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La mayoría de los pobladores de Mombacho saben trabajar la pita por herencia cultural de sus antepasados. Lo que más logran vender son sombreros. LA PRENSA/M. RODRÍGUEZ

Tierra de Artesanos

Las mujeres de la cooperativa Jipijapa, en la comarca Mombacho, del municipio de Camoapa, se ganan la vida haciendo arte con la fibra de la palma de pita. Elaboran toda clase de productos: bolsos, joyeros, abanicos, tortilleras, panas, fruteras, portavasos, portaplatos, floreros, flores, sombreros.

Por herencia cultural los pobladores de la comarca Mombacho, del municipio de Camoapa, aprenden a elaborar sombreros de pita a los 10 años. A esa edad inició María Amanda Pérez a incursionar en el mundo de las artesanías. Ahora tiene 53 y con la fibra de pita en la mano y una hermosa sonrisa asegura sentirse orgullosa de este oficio que le enseñó su madre y que tanto le ha ayudado a salir adelante.

Pérez es parte de la Cooperativa Jipijapa, que significa pita en náhuatl, la cual está conformada por varias mujeres que se ganan la vida elaborando un sinnúmero de artesanías hechas con este material. La palma de pita se corta, se hace hebras parecidas al hilo, se pone a cocer en agua y luego se pone a secar.

Según Olga Picado, miembro de la cooperativa, elaborar artesanías con pita es como tejer. “Esto no es difícil, pero lleva tiempo, si usted se aprende las puntadas, es inteligente y le pone amor y empeño, puede aprender rápido”, comentó sonriente.

“Antes éramos 15, pero algunas no han querido seguir. Organizarnos fue iniciativa de nosotras mismas, porque así tendríamos otros beneficios, como capacitaciones y demás y lo hemos logrado todos”, explicó.
Norma Borge considera que su trabajo tiene un valor agregado, puesto que todos los productos se elaboran a mano.

“La gente valora el trabajo de uno, sobre todo porque lo hacemos con nuestras propias manos, le dedicamos bastante tiempo a nuestro trabajo, por ejemplo, un sombrero fino lleva casi un mes de elaboración”, añadió.
Según Picado, actualmente trabajan por grupos y tienen pedidos de Managua, Granada, Masaya y Río San Juan.

Cada fin de semana el Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (Mefcca) las lleva a ferias y ahí encuentran clientes. “Eso sí, donde va el trabajo de una ahí va el de todas”, aseguró.

Estas mujeres elaboran bolsos, joyeros, abanicos, tortilleras, panas, fruteras, portavasos, portaplatos, floreros, flores, sombreros y otros productos. Los precios varían según el tamaño de este. “Trabajar con la pita es muy delicado, necesitamos que el sol no esté caliente, porque si no al hacer la puntada la hebra (de pita) se rompe, entonces, tenemos que trabajar por las tardes”, explicó Picado.

“El negocio es por temporada, ahorita que empieza el verano lo que más se vende son sombreros y abanicos, el sombreo comercial vale unos 100 córdobas y el fino hasta 1,200 porque lleva más trabajo”, señaló Picado.

ARTESANOS QUIEREN EXPANDIRSE
Cada artesana se especializa en un producto diferente. La palma de pita se corta, se hace hebras parecidas al hilo, se pone a cocer en agua y luego se pone a secar. LA PRENSA/M. RODRÍGUEZ
Cada artesana se especializa en un producto diferente. La palma de pita se corta, se hace hebras parecidas al hilo, se pone a cocer en agua y luego se pone a secar. LA PRENSA/M. RODRÍGUEZ

“Yo solo hacía sombreros, pero hace 23 años vinieron unas ecuatorianas a dar una capacitación y aprendí a hacer más cosas. Desde ahí se ha continuado enseñarle al grupo lo que uno aprendió”, remarcó Pérez, quien en alguna ocasión ha servido de maestra a sus nuevas compañeras de labores.

Lastenía Borge Sánchez, la más nueva del grupo, recuerda que cuando inició los trabajos “me quedaban feítos, después fui mejorando. Ahora voy a los tiangues a vender y van reconociendo mi trabajo. Nosotras vemos una artesanía en pino, le tomamos una foto y luego la hacemos en pita. Como uno sabe hacer la puntada solo con ver (la artesanía) ya una saca el material”.

“Para mí este trabajo tiene un valor muy grande, porque así he logrado salir adelante, he podido ayudar a mi familia, me ha ayudado bastante, ya no tengo que salir a trabajar de doméstica, trabajo en mi propia casa y estoy pendiente de mis hijos”, valoró Borge.

“Aquí todos en la comunidad somos artesanos, yo me siento orgullosa por eso, la mayoría sabe hacer los sombreros, pero solo nosotras sabemos hacer otras cosas con la pita, es una herencia que nos han dejado nuestros antepasados y que les vamos a dejar a nuestras familias, aunque se vayan a estudiar una carrera ellos ya saben hacer sombreros, porque es una herencia y una tradición”, relató María Amanda Pérez.

Ahora, mientras cada una elabora una artesanía diferente, coinciden en que su lucha, más allá del dinero, es la heredar este arte a sus familias, para que Mombacho siga destacando como una tierra de artesanos.

Estas mujeres trabajan en grupos de cuatro. De acuerdo con las artesanas, su meta es darse a conocer y expandir cada día más este negocio, el cual les ha ayudado a sacar adelante a sus familias. “También nos gustaría que nos apoyaran más para adquirir los equipos y procesar nosotras mismas la pita”, dijo Pérez.

NO HAY MUCHA MATERIA PRIMA

Según las artesanas, la palma de pita es un producto sumamente delicado y la obtención de materia prima es una dificultad que tiene este oficio.

Actualmente, en Camoapa, la pita es extraída y procesada en la comunidad Masigüito, en un sector montañoso. Desde ahí llegan a comercializarla a la ciudad y un moño cuesta entre 20 y 25 córdobas. “La pita se está escaseando, no hay mucha materia prima por la expansión de la ganadería, porque los finqueros la cortan y la queman para sembrar el pasto. Además, en temporada lluviosa la pita no se seca y así no se le puede trabajar, porque se rompe”, argumentó Lastenía Borge Sánchez.

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