Para analizar a Randy Caballero hay que ir más allá que su oponente, no se puede hacer una valoración precisa cuando se pelea ante un “sandbag” humano, pero Caballero en su triunfo por nocaut técnico en ocho asaltos ante Rubén García, babeaba por conectar golpes, a veces un poco desorientado, pero con una iniciativa indisoluble de ir hacia al frente constantemente.
¡Qué importa la técnica y la evolución cuando se tiene casi un año y medio sin pelear! Al “Matador” las circunstancias de la vida lo habían divorciado de su paraíso, el boxeo, y ahora que está de regreso ya hizo el primer acto, cargar el magazine.
Resulta imposible comparar a Caballero con el último Randy que consiguió el título mundial en Mónaco, sino que se debe partir de su retorno, y ahí mostró detalles sobresalientes, como el deseo abrumador por ganar. Tiró sin miedo a quedarse sin oxígeno ante García, le faltó variantes por su combate unilateral, pero con la inteligencia de ir siempre al frente en la corta distancia, además se vio fuerte en su nueva categoría, es tiempo de renacer y saltar a las 126 libras, donde hay más lobos y serpientes, pero el muchacho está listo, tiene valentía y ganas de aprender.
Randy recibió unos cuantos golpes milagrosos en su rostro, y a pesar de ello no cesó su ataque, ahí estaba en primera
fila el jefe de jefes de Golden Boy, Óscar De La Hoya, quien movía la cabeza aprobando la manera instigadora de su pupilo, que en el séptimo asalto derribó en dos ocasiones a García, quien estaba suficientemente maltratado como para seguir peleando un combate que ya tenía perdido. Ganó Randy y más que la victoria obtuvo confianza.