria la afrenta de un nuevo fraude electoral. ¿Qué harán el

Ejército y la Policía ante un estallido social? ¿Estarán al lado del pueblo o contra el pueblo?
La historia nos demuestra que los ejércitos que sobreviven a los vaivenes de la política son aquellos que se institucionalizan, los que están al servicio de la Constitución y de las leyes, no de un déspota que los manipula en función de sus aberradas intenciones. Allí están los ejemplos recientes de Egipto, que prefirieron destronar a Hosni Mubarak antes que disparar contra el pueblo; el de Honduras que prefirió derrocar a un presidente legítimo, Manuel Zelaya, antes que apoyar la reelección que este pretendía en franca violación a la Carta Magna de su país; más recientemente el caso del jefe del Ejército de Venezuela, general Vladimir Padrino López, que se opuso a las pretensiones de un alto jerarca chavista de lanzar las turbas a la calle para provocar el caos y usar esto como pretexto para anular las elecciones parlamentarias en que triunfó la oposición venezolana.

El Libertador de Venezuela, Simón Bolívar, les dio la pauta a seguir cuando afirmó: “El destino del Ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos!” En conclusión: el Ejército y la Policía de nuestra patria tienen que pensarla bien antes de actuar en el futuro: Ser o no ser, he ahí el dilema. ¡Que Dios salve a Nicaragua de una nueva conflagración!

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

COMENTARIOS

  1. agualcas
    Hace 8 años

    Me gustó leer la referencia a Shakaspeare but la realidad de Nicaragua es menos dramática. Daniel Ortega ha sementado una dictadura con la ayuda de la policía nacional y el ejercito de Nicaragua y lo triste que tanto Aminta como Aviles saben de la violación a su promesa de defender a todo Nicaragüense y Nicaragua, y no ponerse a la disposición de Daniel Ortega. Porque lo hacen? Porque tienen intereses que proteger. La policía nunca esclarece los casos de narcotráficos o cuando los asaltantes son orteguistas.

  2. agualcas
    Hace 8 años

    Me gustó leer la referencia a

  3. Edmund Dantes
    Hace 8 años

    Muy util su articulo Wilfredo. La unica observacion es con el ‘Dios salve a Nicaragua’. Aunque Dios todo lo puede, la evidencia historica en cuanto al desarrollo de las naciones, es que para hacer esos cambios Dios nos creó a nosotros, asi que no es Dios quien nos salvará, sino somos nosotros avquien nos toca hacerlo..

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