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El papa Francisco durante la misa celebrada en la Basílica de Guadalupe, en Ciudad de México. LA PRENSA/EFE/Sáshenka Gutiérrez

Papa Francisco recuerda a excluidos y víctimas de violencia

El papa Francisco recordó a "los excluidos", a "los descartados" y a las personas que han visto perder un familiar por la violencia criminal, durante la homilía pronunciada en la misa celebrada este 13 de febrero en la basílica de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México.

El papa Francisco recordó a “los excluidos”, a “los descartados” y a las personas que han visto perder un familiar por la violencia criminal, durante la homilía pronunciada en la misa celebrada este 13 de febrero en la basílica de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México.

La narración de las apariciones de la Virgen al indígena San Juan Diego, canonizado por Juan Pablo II en 2002, origen del culto a la virgen de Guadalupe, sirvieron al papa para hablar de aquellos “que no valían nada”.

“En aquel amanecer de diciembre de 1531 se producía el primer milagro que luego será la memoria viva de todo lo que este Santuario custodia. En ese amanecer, en ese encuentro, Dios despertó la esperanza de su hijo Juan (Diego), la esperanza de su Pueblo”, añadió en su sermón.

Una esperanza, añadió el pontífice, “que sigue dando esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras”.

Entre ellos, el papa Francisco citó “el corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”.

“María, la mujer del sí, también quiso visitar los habitantes de estas tierras de América en la persona del indio san Juan Diego” dijo el papa, quien añadió “que de esa misma manera se sigue haciendo presente a todos nosotros; especialmente a aquellos que como él sienten que no valían nada”.

El papa Francisco, al relatar la historia de las sucesivos templos dedicados a la Guadalupana, afirmó que “nadie puede quedar afuera”.

“Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la altura de las circunstancias o no aportar el capital necesario para la construcción de las mismas. El Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones”, destacó.

Y entre estos, “especialmente de los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones”.

Ante “las tantas las situaciones que nos quitan la fuerza, que hacen sentir que no hay espacio para la esperanza, para el cambio, para la transformación”, Francisco pidió mirar a la virgen y rezó una oración especial creada sólo para ella en esta ocasión.

En la oración a la Virgen se decía: “Las horas se desploman; sacudidos, muerden los hombres necios la basura de la vida y de la muerte, con sus ruidos”.

“Mirarte, Madre; contemplarte apenas, el corazón callado en tu ternura, en tu casto silencio de azucenas”, agregaba.

Para el papa Francisco cuando la Virgen nos dice “que tiene el honor de ser nuestra madre. Eso nos da la certeza de que las lágrimas de los que sufren no son estériles”.

Las lágrimas, dijo, “son una oración silenciosa que sube hasta el cielo y que en María encuentra siempre lugar en su manto. En ella y con ella, Dios se hace hermano y compañero de camino, carga con nosotros las cruces para no quedar aplastados por nuestros dolores”.

Francisco llegó a la basílica de Guadalupe, la patrona de México y de toda América, para celebrar una misa a la que asistieron cerca 30,000 personas en el exterior del templo y otras 5,000 en su interior.

Luego de la misa, el papa Francisco se recogió en oración durante 20 minutos ante la Virgen de Guadalupe en el llamado “camarín” de la basílica mexicana, la pequeña sala abovedada donde se conserva la imagen de la “Morenita”.

Tras la celebración religiosa que culminó pasadas las 6:30 de la noche, Francisco como había deseado quiso entrar en solitario en el “camarín”, donde se encuentra la imagen plasmada en la tilma (manta) de San Juan Diego, el indígena a quien se le apareció la Virgen.

Francisco depositó ante la virgen un ramo de rosas amarillas y la diadema de plata y oro que le ha traído como don y permaneció solo, sentado en una silla ante la imagen y en total silencio, con los ojos cerrados y la cabeza baja o mirando fijamente a la virgen.

El camarín es un lugar en la basílica de Guadalupe al que muy pocas personas pueden acceder, mide unos nueve metros cuadrados y cuenta con unas fuertes medidas de seguridad.

La tilma con la imagen protegida por un cristal se encuentra conservada en esta sala abovedada y gracias a un mecanismo puede girar y colocarse también en el altar mayor de la basílica.

Así sucedió hoy, cuando la imagen de la “Virgen Morena” presidió toda la misa sobre el altar y después giró para que el papa pudiera rezar ante ella en esta pequeña sala.

Los fieles en la basílica pudieron observar gracias al cristal transparente los momentos de recogimiento del papa y guardaron un absoluto silencio durante los 20 minutos que duró su oración.
Un fuerte aplauso se escuchó cuando el papa terminó sus oraciones y se levantó.

“Esta vez quiero quedarme un ratito a rezar ante la Virgen me dejaréis?”, les preguntó a los mexicanos antes de partir de Roma y durante el vuelo que le conducía a México aseguró que “su deseo más profundo” era rezar ante la Guadalupe.

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