Se supone que para un joven que ambiciona un título mundial y esa es su única salida para salir del escalafón de los anónimos, está lo suficientemente desesperado como para entrar al cuadrilátero y no importa fracturarse la mandíbula, desfigurarse el rostro, sangrar hasta la palidez o tirar golpes en medio de una ceguera, así ocurrió con Julio “Yambito” Gamboa, que perdía pero se empleaba al fondo, sin embargo, no sucedió con Carlos “Chocorroncito” Buitrago.
Buitrago no solo decepcionó la madrugada de ayer al perder contra Knockout CP Freshmart (119-109, 117-111 y 117-111), sino que no mostró ni sangre, ni sudor y la derrota era tan evidente al final que ni lágrimas derramó. Quería ganar a base de rezos, pero en el boxeo gana el que tiene más valentía, mejor técnica y descifra al rival.
El nicaragüense empezó el primer asalto con iniciativa, tiró más golpes y fue más efectivo, usaba el jab como arma de apertura y remataba con la derecha, a pesar que no hubo un golpe abrumador, Buitrago sacó ventaja. Ahí todo parecía que el final no sería el mismo que el combate realizado el 1 de octubre del 2014, donde Freshmart se impuso en una decisión unánime, el pinolero no tuvo en ese entonces el entrenamiento requerido y tampoco se apropió en el ring como deben ser los retadores, sin embargo la ilusión óptica que se veía real se desvaneció a partir del segundo asalto.
Buitrago tenía las herramientas, pero no el cerebro suficiente para utilizarlas y a medida que Freshmart aumentaba su ventaja, dominaba el combate. Hubo un momento de obediencia cuando varió hacia los bajos en el séptimo asalto, pero quedó sin continuidad, siguió igual en el round posterior, sin la valentía de arriesgar su rostro.
Eso fue todo, un chispazo de Buitrago, porque se dedicó nuevamente a buscar la cabeza del oponente cuando nunca la encontraba, tiraba golpes al vacío, quería castigar al viento, y por momentos parecía que dosificaba su oxígeno, pero cedía la pelea.
Sorpresivamente, con más preparación que el primer combate, “Chocorroncito” hizo menos ante un campeón que se mostró igual, con leves mejorías en su defensa, pero siempre frontal y fácil de descifrar. Freshmart peleó con eficacia y nada más, sin inteligencia, su boxeo de caverna valió más que un aspirante sin objetivo.
Al final se cayó en la monotonía, faltó coraje y lo que hubiese sido un jubiloso retorno, será en solitario. Las derrotas no tienen compañía.