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El desafío de ser pescadores de hombres

Toda persona humana, hombre o mujer, solo por el hecho de serlo, merece nuestro más profundo respeto. ¡nada por encima de la persona humana! ¡Todos y todo al servicio de todo el ser humano! Porque la más bella ilusión de Dios se llama hombre.

La causa de Dios es el hombre, ese es el verdadero sentido del desafío cristiano, pues Dios no desea otra cosa que el beneficio del hombre, su verdadera grandeza, su auténtica dignidad. Esta es la voluntad de Dios: el bien del hombre… Dios no es visto sin el hombre ni se ve al hombre sin Dios. No se puede estar a favor de Dios y en contra del hombre

El hombre es el amor preferido de Dios y esto es tan verdad que hasta por bien del hombre su mismo Hijo se vistió de nuestra propia carne y sangre. Jesús es la manifestación más evidente de que el hombre, todo hombre, es la joya preferida de Dios:

Toda la vida de Jesús es un servicio en beneficio de la salvación de los hombres (Jn. 3, 16-17). Jesús viola la ley sagrada del sábado por salvar al hombre (Mc. 3, 1-6), pone por encima del templo la salvación del hombre (Lc. 10, 30-37).

Jesús confiesa que su misión no es otra que salvar al hombre (Mt. 18, 11). A la hora de llamar a quienes van a seguir su misión, les dice, como también en el evangelio de hoy a Pedro: “Sean pescadores de hombres” (Mc. 1, 17; Lc. 5, 10). ¡Qué verdad decía el salmista, cuando se preguntaba!: “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que tanto le cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste… Bajo sus pies lo has puesto todo” (Sal 8, 5-7).

Esta es también la misión de la Iglesia: Hacer que los hombres se den cuenta de su dignidad, velen por ella y trabajen para que la dignidad de todos y cada uno de los hombres sea respetada. Todo cristiano está llamado a ser “Pescador de hombres”.

Ser pescador de hombres significa: Que así como para nuestro Padre Dios nada existe más grande que el ser humano, para nosotros también el ser humano sea el valor supremo en nuestro pensar y actuar. Que así como Dios respeta y ama hasta lo último a cada persona humana, para nosotros también todo ser humano debe ser sagrado y respetado, sea del color que sea.

Que así como Dios, por la persona humana, fue capaz de hasta darnos a su propio Hijo, nosotros también estemos dispuestos a dejar barca y redes (Lc. 5, 11) para que ningún ser humano se maltrate o violente, sino que a todos se les dé la oportunidad de salvarse. Que así como Jesús se entregó hasta la muerte en servicio y rescate de la dignidad de toda persona humana, también nosotros pongamos nuestra vida al servicio de todos y la dignidad de todos.

Toda persona humana, hombre o mujer, solo por el hecho de serlo, merece nuestro más profundo respeto. ¡nada por encima de la persona humana! ¡Todos y todo al servicio de todo el ser humano! Porque la más bella ilusión de Dios se llama hombre.

Tenemos que mirarnos y mirar a los demás con los mismos ojos que Dios nos mira. ¡Seguro que nuestra vida y el trato hacia los demás serían distintos! ¡Seríamos verdaderos “Pescadores de hombres!” Todos estamos llamados a ser “pescadores de hombres” y el único camino que nos conduce a ser fieles a esta misión, es hacer realidad en todos los sectores de la vida, políticos, sociales, económicos, familiares o religiosos, el que efectivamente “El hombre es lo que importa”.

Religión y Fe

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