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Alejandro A. Tagliavini

¡México lindo!

Para los mexicanos, la visita del máximo pontífice a sus tierras, desde del 12 de febrero hasta el 18, se ha convertido en el acontecimiento del año, mucho más que la visita de un presidente americano, lo que viene a demostrar que la autoridad moral tiene mucho más peso real que la “autoridad” —coactiva— de los gobiernos. Antes, hará una escala en Cuba para reunirse con el líder ortodoxo ruso, Cirilo I.

A diferencia de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco visitará Ciudad y Estado de México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua, algunos lugares muy violentos, pura dinamita —la ultra violencia de “la guerra contra las drogas”, la tragedia de los “espaldas mojadas”, la miseria de los arrabales, los feminicidios en masa, etc.— que, como siempre, recorrerá sin temor. Es que el miedo es la madre de la violencia que, además, necesita del secreto ya que, si se pueden anticipar sus movimientos, cualquier ejército resulta inútil, de aquí el odio a Julian Assange.

En uno de los países más católicos del mundo, el papa promete reavivar la fe. México tiene 110 millones de fieles, pero hoy solo el 83 por ciento de la población se declara católica frente al 95 por ciento de 1970. Personas de la Iglesia administran 5,609 centros de preprimaria y escuelas primarias con 709,632 alumnos; 2,328 medias o secundarias con 411,666 estudiantes, y 382 instituciones de educación superior o universidades adonde asisten 219,680 jóvenes. Además de 197 hospitales, 1,471 consultorios, 5 leprosarios, 311 casas para ancianos, inválidos o menores, 383 orfanatos y guarderías, 1,998 consultorios familiares, 312 centros especiales de educación social y 1,920 “otras instituciones”.

Hitos destacados serán su visita a Ecatepec, Estado de México, donde presidirá una misa a la que se espera asistan unos dos millones de personas. En Ciudad Juárez irá al Centro Penitenciario Cereso número 3, donde 800 presos y 200 familiares estarán presentes a los que Francisco saludará y entregará obsequios. Luego rezará frente a la valla que separa de Estados Unidos y tenderá la mano al otro lado… un directo a la mandíbula de Trump que calcula que el muro que quiere construir costará US$8,000 millones que no pagará él sino los atribulados contribuyentes.

Muchos esperan grandes definiciones en cuanto a respeto a los derechos humanos, violencia, desaparecidos, trato a los migrantes y corrupción. “Las expectativas son muy altas… es alto el riesgo de desencanto… porque Francisco hablará en términos generales”, opina el padre David Fernández, rector de la Universidad Iberoamericana. Pero las expectativas son absolutamente coyunturales y el papa va por más, por mucho más. “Deseo ir como misionero de la misericordia y de la paz” ha dicho y no es poco, es mucho, es todo.

A ver, misericordia significa perdonar y, por tanto, desechar las sanciones físicas, violentas, penales. Y la paz, obviamente, es ausencia de violencia. Precisamente la “autoridad” de los Estados modernos está basada en el monopolio de la violencia con la que crean desocupación, muros para contener inmigrantes, pobreza al cobrar impuestos coactivamente, guerras como “contra las drogas” y tanto miedo. Mientras que la autoridad moral demuestra ser la única y verdadera autoridad, y es que la ciencia ya ha demostrado —aunque muchos no lo quieran o no les convenga aceptarlo— que los únicos métodos de defensa eficientes son los pacíficos.

El autor es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California.

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