El frío ambiente por el silencio mediático y de las propias autoridades migratorias de Costa Rica, predomina en el escenario previo a la segunda salida de cubanos varados en este país y el primero con niños; que en más de una ocasión ha puesto a dudar hasta los propios grupos familiares que continuarán su ruta rumbo a Estados Unidos.
Las noticias sobre la continuidad de los vuelos ya no predominan en la agenda de los medios de comunicación local y la Directora General de Migración y Extranjería (DGME), Kathya Rodríguez, ni el canciller, Manuel González; se han manifestado públicamente previo al viaje; contrario a la salida del primero grupo de 180 el pasado 12 de enero, momento de optimismo generalizado que acaparó la agenda mediática dentro y fuera del país.
Lo que ha confirmado la DGME y cancillería, es que la ruta de viaje de este segundo grupo de cubanos varados será la misma que la del primero, es decir; el itinerario entre Costa Rica y México durará 13 horas.
El grupo sale durante la tarde – noche del 4 de febrero del parque de La Cruz, norte del país, previo chequeo de sus documentos migratorios por las autoridades nacionales; siguen en autobuses al aeropuerto de Liberia, donde el avión parte a eso las diez de la noche.
Arriba antes de las 11:30 en el aeropuerto internacional Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en San Salvador, El Salvador. De ahí parten en autobuses hacia Guatemala y Tapachula, frontera con México, punto al que llegará a las 11:15 de la mañana del viernes 5 de enero.
Las familias cubanas tendrán 20 días para cruzar territorio mexicano y llegar a la frontera con Estados Unidos en Laredo. Del primer grupo nadie duró ese tiempo. Algunos con más recursos económicos duran horas en cruzar México en avión, otros los hacen en autobuses y pasan más de un día recorriendo más de 2 mil kilómetros entre una frontera y otra.
Costa Rica seleccionó hace dos fines de semanas a 184 personas que componen el grupo de 80 familias con niños que partirán. El proceso se completó esta semana cuando cada uno de ellos recibió su pasaporte con los sellos de visas de El Salvador y Guatemala, pago de impuesto de salida de Costa Rica, pago de tiquete de avión y autobuses; es decir, todo el costo del viaje que para adultos es de 555 dólares y para menores de 370 dólares.
“Somos los primeros de la fila y los funcionarios nos dijeron que éramos el primer grupo que se va, pero hasta que no tengamos el tiquete en mano no vamos a estar tranquilos. Llevamos 3 meses aquí, ha sido tanta la incertidumbre, que todavía estamos así como a la deriva”, explicó desde un albergue de la Cruz, Miladys Cala, una cubana originaria de Pinar del Río, quien viaja con su esposo y niño.
“Te emocionas (cuando te eligen para viajar) y tienes esa esperanzas; pero como han sido tantos choques y choques, trabajas y trabas”, añadió Cala, mientras extendía sus manos abiertas como en señal de desesperanza.
Otras como Sandra Blanco, originaria de La Habana, creen que con solo haber sido seleccionada entre las 80 familias se ha dado un gran paso y respaldó la decisión de las autoridades de incluir a abuelos o padrastros en la lista.
“No ha sido justo lo que han hecho con nosotros, que muchas de las familias presentes en el parque (de La Cruz, donde se hizo la selección), vi que un señor que prácticamente no era familia, llegó simple y llanamente diciendo que era padrastro de familia. La madre dijo que no viajaba si no se incluía al padrastro de la niña”, reclamó Manuel Rodríguez, un excombatiente cubano orginario de Camagüey, hoy migrante varado en Costa Rica.
A su juicio, el modo de selección de las familias que la integran más allá de padres y niños, ha molestado a los cubanos varados que se siguen aventurando a cruzar Nicaragua con ayuda de coyotes, sin importar los riesgos de perder dinero y la vida que todos corren.
“Aquí los coyotes vienen prácticamente a llevarse a la gente al albergue para llevárselos a Honduras. El proceso de salida es lento, 7 viajes en un mes (de febrero) es poco”, añadió.
Al momento de escribir esta nota, la DGME no había respondido la gestión de este medio de entrevista a su directora, Kathya Rodríguez.
Como preámbulo a este primer viaje, varios cubanos protestaron la mañana del martes en el albergue abierto en el Liceo Nocturno de La Cruz, por el cierre de parte de la policía y responsables del lugar del área de cocina, por supuestas irregularidades o robos de los alimentos de parte de los propios cocineros cubanos, que luego venderían en el pueblo.
El alimento del martes estaba en duda, ante la negativa de los cocineros de prepararlo, por el enojo de las acusaciones de vender comida cruda.
Molestos, algunos cubanos del albergue, protestaron colgando temporalmente carteles en una pared con leyendas como “no a la represión policial, no somos presos”, “si tanto cuidan su comida, cocinen ustedes represores” y “no a la represión policial, libertad”.
La policía ha ejercido mayor control disciplinario en el albergue como horario de apagado de luces en el albergue, multas por fumado en áreas que no lo son; lo cual, según los propios cubanos antes eran permisibles.
“¿Porqué ahora son inflexibles? eso genera conflictos enormes dentro del albergue entre nosotros y la policía”, comentó uno de los migrantes en el albergue, quien no quiso brindar su nombre. “Están tratando de ponernos bajo control para ponernos medidas más radicales ante la larga del tiempo para salir del país”, añadió.
Este albergue estuvo prácticamente vacío durante los últimos días de enero, por la salida de la mayoría de ellos con coyotes hacia Honduras. Esta semana llegaron más cubanos desde otros albergues en centro de estudios desocupados por las autoridades de Costa Rica, y se volvieron a aglomerar unos 700 migrantes.
