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Diana Saballos

Más allá del desfile del carnaval

Cuando se piensa en el carnaval de Brasil, inmediatamente, imágenes de carros alegóricos con hermosas mulatas bailando samba, vienen a la mente. Y es que el desfile de las organizaciones comunales, llamadas de escolas de samba o, en español, escuelas de samba, originado en Río de Janeiro a final de los veinte, es el evento de carnaval más conocido internacionalmente.

Pero, este es solo una de las atracciones y sucede dentro de un lugar específico: el Sambódromo, siendo los más famosos el Marquês de Sapucaí en Río y el Anhembi en Sao Paulo, en el que hay que pagar la entrada para ver el desfile que, además de un maravilloso y emocionante espectáculo, es una competencia entre las escuelas. Ya en el resto de la ciudad y del país acontecen otros eventos, donde el principal es el carnaval de calle, la fiesta popular celebrada en todo el territorio brasileño.

Esta fiesta callejera comienza semanas antes de la fecha oficial, como Pre-carnaval. En este, la gente se congrega en avenidas donde la alcaldía impide el tráfico y pone tríos eléctricos, que son camiones llenos de parlantes con una tarima encima para bandas musicales, cantantes y animadores; o frente a bares que también invitan bandas o DJ para alegrar a los festejantes. Todo mundo va disfrazado de diversos personajes, como: políticos, celebridades, superhéroes, hombres de mujeres, mujeres de hombres, reyes, hadas, ángeles, diablos, zombis, animales, odaliscas, hawaianas… En fin, ¡de lo que sea! ¡La creatividad, reina! Y durante el carnaval, estos disfraces se vuelven más elaborados y vistosos, haciendo que la misma población sea el destaque de la celebración.

Pero, el elemento esencial del evento, son los blocos. Estos son grupos de vecinos, amigos o gremios que se organizan para liderar las congregaciones, cada uno con nombre y tema específico. Los blocos avisan sus puntos de reunión y marchan por las calles con una comparsa o atrás de un trío eléctrico, todos vistiendo el mismo disfraz o la camiseta representativa. En algunas ciudades hay blocos tradicionales con más de ochenta años de existencia y cuya agenda es atracción turística. Para integrar un bloco se paga, y se recibe la camiseta y taza del mismo, fichas para bebidas y el acceso a sus fiestas, caso haga. Si solo se quiere participar, basta llegar al punto de encuentro, seguirlo por la calle y divertirse.

Lo más bonito es que en esta fiesta no hay restricciones, gente de todas las edades, nacionalidades, razas, clases sociales y religiones disfrutan lado a lado en una experiencia alegrísima y democrática, viviendo el verdadero espíritu del carnaval. Este feriado, ya sea celebrado en desfile de escuela de samba o en bloco o en cualquiera de sus otras manifestaciones, es el de mayor importancia en el país, ni siquiera la actual crisis política y económica o el virus zica pudieron afectarlo. Las escuelas de samba utilizaron materiales más baratos para bajar costos en la elaboración de carrozas y disfraces, algunos de los participantes de blocos hicieron sus propios disfraces en vez de comprarlos, y solo en algunas ciudades poco turísticas, cancelaron las festividades, pero en la mayoría, las alcaldías invistieron a más para que ocurrieran, pues el carnaval no podía parar, ya que a como dicen: “El año solamente comienza después del carnaval”.

La autora es licenciada en arte y comunicación. Nicaragüense residente en Brasil.

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