La belleza paisajística de Managua ha dejado de serlo porque en los 4 puntos cardinales y por cualquiera de sus vías principales que uno transite, lo que ve es una saturación visual de rótulos comerciales, inconcebible en cualquier ciudad moderna, que se precie de ser limpia y bonita.
Megarrótulos, vallas, “mopis” que plagan los bulevares, mantas que tapan incluso los semáforos y distraen al conductor. Prácticamente no hay un sitio donde la mirada de un turista o del ciudadano común no esté obstruida por un rótulo.
De poco sirven los esfuerzos que se han hecho por mejorar la viabilidad de la ciudad y su aspecto urbanístico, la calidad de sus parques de sana diversión para la niñez y la juventud, si en cada esquina, en cada semáforo, hay una manta que afea el paisaje y sus características urbanísticas.
Este tipo de publicidad no admite cambio de canal, o pasar la página en el caso de un diario, o “saltar en anuncio”, en el caso de la publicidad electrónica, sino que es permanente y de lectura obligatoria porque está allí las 24 horas del día. Esta plaga es diurna y nocturna.
La Alcaldía de Managua y otras municipalidades del país donde se extendido el “virus” de los rótulos, deben de regularlos y cobrar lo que realmente se debe de cobrar por la invasión del derecho común.
Por ahora está claro, que si acaso están cobrando, ciertamente debe ser irrisorio, porque hay una contaminación visual que afea nuestras ciudades y hasta llega a constituir un riesgo para los conductores, ya sea por distracción vial o por obstrucción física de las señales de tránsito, como es el caso de las mantas que se instalan por lo general cerca los semáforos.
Se debe de evaluar correctamente el costo-beneficio, es decir, el costo social, el costo urbanístico, contra el beneficio privado, tal como se hace cuando se expande una vía y se debe afectar a privados, como por ejemplo en el puente a desnivel de Rubenia.
Tal es la contaminación visual que provocan los rótulos, que el mismo poder ejecutivo envió a la Asamblea Nacional un proyecto de ley con el objetivo de regular y normar su instalación a nivel nacional, llamado “Iniciativa de Ley de Rótulos”.
Dicho proyecto de ley fue enviado el 1 de octubre del 2013 pero extrañamente “duerme el sueño de los justos”, a diferencia de otras iniciativas de ley que ha enviado el poder ejecutivo, que aunque son infinitamente más trascendentes, han sido aprobadas a “mata caballo” por la aplanadora oficialista, como la Ley del Gran Canal Interoceánico, Ley 840.
La iniciativa de “Ley de Rótulos” está radicada en la Comisión Económica que preside el diputado Wálmaro Gutiérrez, quien ha afirmado en su comisión, que este anteproyecto de ley forma parte de las prioridades a ser dictaminadas este año.
Al parecer, según informes legislativos que tengo, como ha sucedido otras leyes económicas, antes de entrar en la agenda legislativa, el anteproyecto está siendo consensuado primeramente entre el ejecutivo y el Cosep.
La ley tiene como objetivo “ordenar y controlar la ubicación de rótulos con fines de publicidad y propaganda y adecuar en todo el país a un concepto de desarrollo urbano, que garantice la armonía paisajística y la seguridad ciudadana”.
Ojalá que esta ley no excluya los megarrótulos de propaganda política, que sumados a los rótulos comerciales, también afean la armonía paisajística. Y si lo que ya tenemos es demasiado, ¿se imaginan cuántos rótulos políticos nos faltan por ver en un año electoral?
La Ley pretende crear un impuesto anual por la exposición de rótulos, lo cual existe actualmente y es cobrado por las municipalidades en función del tamaño del rótulo y su ubicación, pero a juzgar por su proliferación, este debe ser irrisorio.
En el centenario del la muerte de Rubén Darío, habría que preguntarse ¿qué diría nuestro gran poeta universal viendo nuestra pródiga naturaleza a la que él cantó, bañada de rótulos comerciales y políticos?
Incluso habría que valorar objetivamente, la incidencia de los rótulos en la venta de los productos que ofrecen. Es posible que muy pocos conductores recuerden el mensaje de un rótulo y que además de estar afeando nuestra ciudad, no sean una herramienta eficiente de ventas, lo que hace aún mayor la desproporción costo-beneficio.
El autor es diputado de la Bancada Alianza PLI y presidente de la Comisión de Turismo