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Francisco en Cuba y en México

El papa Francisco comenzó en Cuba su tercera visita a América, pero México es su destino principal.

Esta es la segunda vez que el papa llega a Cuba, aunque en esta ocasión solo estuvo en el aeropuerto de La Habana para encontrarse con Kirill, patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Rusia; una entrevista histórica porque es la primera vez —desde que la Iglesia rusa se separó de la occidental hace unos mil años—, que se encuentran los dos grandes jefes religiosos de la cristiandad.

Fue el patriarca Kirill quien escogió Cuba para este histórico encuentro, que significa un gran paso hacia el ecumenismo que predica la Iglesia católica. Pero llama la atención que Francisco vaya dos veces seguidas a Cuba, un país que hasta hace poco era oficialmente ateo y su Constitución lo sigue consagrando como marxista-leninista.

Algunos católicos de pensamiento tradicionalista consideran o temen que Francisco tenga una particular simpatía hacia Cuba y demás regímenes de izquierda radical de América Latina, porque pertenece a la corriente de la Teología de la Liberación que los papas anteriores calificaron de herética. Eso explicaría también —según las mismas críticas— el sello bastante populista que supuestamente tiene la actual visita de Francisco a México.

Realmente, aunque la anfitriona del papa Francisco en México es la autoridad institucional de la Iglesia católica mexicana, los protagonistas principales son los curas y obispos que se identifican en ese país con la Teología de la Liberación. El hecho de que la visita de Francisco se concentre en los lugares más empobrecidos y marginados de México, donde predominan clérigos izquierdistas, y su visita a la catedral de San Cristóbal de las Casas donde está la tumba del obispo Samuel Ruiz, quien apoyó abiertamente a la guerrilla zapatista, es valorado por los críticos del papa como un aval de hecho a la corriente de los curas populistas.

Pero es un error calificar a Francisco como militante de la Teología de la Liberación. Es cierto que él pone casi todo el énfasis de su prédica en los problemas sociales y los sufrimientos de la gente más pobre y marginada; que casi no dice nada sobre los derechos políticos y las libertades individuales que son la base de la democracia; y que además condena con dureza los excesos del capitalismo y califica la riqueza como “excremento del diablo”.

Pero Francisco nunca ha sido militante de la Teología de la Liberación. Él perteneció a una corriente argentina denominada Teología del Pueblo, la cual rechazaba la identificación del cristianismo con el marxismo-leninismo y por lo tanto se distanciaba de la Teología de la Liberación. Según analistas ecuánimes del pensamiento y la trayectoria de Francisco, él siempre ha tenido una opción preferencial por los pobres pero entiende la necesidad de la armonización social, en vez de la ruptura revolucionaria violenta predicada por los militantes de la Teología de la Liberación identificada con el marxismo radical.

Mucho antes de ser papa Francisco escribió la siguiente cuestión: “Aquí tenemos un pobre. Tú eres comunista y yo soy capitalista: ¿cómo le resolvemos el problema?” En esa frase se puede resumir el pensamiento, la vocación y la actitud pontifical del papa Francisco.

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